III Semana de Cuaresma
Viernes
El amor de Dios está por encima de todo; dejarnos amar por Él, dejar que
brote de nuestro corazón, el amor a los demás
“En aquel tiempo, uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y
le hizo esta pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los
mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor,
tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y
con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos».
Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir
que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el
corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al
prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y
sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez,
le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía
ya a hacerle preguntas” (Marcos 12,28b-34) .
1. “ Uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y le hizo
esta pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?».
La Ley de Cristo es el amor a Dios y al prójimo. San Bernardo dice que el
amor no necesita que “sirva para nada”, “su mérito y su premio se
identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él
mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma
práctica. Amo porque amo, amo para amar. Gran cosa es el amor”, es como
participar de Dios.
Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor,
nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No
existe otro mandamiento mayor que éstosᄏ”. Hoy Jesús nos hace una
receta en la que une dos citas bíblicas, nos dice. « Ama al Señor, tu Dios »
(Dt 6,5) y otro lugar del Levítico: « Ama a los otros » (Lev 19,18), Jesús
nos da la receta de la nueva Ley, que “cocinada” a fuego lento, con el amor
del Espíritu Santo, al “ba￱o María” nos da la mejor comida, la más sabrosa,
exquisita, la de que hace felices a los demás y de paso a nosotros, porque
para ser feliz hay que darse. Amar, en lo del día a día: en detalles de
espíritu de servicio, como bajar la basura o recoger la mesa, hacer la cama
pero antes el trabajo bien hecho: escuchar en clase, hacer los deberes y
estudiar y luego disfrutar con lo que nos gusta, cultivar aficiones de leer,
escribir, música, y todo tipo de juegos… la conversaci￳n amable, la
serenidad cuando los nervios asoman.
“Le dijo el escriba: ᆱMuy bien, Maestro; tienes raz￳n al decir
que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el
corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al
prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y
sacrificiosᄏ”. Cuando nos conectamos al Señor, podemos cargar las pilas,
y ningún momento mejor que el de la Acción de Gracias después de
comulgar. Como sabes, cuando comemos algo, durante un rato sigue siendo
lo que es, pero pasado un tiempo lo convertimos en nuestro cuerpo. Por
eso, después de comulgar y por unos diez minutos, tenemos a Jesús dentro
de nosotros, al mismo que nació de María Virgen, que convertía el agua en
vino, que sanaba a ciegos y cojos, al mismo que murió clavado en la Cruz
para perdonarnos de nuestros pecados. Por eso, ¿por qué no aprovechas al
acabar la Misa para quedarte un rato sentado hablando tranquilamente con
Él, que está físicamente dentro de ti? Es el mejor momento para darle
gracias por todo lo que te ha dado en tu vida, para pedirle por tus familiares
y amigos, para pedirle perdón por tus pecados y para pedirle que te ayude
a sacar adelante aquellas cosas que necesitas. ¡Gracias, perdón y ayúdame
más! Continúa hablándole a Dios con tus palabras (José Pedro Manglano).
“Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo:
«No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a
hacerle preguntas”. «El alma no puede vivir sin amor, siempre quiere
amar alguna cosa, porque está hecha de amor, que yo por amor la creé»
(Santa Catalina de Siena), por eso o nos cargamos de amor de Dios o nos
engancharemos a lo primero que nos ofrezcan en la tele o en otro sitio
según las modas. Pero entre tantas cosas que hacemos, podemos no tener
tiempo para Dios. Y así, nos falta todo porque nos falta el sentido de amar,
lo fundamental. Y es que lo más importante no se ve con los ojos del cuerpo
sino con los del corazón. Jesús ama al Padre como Dios verdadero nacido
del Dios verdadero y, como Verbo hecho hombre, crea la nueva Humanidad
de los hijos de Dios, hermanos que se aman con el amor del Hijo. Es la
"buena nueva" que mi vida toda debería estar proclamando. ¿Amo yo,
efectivamente? ¿A quién amo? ¿A quién dejo de amar? ¿Cómo se traduce
este amor? ¿Quién es mi pr￳jimo? “Como tú mismo... Como tú misma...”,
¡no es decir poco! ¿Cómo me amo a mí mismo/a? ¿Qué deseo yo para mí?
¿Cuáles son mis aspiraciones profundas? ¿A qué cosas estoy más aferrado?
¿Qué es lo que más me falta? Y todo esto quererlo también para mi
prójimo. No debo pasar muy rápidamente sobre todas estas cuestiones.
Debo tomar, sobre ellas, una decisión en este tiempo de cuaresma.
