“LOS APÓSTOLES HACÍAN MUCHOS SIGNOS Y PRODIGIOS EN EL
PUEBLO”…..“AUMENTABA CADA VEZ MÁS EL NÚMERO DE LOS QUE
CREÍAN EN EL SEÑOR”….. “DEN GRACIAS AL SEÑOR, PORQUE ES
BUENO, PORQUE ES ETERNO SU AMOR”…. EL DÍA DEL SEÑOR FUI
ARREBATADO POR EL ESPÍRITU… AL VER ESTO, CAÍ A SUS PIES,
COMO MUERTO” …. “CON SU MANO DERECHA, ME DIJO: “NO TEMAS:
YO SOY EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO, EL VIVIENTE”…. “¡SEÑOR MÍO Y
DIOS MÍO!”. JESÚS LE DIJO: “AHORA CREES, PORQUE ME HAS VISTO.
¡FELICES LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO!”.
Reflexión desde las Lecturas del Domingo II de Pascua, Ciclo C
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. EL CIELO EN LA TIERRA (Ap 1,9-19)
“El Día del Se￱or fui arrebatado por el Espíritu”. Ya desde los primeros tiempos
del cristianismo el día del Señor es momento privilegiado para hacer experiencia de
Cristo Resucitado. También hoy el domingo es el día por excelencia en que Cristo se
comunica y actúa. Estamos llamados, sobre todo en este tiempo de Pascua, a vivir el
día del Señor como día de gracia, a experimentar la presencia y la potencia del
Resucitado. Nos hemos dejado robar el domingo por la sociedad secularizada y
consumista, y hay que recuperarlo. El domingo es sacramento del Resucitado. El
domingo marca la identidad del cristiano.
“Me di vuelta para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros
de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre” . Es en la
celebración litúrgica, y especialmente en la Eucaristía, donde Cristo se manifiesta y
actúa. La liturgia no son ritos vacíos, sino la presencia viva y eficaz del Resucitado. Si
descubriéramos –y experimentásemos– esta presencia y esta acción, nos sería mucho
más fácil vivir las celebraciones; y, sobre todo, recibiríamos su gracia abundante
transformando nuestra vida. Pues la liturgia es el cielo en la tierra.
“Yo soy el Primero y el Último” . Cristo resucitado se nos manifiesta como Señor
absoluto de la historia y de los acontecimientos. Todo está bajo su control, de
principio a fin. Tiene “la llave de la Muerte y del Abismo”. Conoce lo que ha de
suceder. Es el Señor, sin límites ni condicionamientos. ¿Cómo no vivir gozoso bajo su
dominio? ¿Cómo ser pesimistas?
2. PRIMERA LECTURA
¿Cómo se reconoce la presencia de Jesús Resucitado en una comunidad? Cuando Él
está presente sigue obrando por medio de esa comunidad, así como él actúo en su vida
terrena. Estar unidos, ser “un solo coraz￳n y una sola alma”, ser testimonio para los
demás, liberar del mal y la enfermedad, son signos de su presencia en el mundo hoy,
así como lo fueron ayer. Sólo si Él está, nuestra comunidad podrá vivir como signo de
su presencia real en el día a día de la historia humana.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles. Hech 5, 12-16
Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían
congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, pero ningún
otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy
bien de ellos. Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor,
tanto hombres como mujeres. Y hasta sacaban a los enfermos a las calles,
poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su
sombra cubriera a alguno de ellos. La multitud acudía también de las ciudades
vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos
quedaban sanados.
Palabra de Dios.
2.1 LOS APÓSTOLES HACÍAN MUCHOS SIGNOS Y PRODIGIOS EN EL
PUEBLO
El texto de hoy nos trae una nueva imagen de la vida de la comunidad, de forma
parecida a como ya se había hecho en otros capítulos de Los Hechos de los Apóstoles
2:42-47 y 4:32-35. Muestran cómo vivía la comunidad cristiana en aquellos tiempos
y, a la vez, cómo debería vivir siempre.
