“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
Mc 12, 28-34
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. ¿CUÁL ES EL PRIMERO DE LOS MANDAMIENTOS?
Un escriba que oyó discutir a Jesús con los saduceos, al ver que les había respondido bien, se
acercó y le preguntó: ¿Cuál es el primero de los mandamientos? En San Marcos la pregunta
se la hace en un tono de respeto. En San Mateo, y más en San Lucas, en un sentido hostil. Es
cuestión redaccional. Los fariseos se caracterizaban por su rigor y austeridad en el
cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a los aspectos externos de los preceptos
religiosos y los saduceos eran ciertas personas, que pertenecían a la aristocracia sacerdotal
judía que negaban la inmortalidad del alma, aquí en este Evangelio, el escriba quiere probar
la opinión de Jesús, con habilidad y astucia, quizás para conseguir algo con oscuros
propósitos y así comprometerlo, en otras palabras, mediante una treta, busca perjudicar a
Jesús.
El tema del primer mandamiento era muy discutido en las escuelas rabínicas. Pero San
Marcos es el que destaca la argumentación basándose en que Dios es único; luego exige la
plenitud de amor y servicio. La repetición de corazón, alma y mente es el procedimiento
semita de prueba por acumulación.
Pero en el amor a Dios va incluido el amor al prójimo, todo ser humano, que es lo que
destaca especialmente San Lucas en este pasaje (Lc 10:29ss). Para el judío, el prójimo era
sólo el judío.
2. “AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”.
Dice Jesús, el primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú
amarás al Señor, tu Dios. Él ha querido ver la intención, resaltada, de una cuestión
apologética contra el politeísmo del medio ambiente al que se dirige el evangelio de San
Marcos. Jesús luego añade; con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con
todas tus fuerzas'. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Este es nuestro
deber, Amarás, y con todo el corazón, sin ninguna restricción y con todo lo que te da la vida,
con toda el alma, esto con el primer principio de nuestra vida, lo más importante, la parte
espiritual e inmortal, capaz de entender, querer y sentir, y que, junto con el cuerpo, constituye
su esencia humana, con toda la mente, con la capacidad intelectual humana, con el
pensamiento, más allá de toda imaginación y voluntad. Esto es amar con todo lo que hemos
recibido de Dios, por tanto con todo lo que podemos acercarnos a Dios y estar con Él.
Así es como Jesús, nos exige un amor total, El no aceptas un amor parcial o limitado, y lo
mismo nos enseña y nos exige, la entrega y el amor, tanto a Dios como al prójimo. Eso quizás
fue sorprendente para el escriba, Jesús puso al mismo nivel los dos mandamientos, y así lo
aclara el evangelio cuando en san Mateo 22,34-40, dice; De estos dos mandamientos
dependen toda la Ley y los Profetas.
3. SI TU AMAS A TU PRÓJIMO, AMAS A DIOS
Para nosotros, cristianos, seguidores de Jesús, debemos ser absolutamente contrarios a
cualquier sentimiento acentuado de hostilidad, antipatía, rechazo y odio a los hombres, sin
embargo es algo con lo que convivimos a diario, está a la vista de cualquiera en la familia, en
la amistad, con los vecinos, con los que piensan diferente, entre los políticos, entre las
naciones y pueblos.
Esto es los que nos enseña Jesús, el hombre es imagen de Dios, y si tu amas a tu prójimo,
amas a Dios, y si amas a Dios, lo amas en también en el prójimo.
Estos preceptos son nuestros fundamentos de la vida cristiana, ambos basados en el amor, y
por amor a Dios y al prójimo, juntos el mandamiento más grande de la Ley
El escriba le dijo: Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay
otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las
fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los
sacrificios. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: Tú no estás lejos del
Reino de Dios. Estos Versículos son propios de San Marcos. En ellos se hace ver que el amor
al prójimo es mejor que todos los holocaustos y sacrificios. En esto San Marcos se enlaza con
la línea de los profetas sobre la autenticidad del culto y la misericordia (1 Re 15:22; Os 6:6).
A esta valoración del escriba que le preguntó, Cristo le responde que su rectitud moral le está
aproximando al reino de Dios
4. EL COMPROMISO CON NUESTRO PRÓJIMO
El compromiso con nuestro prójimo, es impactante, con todo tu corazón y con toda tu alma,
con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas, porque si aceptamos esta responsabilidad,
tengamos presente que cuando decimos con todo el corazón, es con todo lo nuestro, sin
reservas, con todo tipo de sacrificios, con todo lo que nos hace vivir, cuando decimos con
toda el alma, es con toda la sensibilidad del amor divino, y cuando dice con todas tus fuerzas
es ardientemente y no con tibieza, y añadimos para que no falte nada, con todo nuestro
entendimiento, con toda nuestra mente, con la inteligencia y la reflexión
Pero el amor divino no se aprende. En efecto, no aprendemos de otro a amar la vida, ni amar
a nuestros padres, ni a nuestros amigos, ni mucho menos podemos aprender las reglas del
amor divino. Hay en nosotros cierto sentimiento íntimo que nos inclina a amar a Dios. Todo
el que obedece este sentimiento y practica la doctrina de los divinos preceptos y llega a la
perfección de la divina gracia. Así entonces, amamos naturalmente el bien; amamos también
a nuestros prójimos y parientes, y además damos espontáneamente a los hombres de bien,
todo nuestro afecto.
5. EL, NOS MANDA AMAR AL PRÓJIMO .
Así es, como Dios es bueno, y todos deseamos lo bueno, lo que se perfecciona por nuestra
voluntad reside naturalmente en nosotros. A El, aunque no le conozcamos por su bondad,
pero porque procedemos de Él, tenemos obligación de amarle sobre todo, este es nuestro
principio. Es también mayor bien de todos los que se aman naturalmente. El primero y
principal mandamiento es, por consiguiente, el del amor a Dios. El segundo, que completa al
primero y es completado por El, nos manda amar al prójimo. Por eso decimos y a tu prójimo
como a ti mismo. Recibimos de Dios las fuerzas necesarias para cumplir este precepto. Nada
hay tan conforme con nuestra naturaleza como el comunicarse con los demás, favorecerse
mutuamente y amar a los parientes y amigos.
Y a tu prójimo como a ti mismo, lo más prójimo, es decir lo más próximo que tenemos, es
quien habita en nuestro corazón, morada de Dios, a El todo nuestro amor.
“Y adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor” (San Juan de la Cruz)
El Señor les Bendiga