“Novedades envejecidas”
Somos hijos de la rutina, del ritual. Transitamos por protocolos amañados, inútiles. Son
las novedades envejecidas que respiran cansancio. Siembran el sin-sentido de la vida.
Nos llevan a la involución. Dios nos dio cerebro y voluntad como instrumentos de la
inventiva. Este primer proyecto fue alterado, remplazado por la inoperancia que termina
en el bostezo, disfraz de nuestra incapacidad.
El Dios de la Biblia es el Dios de la novedad. Todo lo hace bien. Todo lo hace nuevo.
No se repite. Es que Dios es amor y el amor es siempre nuevo. Si no lo fuera, ya no
sería amor. Y no sería Dios. Su único mandamiento es el amor. Y es nuevo.
Mandamiento nuevo. Tan nuevo que impide que se envejezca el corazón.
Ahora bien. No sólo es nuevo su mandamiento. Es nueva la creación. “Cielos nuevos,
tierra nueva”. Es la impronta de Dios. Es el signo de que es creación de Dios. Que si no
lo fuera estaría llamada a la destrucción. Y nos encarga hacerla nueva en cada instante.
Es decir, Dios ha puesto en nuestras manos su misma novedad. Allí está nuestro
parecido y semejanza con él. Hombres y mujeres que saben recrear su historia.
En la comunidad de Antioquía, Pablo y Bernabé dan cuenta de su ministerio: Abrir
puertas a la fe, derrumbar obstáculos en la construcción del Reino. Dos palabras más
para hablar de la novedad de Dios en nuestras vidas: Fe y Reino. La fe como semilla
que prepara el Reino y éste como realización de nuestra vida fecundada y germinada en
los jardines del Dios de la novedad.
Cochabamba 28.04.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com