En el centro de la narración aparece la presencia y la acción de los apóstoles, en
particular la de Pedro. Estos realizan signos y prodigios que atestiguan el poder del
Resucitado. El pueblo los engrandece; aumenta el número de los creyentes; aumenta
también la fe suscitada por el poder de curación de los apóstoles, incluso por la
sombra de Pedro. Se perfeccionan aquí los rasgos de la Iglesia, que, mientras se va
formando, agrega siempre, por el poder del Espíritu, nuevos miembros, sobre todo
mediante la actividad de los apóstoles.
Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Un verdadero
derroche de milagros, si es lícito hablar así, el que aquí deja entender la narración de
San Lucas que hacían los apóstoles (v.1a.15). Buena respuesta a la oración que en este
sentido habían hecho al Señor (cf. 4:30). Es natural que el número de fieles creciese
más y más; “Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Se￱or,
tanto hombres como mujeres” y que la fama saliese muy pronto fuera de Jerusalén;
“La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo
enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban sanados”, dando sin
duda ocasión a que la Iglesia comenzase a extenderse por Judea.
Esos “otros” que no se atrevían a unirse a los apóstoles; “pero ningún otro se atrevía
a unirse al grupo de los Ap￳stoles”, serían los ciudadanos de cierta posición, que se
mantenían apartados por miedo al sanedrín, en contraste con la masa del pueblo, que
abiertamente se mostraba bien dispuesta; “aunque el pueblo hablaba muy bien de
ellos” . Las reuniones solían tenerse en el “p￳rtico de Salom￳n”; “Todos solían
congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el p￳rtico de Salom￳n” , lugar
preferido para reuniones públicas de carácter religioso, y donde ya Pedro, a raíz de la
curación del rengo de nacimiento, había tenido el discurso que motivó su primer
arresto por parte del sanedrín (cf. 3:11).
3. SALMO
Continuando la alegría pascual, el salmo canta la bondad del Señor y nos invita a
alegrarnos. Participamos de esta oración, aclamando: ¡Den gracias al Señor, porque es
bueno, porque es eterno su amor!
SALMO 117,2-4, 22-27
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
O bien: Aleluya.
Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de
Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su
amor! R.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido
hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Éste es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él. R.
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en nombre del
Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: el Señor es Dios, y él nos
ilumina. R.
3.1 “DEN GRACIAS AL SEÑOR, PORQUE ES BUENO, PORQUE ES ETERNO
SU AMOR”
Este salmo que cantamos hoy, en nuestro segundo de Pascua, es un himno triunfal, el
salmista entona un himno de acción de gracias por una victoria recientemente obtenida
contra los enemigos de Israel, ¡Aleluya!. Este salmo es el último del grupo aleluyático
(“Gran Hallel”) y resume un profundo sentido eucarístico. El Se￱or ha liberado
milagrosamente a su pueblo de un gran peligro y el poeta, recogiendo el sentir
colectivo, expresa, durante una procesión al templo para ofrecer las víctimas
eucarísticas, los sentimientos de gratitud hacia el Dios.
“¡Den gracias al Se￱or, porque es bueno, porque es eterno su amor, Que lo diga el
pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!"
El Señor, es salvador de su pueblo. Así lo expresa más adelante el salmista: En la
angustia invoqué al Se￱or, y me escuch￳, poniéndome en salvo”. Y a continuación el
salmista declara cómo el Señor ha mostrado su piedad con él, pues le ha librado de
una situación angustiosa En realidad, teniendo a su favor al Señor, nada puede temer
de sus enemigos: “Está por mí Se￱or: ¿Qué puedo temer? ¿Qué podrá hacerme el
hombre? Está el Se￱or por mí como socorro mío”.
