III Semana de Cuaresma
Jueves
Lucas 11, 14-23
Breve introducción
La victoria de Jesús sobre el demonio mudo es todo un símbolo de la escucha
de la Palabra de Dios y de su correspondiente anuncio. La lucha entre Dios y
Satanás en Jesús ha llegado a su cumbre definitiva y no le permite al hombre
quedar neutral, o es de Dios o termina cayendo en el dominio del demonio.
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Muchos cristianos hoy están tentados a no creer en la existencia de Satanás.
Buscan librarse del mal con la simple libertad humana.
Por el contrario afirmar que Jesucristo ha vencido el imperio de Satanás, es
reconocer la obra de Jesucristo en su dimensión cósmica. Hasta el momento de la
llegada de Jesús era tal la solidaridad con el pecado, que extendía su dominio sobre
todo lo creado. Era más bien el Reinado del odio y de la muerte.
Con Jesucristo se ha creado una nueva solidaridad cósmica, la del Amor. En
Cristo Jesús el designio de Dios se reconstruye: el hombre se va transformando en
el aliado de su creador en la medida que realiza el designio de Dios, el designio del
Amor. Vendrá un día en el que Satanás y la muerte serán arrojados “en el estanque
de fuego” (Apoc.20, 14) y entonces la solidaridad del pecado ha perdido toda su
consistencia. No habrá más un reino del pecado. No obstante para cada persona se
abre una opción, se debe elegir el Reinado de Dios o el reinado de Satanás; se debe
elegir entre la vida y la muerte, no se puede permanecer indiferente, quien no está
con Jesucristo comprometido en la lucha contra lo malo, está al servicio de Satanás
y quien pretenda librarse del Malo sin comprometerse con Jesucristo y su Evangelio
se pierde a sí mismo.
Mons. Miguel Esteban Hesayne