-" No estás lejos del reino de Dios ." ¡Jesús felicitó a un escriba! "El
Reino de Dios" = ¡amar!, ¡a Dios y a los hermanos! ¡Tantas veces se ha
hecho el encontradizo! En la alegría y en el dolor. Como muestra de amor
nos dej￳ los sacramentos, “canales de la misericordia divina”. Nos perdona
en la Confesión y se nos da en la Sagrada Eucaristía. Nos ha dado a su
Madre por Madre nuestra. También nos ha dado un Ángel para que nos
proteja. Y Él nos espera en el Cielo donde tendremos una felicidad sin
límites y sin término. Pero amor con amor se paga. Y decimos con Francisca
Javiera: “Mil vidas si las tuviera daría por poseerte, y mil... y mil... más yo
diera... por amarte si pudiera... con ese amor puro y fuerte con que Tú
siendo quien eres... nos amas continuamente”.
2. Oseas fue un profeta muy maltratado por el sufrimiento, y se fue
volviendo dulce hasta cantar el amor de Dios, que siempre es fiel, aunque
los hombres no lo sean: “ Israel, vuelve al Se￱or, tu Dios… Decidle:
Perdona todas nuestras culpas para que recobremos la felicidad y te
ofrezcamos en sacrificio palabras de alabanza ”. Los muchos juegos no
nos pueden llenar el coraz￳n, ni la wii, ni nada: “ Asiria no nos puede
salvar; no montaremos ya en los caballos, y no diremos más «dios
nuestro» a la obra de nuestras manos, pues en Ti encuentra
compasión el huérfano ”. Y dejamos los diosecillos, ídolos, para abrirnos a
Dios. En cuanto decimos: “perdona” ya está todo arreglado… “ este hijo
mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y se le ha
encontrado ” (Lc 15,32). Quien no encuentra el camino de Dios, quien no
se deja hallar como oveja perdida, pierde el sentido de la vida (F. Raurell).
“Yo los curaré de su apostasía, los amaré de todo corazón ”, el
Se￱or es como un jardinero que nos cuida: “ Seré como el rocío para
Israel; él florecerá como el lirio y echará sus raíces como el olmo.
Sus ramas se extenderán lejos, hermosas como el ramaje del olivo,
y su fragancia será como la del Líbano. Volverán a sentarse en mi
sombra; cultivarán el trigo, florecerán como la viña y su renombre
será como el del vino del Líbano… Yo lo atenderé y lo protegeré. Yo
soy como un pino siempre verde; de mí procede todo fruto ”. Son una
colección de gracias que nos vienen de Dios, cuando nos abrimos a su
amor: Florecerán como la vid; su renombre será como el del vino del
Líbano... imágenes de prosperidad y de felicidad. Frescor. Fecundidad.
Belleza. Fragancia. Flores. Solidez. Hay que "saborear" cada una de las
imágenes: el rocío... el lirio... el árbol frondoso... el vino... los perfumes...
las frutas... (Noel Quesson).
Estamos en la segunda parte de la cuaresma, si fuera un partido
Deportivo de dos partes, estamos en la segunda, más cerca del final, y
queremos aprovechar esos días para crecer interiormente, en esa apertura
al amor de Dios, y en amor y servicio a los demás. No se es cristiano por un
hacer cosas buenas (cumplir los mandamientos) o creer con la cabeza en
ideas (unos dogmas fríos) sino por el encuentro con una Persona, Jesús,
que provoca en nosotros un agradecimiento, de dejarnos querer por él, por
el amor de Dios, y responder con una vida de amor: “ Que el sabio
comprenda estas cosas, que el inteligente las entienda, porque los
caminos del Señor son rectos; por ellos caminarán los justos, mas
los injustos tropezarán en ellos ”. Oseas era también el profeta y el
poeta del amor. Ese amor es aún más hermoso. No es sólo un amor que
promete la felicidad, si se es fiel. Es un amor que perdona y que pide
«Volver». Nos dice: «¡Vuelve!». Como dos esposos que se perdonan. Como
dos amigos que reemprenden su amistad después de una temporada de
frialdad. He de escuchar esas palabras de ternura.
3. La roca del agua en el desierto, y el camino de Dios son como el
hilo de las lecturas de esta semana. Todo nos lleva a hacer la voluntad
divina, vivir el mandamiento del amor. Además, Jesús, al hombre
“espiritual, lo saci￳ con miel, y no con agua, para que los que crean y
reciban este alimento tengan la miel en su boca" (Orígenes), como hemos
dicho con el salmo: “ Oigo un lenguaje desconocido:… Clamaste en la
aflicción, y te libré, te respondí oculto entre los truenos, te puse a
prueba junto a la fuente… ¡ojalá me escuchases Israel! No tendrás
un dios extra￱o, …yo soy el Se￱or, Dios tuyo, que saqué del país de
Egipto; abre la boca que te la llene… te alimentaría con flor de
harina, te saciaría con miel silvestre ”. Siempre hay una referencia al
desierto, porque fue una experiencia fuerte de desierto, de Dios.
Llucià Pou Sabaté