Y luego el salmista pone toda su confianza en Dios: “Mejor es confiar en el Se￱or que
confiar en los hombres; mejor acogerse al Se￱or que fiar en los príncipes…..”Fui
fuertemente empujado para que cayera, pero fue el Señor mi auxilio. El Señor es mi
fortaleza y a Él le canto salmos; fue para, mí la salvaci￳n.” Los auxilios humanos son
insuficientes y aun engañadores; por eso, sólo debe confiarse en el Señor, que no
engaña y es omnipotente
Continúa el Salmo, con manifestaciones de exultación y agradecimiento. Después de
la victoria sobre los obstinados enemigos, los israelitas, agradecidos, el salmo entona
himnos jubilosos de triunfo, pues se ha manifestado la mano poderosa del Señor, la
mano del Señor ha hecho proezas, por eso el pueblo entra solemnemente en el templo
de Jerusalén y canta las nuevas hazañas de su Dios . “La mano del Se￱or es sublime, la
mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el
Se￱or.”
3.2 ESTO HA SIDO HECHO POR EL SEÑOR Y ES
ADMIRABLE A NUESTROS OJOS
“La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha
sido hecho por el Se￱or y es admirable a nuestros ojos.” Los constructores del
edificio de la historia humana no habían reparado en una piedra despreciable por su
tamaño, pero que en los designios de Dios ocupa el lugar central de la vida espiritual
de los pueblos, ya que es la clave en el proceso del establecimiento del reino de Dios
en la tierra.
Israel es, en efecto, la piedra angular en el edificio de la salvación de la humanidad,
pues es el vehículo de transmisión de los designios salvadores de Dios en la historia.
Jesucristo se aplicó este texto a sí mismo, pues las clases dirigentes de Israel no le han
querido reconocer como Mesías, cuando es la piedra angular del mesianismo. En
efecto, Cristo es el punto de conjunción del Israel de las promesas y el de las
realizaciones mesiánicas universalistas.
Continuando con el resto del salmo, vemos como el salmista, entusiasmado ante los
destinos de Israel, dice: “Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros
ojos.” ; la actual victoria y liberación forma parte de un proceso providencialista de
Dios, que es realmente admirable a nuestros ojos. La resurrección de Israel después
del exilio babilónico prueba su elección entre todos los pueblos. El Señor es fiel a sus
antiguas promesas, y ello es prenda del glorioso futuro que espera al pueblo elegido.
“Éste es el día que hizo el Se￱or: alegrémonos y regocijémonos en él” El salmista,
invita a la alegría general por el éxito logrado. Entusiasmado ante el espectáculo de
júbilo, pide al Señor que continúe protegiendo a su pueblo. “Éste es el día que hizo el
Se￱or: alegrémonos y regocijémonos en él”. Y luego continúa cantando : Sálvanos,
Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Se￱or”.
Recordamos ahora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén ; “¡Bendito el que viene en
el nombre del Se￱or!:” Es así como las gentes de Jerusalén saludan con estas
palabras del salmo a Jesús al entrar triunfante en la ciudad santa. El grito de
“ᄀHosanna!” está también tomado del versículo 25 de este salmo procesional, que
debía de ser muy recitado por los peregrinos al entrar en la ciudad santa.
El salmo se cierra con una frase de fe y esperanza; “El Se￱or es nuestro Dios; Él nos
ilumina”….
4. SEGUNDA LECTURA
Jesucristo manifiesta su presencia poderosa. La vestimenta que lleva simboliza el
señorío que tiene sobre el mundo y todo lo que contiene. Él, que ha vencido el dolor y
la muerte tiene las llaves de la muerte. Quienes creemos en él no debemos temer,
porque Él tiene ya la vida plena, y nos la comunica, por eso la muerte ya no tiene
poder sobre Él.
Lectura del libro del Apocalipsis. Apoc 1, 9-13. 17-19
Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la
espera perseverante en Jesús, estaba en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de
Dios y del testimonio de Jesús. El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu y oí
detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo
que ahora vas a ver, y mándalo a las siete iglesias que están en Asia”. Me di vuelta
para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en
medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre, revestido de una larga
túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro. Al ver esto, caí a sus pies,
como muerto, pero él, tocándome con su mano derecha, me dijo: “No temas: Yo soy
el Primero y el Último, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y
tengo la llave de la Muerte y del Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede
ahora y lo que sucederá en el futuro”.
