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Día litúrgico: Jueves Santo (Misa vespertina de la Cena del Señor)
Texto del Evangelio ( Jn 13,1-15): Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo
Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado
a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena,
(…) se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.
Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a
secárselos con la toalla con que estaba ceñido (…).
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y
“el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he
lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros (…)ᄏ.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
La "hora extrema" de Jesús
Hoy, con la Última Cena, ha llegado "la hora" de Jesús, hacia la que se había
encaminado desde el principio con todas sus obras. Lo esencial de esta hora queda
perfilado por Juan con dos palabras fundamentales: es la hora del "paso"; es la
hora del "agapé" (amor hasta el extremo).
Los dos términos se explican recíprocamente, son inseparables. El amor mismo es
el proceso del paso, de la transformación, del salir de los límites de la condición
humana, en la cual todos estamos "separados" unos de otros, en una alteridad que
no podemos sobrepasar. Es el amor hasta el extremo el que produce la
"transformación" aparentemente imposible: salir de las barreras de la individualidad
cerrada, eso es precisamente el "agápé", la irrupción en la esfera divina.
—La "hora" de Jesús es la hora del gran "paso más allá", de la transformación del
ser mediante el "agápé". "Todo está cumplido", dirá el Crucificado: es un agápé
"hasta el extremo", la totalidad del entregarse a sí mismo hasta la muerte.
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