II Domingo de Pascua , Ciclo C
DEMOSTRACIONES SENSORIALES O CIENTÍFICAS
Padre Pedrojosé Ynaraja
Me parece que os lo contaba no hace mucho, mis queridos jóvenes lectores. En la
década de los cuarenta del pasado siglo, oí por primera vez hablar de la radiestesia.
Fue por la radio y lo escuche con el interés que ponía en todo lo nuevo que saliera.
Pasaron los años y péndulos o varitas flexibles, según me contaban, eran
instrumentos en manos de ciertas personas, que permitían descubrir agua
subterránea, por ejemplo. Bastante más tarde, personas de confianza, y
precisamente refiriéndose a lugares concretos de Tierra Santa, o junto a mi lado en
Petra, contemplando los interesantes lugares de culto cananeo de alguna de sus
cimas, observé el fenómeno del movimiento que, según quien lo sostenía, daba
señales de que allí se concentraba una energía espiritual determinada. Después de
estas experiencias, sentí una cierta curiosidad por el fenómeno. Un domingo,
deseando descansar un rato del esfuerzo mental que supone la redacción de estos
mensajes que os dirijo, se me ocurrió atar una sencilla cadenita a un trozo de
cuarzo-amatista. Ninguna de las dos cosas tenía un especial precio, ni composición
misteriosa. Me concentré, alargué el brazo y lo mantuve inmóvil. Asombrado
entonces, observe que se ponía a girar en sentido opuesto al de las agujas del reloj.
Quedé anonadado. De inmediato dudé y repetí la experiencia en otros lugares, el
péndulo no se movía. Repetí la experiencia en otros lugares. Os lo aseguro, allí
donde existe un contenido espiritual, sea religioso, por ejemplo reliquias de santos
o, en otro caso, una figurita que sin ningún valor comercial me regaló con mucho
cariño mi madre y que encontré recientemente, en todas las pruebas de diversos
sentidos, mi péndulo se pone a girar siempre en el mismo sentido. Si fuera joven,
os lo aseguro, me dedicaría a estudiar esta cualidad de zahorí que parece poseo.
Me contento de saberlo y hacer, de cuando en cuando, hago pruebas ante los
demás, y para demostrármelo a mí mismo, que algo existe realmente, que ni
cromatógrafos, refractómetros o colorímetros son capaces de captar.
¿Y qué relación tiene todo esto que os vengo contando con el evangelio de la misa
de hoy, me preguntareis, mis queridos jóvenes lectores?.
A Santo Tomás me gusta llamarle con cierto humor, el apóstol científico. Exigía
pruebas para creer. Pruebas sensoriales: tocar, introducir. Si fuera ahora, se le
ocurriría acudir a los aparatos de laboratorio que os citaba. O hasta acudir a
estudios de ADN. Llegado el momento y ofreciéndose el Maestro a que comprobase
su identidad, Tomás parece que no llegó a efectuar ningún ensayo con sus dedos.
Algo en su interior le evidenció que se trataba del Señor. Y a continuación reconoció
que Él era mucho más de lo que esperaba: era su Señor y su Dios. Seguramente
sentiría algo semejante a lo que reconocieron los discípulos de Emaus cuando se
decían. ¿no ardía nuestro corazón…?
El instrumental de laboratorio no es suficiente para los conocimientos
trascendentes, no alcanza a detectarlos, mucho menos nuestros sentidos que con
facilidad se equivocan. Además no se trata de comprobar la veracidad de nuestra
Fe como quien verifica el teorema de Pitágoras y se queda tan satisfecho de ello,
continuando su vida sin inmutarse.
Reconocer a Jesús supone y exige un cambio radical de vida. Vivir adentrado en la
Esperanza. Empezar a gozar de la inconmensurable felicidad eterna, mientras se
lucha y vive la aventura de la vida, encarcelado en el espacio y en el tiempo.
No quiero dejar mi encuentro con vosotros, mis queridos jóvenes lectores, sin
recordaros lo que en la primera parte del fragmento de hoy dice el Señor: habla del
perdón del pecado. Realidad humana esta que se nos adentra y que novemos
olvidar. Como ocurre con bacterias y parásitos, todos tenemos algún tropiezo con la
maldad o el vicio. Jesús nos ofrece la purificación, la absolución. Una vida sana
espiritualmente, solo podremos obtenerla acudiendo a la desinfección periódica de
nuestra alma. Y esta remisión se nos ofrece gratuitamente, no os la perdáis.