Palabra de Dios
4.1 APOCALIPSIS
El término apocalipsis viene de la primera palabra con la que empieza este libro:
Apocalipsis de Jesucristo. El substantivo apocalipsis = revelación proviene del verbo
griego que significa “revelar, descorrer el velo, descubrir.” En el Nuevo Testamento,
un apocalipsis es, pues, esencialmente, una revelación, hecha por Dios a los hombres,
de cosas ocultas conocidas sólo por El. Aquí la revelación va dirigida a San Juan, el
cual recibe la misión de comunicarla a las siete iglesias de la provincia proconsular de
Asia: Efeso, Esmirna, Pergamo, Tia-tira, Sardes, Filadelfia y Laodicea. Estas siete
iglesias representan a todas las comunidades cristianas del Asia a las cuales dirige San
Juan su mensaje. Es probable que nuestro autor tome apocalipsis en el sentido de
“manifestaci￳n de Jesucristo como Se￱or y como Juez,” pues es el sentido que mejor
responde al contenido de su mensaje.
En la época en que escribía San Juan, el término apocalipsis servía para designar —
tanto entre los judíos como entre los cristianos — libros que contenían revelaciones
divinas acerca de diferentes objetos, especialmente sobre el futuro. Y estas
revelaciones divinas podían ser hechas directamente por Dios, o por medio de ángeles.
Pero, sin revelación divina, no se podía dar apocalipsis, porque el hombre es incapaz
de conocer por sí mismo los secretos celestes.
El Apocalipsis se presenta como un libro profético que, mediante diversos vaticinios e
imágenes, describe los hechos presentes y futuros de la Iglesia. Esta, siempre
perseguida, pero siempre triunfante, alcanzará finalmente la perfecta victoria sobre sus
enemigos. El autor sagrado presenta el poder pagano de su tiempo luchando
encarnizadamente contra Cristo y su Iglesia. Los anticristos de que nos habla el
Apocalipsis son personificaciones de fuerzas colectivas del mundo, que, a través de
los siglos, tratan de destruir el poder de Jesucristo. Si bien el Apocalipsis se refiere
inmediatamente a la lucha que sostenía la Iglesia con los poderes paganos, a finales
del siglo I tiene, sin embargo, un valor y un significado permanente, ya que la Iglesia
en la tierra es esencialmente militante. Tiene que hacer frente continuamente a todos
los errores y persecuciones que surgen a través de los siglos.
El vidente de Patmos presenta la historia de la salvación como una gran liturgia del
mundo, en la cual, por virtud del sacrificio del Cordero, se logra vencer el mal y las
almas son incorporadas al reino de Dios. Por este motivo, en todas la visiones, excepto
en la última se alude al Pontífice celeste y a su sacrificio. También se anuncia la
venida gloriosa de Cristo y las últimas calamidades que precederán a su venida.
4.2 “EL DÍA DEL SEÑOR FUI ARREBATADO POR EL ESPÍRITU"
San Juan recibe de Jesucristo, que se le aparece en la isla de Patmos, el encargo de
escribir a las siete Iglesias de Asia. “Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y
mándalo a las siete iglesias que están en Asia”.
El autor sagrado hace su presentación personal a semejanza de los profetas de la
Antigua Alianza. Juan — su nombre ya nos era conocido desde Ap 1:1 — tiene una
visión hallándose en la pequeña isla de Patmos. “Yo, Juan, hermano de ustedes, con
quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús,
estaba en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de
Jesús”. El apóstol se nos presenta como hermano en la fe y como compañero en la
tribulación, sufrida por la fe; como copartícipe en el reino sacerdotal y en la paciencia
con que soporta la tribulación. San Juan ha tenido que pasar por grandes pruebas
exteriores y persecuciones a causa del Evangelio. Su destierro en el islote de Patmos
era una señal evidente de los sufrimientos que había tenido que soportar. Pero todo lo
sufrió con paciencia, es decir, con fe, esperanza y firmeza. Juan es el prototipo del
verdadero cristiano que sabe aguantar y perseverar en la fe, a pesar de las muchas
dificultades que se le opongan. Y esta perseverancia en el servicio de Cristo será la
que consiga el triunfo del reino de Jesucristo en medio de todas las persecuciones
desencadenadas contra él.
