ANTE TODO… FE
Padre Javier Leoz
Segundo domingo de Pascua y, el Señor, se aparece. Unos creen porque han visto
el sepulcro vacío, porque reconociendo su voz recuerdan aquellas palabras
“volveré” y otros, aun con dificultades, porque tienen una inmensa fe en Aquel que
vino en el nombre del Señor. Creer, no es tarea fácil.
1.- ¿Cómo están las puertas de nuestras entrañas? ¿Abiertas o reacias a la fe?
¿Dispuestas abrirse a Cristo Resucitado o chirriando porque, hace tiempo, dejaron
de ser bañadas por la oración, la esperanza, la fe o la caridad?
Estamos en Pascua. ¡Resucitó el Señor y nos llama a la vida! ¡Señor qué vea!
¡Señor, que viva! ¡Señor, que crea en ti! Deben ser exclamaciones que broten
desde lo más hondo de nuestras ganas de celebrar, sentir y vivir a Jesús.
Hoy, más que nunca, como los ap￳stoles tenemos que decir: “hemos visto al
Se￱or”. Y, aunque algunos –con intereses mezquinos y destructivos- intenten callar
o desautorizar la voz de la Iglesia, hemos de responder con la fuerza de nuestra fe,
con el entusiasmo activo y efectivo de nuestro testimonio cristiano. No podemos
dejarnos llevar por murmuraciones que entre otras cosas debilitan, pero no
consiguen su propósito: herir y a conciencia. Minar lo que, por cierto, es algo
inquebrantable y sólido: CRISTO NOS ACOMPAÑA EN NUESTRA PASION Y MUERTE,
PARA LLEVARNOS A UN MAÑANA FELIZ. También, a nuestra Iglesia, le espera.
2.- Hoy, como a Santo Tomás, nos puede ocurrir lo mismo: que nos cueste ver al
Señor en el contexto que nos toca vivir. Pero, mira por donde, es en la realidad
sufriente, en el costado por donde sangra la Iglesia, donde hemos de incrustar
nuestros dedos para comprobar que, Cristo, sigue vive dentro de ella. Que la razón
de su ser, el de la Iglesia, es precisamente anunciar –con santidad pero a veces con
alguna debilidad- la gran noticia del evangelio: ¡Ha resucitado! ¡Vive entre
nosotros!
3.- En este A￱o de la Fe, con Santo Tomás, hacemos un acto de confianza: “Se￱or
mío y Dios mío”. Creo en tu Iglesia, amo y rezo por la santidad y entrega de sus
sacerdotes y, sobre todo, sigo creyendo porque sé que, el paso del Señor por el
mundo, no ha sido inútil. Tuvo un objetivo: sacarnos del pecado, curarnos las
enfermedades del alma y atraernos, como si de un imán se tratara, al abrazo
amoroso de Dios. Y, eso, nadie nos lo puede eclipsar o eliminar.
Qué sugerente la primera lectura de este día. Los primeros cristianos tenían un
pensamiento común (Cristo), un ideario de comunión (el de Cristo), compartían de
una forma llamativa (como les enseñó Cristo) pero, sobre todo, daban testimonio
de la Resurrección de Cristo. Que también nosotros, con esa Iglesia que nació de
Cristo, seamos capaces de ir al fondo de nuestra vida cristiana: no nos podemos
intoxicar o perder en el humo. Hay que irradiar al mundo el fuego del Espíritu, la
alegría de la fe y la presencia de Jesús Resucitado. Tal vez, por ello mismo, a
muchos…..les encantaría una Iglesia temerosa, débil o acomplejada.
En nosotros, amigos, está la respuesta. Respondamos con lo que a nosotros nos
toca: la fe. ¡FELIZ PASCUA EN EL AÑO DE LA FE!
4.- ¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR!
Abriré las puertas, cuando me llamen a tiempos y a deshoras
y, aun con incertidumbres o dudas,
proclamaré que estás vivo y operante
Que, en mis miedos y temores,
me das la valentía de un león
para hacer frente a mis adversarios.
¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR!
Ven, Señor, y como a Tomás muéstrame tu costado
no para que crea más o menos
sino para sentir un poco el calor de tu regazo.
Ven, Señor, y como a Tomás, enséñame tus pies
no porque desee verlos taladrados
sino porque, al contemplarlos,
conoceré el precio que se paga
a los que desean andar por tus caminos
Ven, Señor, y como a Tomás, dame tus manos
no para advertir los agujeros que los clavos dejaron
sino para, juntando las mías sobre las tuyas,
comprender que he de ayudar al que está abatido
animar al que se encuentra desconsolado
o servir con generosidad,
a todo hombre que ande necesitado
¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR!
Porque, sé que, los Apóstoles
débiles y santos, con virtudes y defectos,
nos han dejado esta Iglesia que es Madre y sierva
Santa y pecadora, grande y pequeña,
Rica y pobre, pero esplendorosa
por la alegría de tu Pascua Resucitadora
¡ALELUYA, CREO CON TU IGLESIA, EN TI SEÑOR!