Ciclo C. Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos
Estamos en el día más importante del año, Pascua de Resurrección. Y ¡aleluya!,
palabra hebrea que significa Gloria a Dios, es el grito de júbilo que nos sale
incesante del corazón, porque Jesús ha resucitado.
Alguien que estaba muerto -¡y qué muerte!- y enterrado de tres días, resucitó. Es
la noticia más grande e impactante de la historia: un hombre, llamado Jesús,
resucitó por sí mismo de entre los muertos…
Para nosotros, la Resurrección del Señor es lo que da sentido y validez a nuestra fe,
pues seríamos los hombres más infelices si Cristo no hubiese resucitado, como
observa S. Pablo (1 Cor 15, 19). Es también lo que anima y empuja nuestro
empeño de hacer realidad en esta vida, aquí abajo y ahora, lo que esperamos
obtener en el más allá (paz, felicidad, libertad, amor…). Lo lograremos en la medida
de nuestro empeño y sacrificio, pues no hay resurrección sin muerte ni victoria sin
lucha.
Por mi parte, al felicitarles a ustedes por la Resurrección del Señor, que es garantía
y anticipo de la nuestra, les invito a vivir un vida renovada, llena de optimismo, con
la mirada puesta en los valores del evangelio y “de arriba”, donde Cristo está
sentado a la derecha de Dios (Col 3,1-4), y con el compromiso de transformarnos y
de transformar el mundo.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)