Después de la presentación, San Juan comienza inmediatamente con la narración de la
primera visión. Esta tuvo lugar en el día del Señor, es decir, en domingo, día venerado
por los cristianos a causa de la resurrección del Señor, que tuvo lugar en tal día. Este
texto del Apocalipsis; “El Día del Se￱or fui arrebatado por el Espíritu", constituye
la primera mención expresa del domingo cristiano. Juan fue arrebatado en éxtasis,
para que, desligado de la vida de los sentidos, percibiese mejor las cosas divinas. En
este estado oye una voz fuerte, como de trompeta, que le intimaba la orden de escribir
lo que viese para transmitirlo a las siete iglesias de Asia; “y oí detrás de mí una voz
fuerte como una trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y
mándalo a las siete iglesias que están en Asia”. Se trata del Apocalipsis entero. Las
siete ciudades nombradas, unidas por magníficas vías, formaban un círculo fácil de
recorrer para un mensajero llegado de Patmos a Efeso.
4.3 YO SOY EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO, EL VIVIENTE.
Juan, al volverse para ver “de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete
candelabros de oro”. En medio de ellos había; “a alguien semejante a un Hijo de
hombre”, Es Jesucristo que se le aparece en sus funciones de juez escatológico. Jesús
empleó con mucha frecuencia esta expresión daniélica, aplicándosela a sí mismo. Era
un título mesiánico que ponía de realce las cualidades humanas de Cristo. El autor del
Apocalipsis describe las prerrogativas de Cristo simbólicamente; “revestido de una
larga túnica que estaba ce￱ida a su pecho con una faja de oro” designa la dignidad
regia del Mesías. El sumo sacerdote de la Antigua Ley llevaba también una larga
túnica talar, ceñida con una faja de cuatro dedos de ancho.
A la vista de esta aparición, San Juan sufre un desmayo, “caí a sus pies, como
muerto”, del que le hace volver Cristo, que le conforta, inspirándole confianza. “No
temas”. A continuación Cristo se presenta como resucitado. Yo soy el Primero y el
Último, el Viviente. Y reivindica una triple prerrogativa: en primer lugar afirma su
poder sobre la vida “tengo las llaves la muerte y del abismo” . Seguramente el autor
sagrado alude aquí al descenso de Cristo a los infiernos para librar a los allí detenidos.
Jesucristo es señor del infierno porque tiene las llaves, es decir, el poder para penetrar
en aquel lugar misterioso en donde estaban reunidos los muertos. Y es dueño de la
muerte, porque sobre ella ejerce su soberanía.
Una segunda prerrogativa de Cristo es la de tener derecho de gobierno sobre las
iglesias. Y, finalmente, es dueño de los destinos de esas mismas iglesias y del mundo
entero. Las iglesias están representadas por siete candelabros, porque participan de la
luz de Cristo.
5. EVANGELIO
Las palabras de Jesús a los apóstoles son un modo de anunciar el inicio de lo que
luego será la comunidad eclesial: los exhorta a vivir la reconciliación y los envía al
mundo. En definitiva, eso mismo vino a hacer Jesús: enviado por el Padre, vino a
reconciliar a todos los hombres. La comunidad, entonces, es enviada como lo fue el
Hijo, para continuar con su obra.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Jn 20, 19-31
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las
puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en
medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostr￳
sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al
Se￱or. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envi￳
a Mí, Yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopl￳ sobre ellos y a￱adi￳:
“Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los
perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. Tomás, uno de los
Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros
discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Se￱or!”. Él les respondi￳: “Si no veo la
marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la
mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los
discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús,
estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con
ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca
tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
Tomás respondi￳: “¡Se￱or mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque
me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”. Jesús realiz￳ además muchos
otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este
Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo
de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra del Señor.
