JUEVES SANTO - MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR
Homilía del P. Abad Josep M. Soler
28 de marzo 2013
Ex 12, 1-8.11-14; 1Cor 11, 23-26; Jn 13, 1-15
Alzaré la copa de la salvación . El autor del salmo, ¿de quién dice eso? ¿Lo dice de sí
mismo o lo dice de otro? Queridos hermanos y hermanas, en esta noche del Jueves
Santo os invito a entrar un poco en el contenido del salmo que hemos cantado para
que nos ayude a vivir esta celebración, ya que los salmos también son Palabra de
Dios viva y eficaz.
El autor del salmo lo dice de sí mismo, lo de alzaré la copa de la salvación . Estaba
rodeado de peligros incluso mortales y Dios lo liberado, le ha roto las cadenas . Por
ello, agradecido, compone el salmo. Su acción de gracias para celebrar la salvación de
la que ha sido objeto comprende, sin embargo, varios ritos: Y los explica: invocar al
Señor para alabarlo, ofrecer una víctima , cumplir los votos como testigo de
agradecimiento en presencia de todo el pueblo y levantar el cáliz . No dice qué hará del
cáliz alzado. Si lo levantará para ofrecer una libación, derramando el contenido de la
copa -que podía estar llena de aceite o de vino- como una ofrenda a Dios, o bien para
beber su contenido -en este caso de vino- compartiéndolo con otros.
Alzaré la copa de la salvación . El autor del salmo habla de sí mismo. Pero el
compilador del libro de los salmos, con los 150 poemas que lo forman, escogió este
canto de acción de gracias para hablar de otro. Para referirse al Mesías. Por eso tiene
un relieve especial en el Jueves Santo. Expresa los sentimientos de Jesús en la última
cena. Jesús sabe como el Padre lo ha querido, y desde el día que nació ha querido ser
siervo de la voluntad del Padre. La carta a los Hebreos nos lo dice: al entrar en el
mundo, Cristo dice a Dios: aquí estoy, vengo a hacer tu voluntad (Hb 10, 5-7). Jesús
ofrecerá también una víctima de acción de gracias , pero la víctima será él mismo. La
ofrecerá en dos momentos inseparables el uno del otro: de una forma sacramental, lo
hace en la última cena y, de una manera cruenta, en la cruz. En todo cumple sus votos
y lo hace no sólo ante el pueblo creyente sino ante la humanidad entera. En la cena,
después de haber invocado el nombre del Señor con la acción de gracias , levanta el
cáliz , bebe él y lo pasa a los discípulos para que también beban y así participen del
fruto de la salvación que él trae. De esta manera les hace don del sacramento de su
sangre que derramará en la cruz y don de su cuerpo traspasado por los clavos y
desgarrado por la lanza. Sabe que se enfrenta a la muerte y experimentará toda su
tragedia, pero sabe también que al Padre le duele la muerte de sus fieles . De hecho,
su oración de Getsemaní con gritos y lágrimas será escuchada y verá rotas las
cadenas de la muerte, después de asumirla como una ofrenda al Padre y a la
humanidad (cf. Hb 5, 7-8).
En la última cena, pero, antes de levantar el cáliz , toma una jarra para echar agua en
una jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos . Son dos gestos que se
complementan, y ambos son consecuencia de su condición de siervo . El hecho de
lavar los pies, con la humillación que, según la costumbre de la época, conlleva ante
los discípulos, explica con qué espíritu Jesús ha vivido siempre y concretamente como
vive ahora el don del cáliz , es decir, su donación en la Eucaristía y su donación en la
cruz. Lo vive como un servicio por amor. Un servicio que conlleva la purificación
interior, el perdón de los pecados, el restablecimiento de la dignidad de hijos de Dios
en quienes se dejan servir por él.
Alzaré la copa de la salvación . Tal como he dicho, el autor del salmo habla de sí
mismo, y el compilador del libro de los salmos lo aplica al Mesías y, por tanto, como
acabamos de ver, a Jesús. Pero la Iglesia nos lo propone porque este salmo habla,
también, de nosotros, los cristianos, y de nuestra celebración. El Señor mismo nos ha
dado la forma de devolverle todo el bien que nos ha hecho en Cristo : es la celebración
de la Eucaristía en la que, mediante la acción del Espíritu Santo, renovamos la ofrenda
al Padre de la víctima de acción de gracias que es Jesucristo en su sacrificio, en su
donación. Y después participamos del cáliz que contiene la sangre del Señor para
celebrar la salvación . Este cáliz sobre el que desciende la bendición del Espíritu es -tal
como cantábamos- comunión con la sangre de Cristo , al igual que el pan que partimos
es comunión con el cuerpo de Cristo (cf. 1 Cor 10, 16). Participar de ella nos hace
entrar en la intimidad del Señor y nutre nuestra realidad espiritual para irla haciendo
más parecida a la de Cristo. Por ello, recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo exige la
fidelidad más grande posible a nuestras promesas bautismales y, además, el amor
fraterno manifestado en el gesto del lavatorio de los pies. También para nosotros
tomar parte en el cáliz del Señor es inseparable de la jofaina para lavar los pies , del
servicio generoso y comprometido a los demás; es inseparable del amor fraterno.
Este amor fraterno conlleva la reconciliación, la benevolencia, el espíritu de servicio y
la solidaridad. Cada uno sabe en qué ámbitos y hacia qué personas lo debe aplicar
para poder celebrar con cierta coherencia el Jueves Santo. Sin embargo, delante del
gran drama del paro, que en Cataluña pasa de las 665.000 personas, de las cuales
unas 378.000 son personas de menos de 44 años, y como signo de nuestro
compromiso cristiano, al final de esta celebración haremos una colecta en favor de
quienes no tienen trabajo. Vuestra aportación, junto con la de la comunidad, será
entregada a “Acció Solidària contra l’atur” para que puedan continuar sus proyectos
para crear empleo y paliar las situaciones angustiosas de tantas personas.
Alzaré la copa de la salvación ; pero antes de levantarlo en la Eucaristía, tal como
acabo de decir, debemos tomar la jofaina para lavar los pies a los demás, para
servirles con humildad y con generosidad. En la fe cristiana es inseparable el
sacramento del altar del sacramento del hermano. Por eso, hoy que agradecemos el
don que el Señor nos ha hecho dejándonos su presencia eucarística y la adoramos en
el Sacramento pensando en su amor por nosotros y por toda la humanidad, debemos
honrarlo también en su presencia en los hermanos, particularmente en quienes pasan
necesidad. Así, correspondiendo en la medida de nuestros posibilidades a su ofrenda
generosa, podemos pagar al Señor todo el bien que nos ha hecho en su entrega y
cumplir su mandamiento nuevo del amor, dado precisamente la noche del primer
Jueves Santo después de haber lavado los pies a los discípulos y en el ámbito de la
última cena (cf. Jn 15, 12-17).
Ahora, con toda la densidad simbólica que tiene, repetiremos el gesto del lavatorio de
los pies que nos ha sido proclamado en el Evangelio; lo repetiremos antes de levantar
el cáliz para hacer el memorial eucarístico de la donación total del Señor.