5.1 AL ATARDECER DEL PRIMER DÍA DE LA SEMANA
Estas apariciones a los apóstoles son destacadas en el Evangelio de San Juan para
relatarnos su particular importancia, estos son hechos excepcionales. La primera
aparición, sucede en la “tarde” del mismo día de la resurrección, cuyo nombre de la
semana era llamado por los judíos como lo pone aquí San Juan, “el primer día de la
semana.”
Los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos.
Suponemos que los once apóstoles están juntos, sin embargo también se puede
presumir que posiblemente hubiese con ellos otras personas, pero estas no se citan.
El relato evangélico no precisa el lugar donde sucedieron estos hechos, no obstante
creíblemente podría ser en el cenáculo (Hech 1:4.13). Los sucesos de aquellos días,
siendo ellos los discípulos del Crucificado, les tenían temerosos. Esa es la razón por la
cual se ocultaban y permanecían a puertas cerradas. Temía la intromisión inesperada
de sus enemigos
5.2 EL ESTADO “GLORIOSO” EN QUE SE HALLA CRISTO
RESUCITADO
Pero la entrega de este detalle tiene también por objeto demostrar el estado “glorioso”
en que se halla Cristo resucitado cuando se presenta ante ellos. Es así como
inesperadamente, Cristo se apareció en medio de ellos. En el relato de Lucas, se
comenta que quedaron “despavoridos,” pues creían ver un “espíritu” o un fantasma.
Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con
ustedes!”. Con ello les dispensó lo que ésta llevaba adjunto (cf. Lc 24:36-43). San
Juan omite lo que dice en evangelio de Lucas, sobre que no se turben ni duden de su
presencia. Aquí, al punto, como garantía, les muestra “las manos,” que con sus
cicatrices les hacían ver que eran las manos días antes perforadas por los clavos, y “el
costado,” abierto por la lanza; en ambas heridas, mostradas como títulos e insignias de
triunfo, tal así que Tomás podría poner sus dedos.
En evangelio de Lucas se relata que les muestra “sus manos y pies,” y se omite lo del
costado, sin duda porque se omite la escena de Tomás. Ni quiere decir esto que Cristo
tenga que conservar estas señales en su cuerpo. Como se mostró a Magdalena
seguramente sin ellas, y a los peregrinos de Emaús en aspecto de un caminante, así
aquí, por la finalidad apologética que busca, les muestra sus llagas. Todo depende de
su voluntad. Esta, como la escena en Lucas, es un relato de reconocimiento: aquí, de
identificación del Cristo muerto y resucitado; en Lucas es prueba de realidad corporal,
no de un fantasma.
Bien atestiguada su resurrección y su presencia sensible, San Juan transmite esta
escena de trascendental alcance teológico.
5.3 COMO EL PADRE ME ENVIÓ A MÍ, YO TAMBIÉN LOS ENVÍO A
USTEDES.
Jesús anuncia a los apóstoles que ellos van a ser sus “enviados,” como Él lo es del
Padre. Es un tema constante en los evangelios. Ellos son los “ap￳stoles” (Mt 28:19; Jn
17:18, etc.).
Jesucristo tiene todo poder en cielos y tierra y los “envía” ahora con una misión
concreta. Los apóstoles son sus enviados con el poder de perdonar los pecados. Para
ese tiempo, ese envío era algo insólito. En el Antiguo Testamento, sólo Dios
perdonaba los pecados. Por eso, de Cristo, al considerarle sólo hombre, decían los
fariseos escandalizados: Este “blasfema. ﾿Quién puede perdonar los pecados sino s￳lo
Dios?” (Mc 2:7).
5.4 AL DECIRLES ESTO, SOPLÓ SOBRE ELLOS Y AÑADIÓ:
“RECIBAN EL ESPÍRITU SANTO”
El Espíritu Santo es el “don” por excelencia, infinito como infinito es Dios; aunque
quien cree en Cristo ya lo posee, puede sin embargo recibirlo y poseerlo cada vez más.
La donación del Espíritu Santo los Apóstoles en la tarde de la Resurrección demuestra
que ese don inefable, indescriptible, está estrechamente unido al misterio pascual; es
el supremo don de Cristo que, habiendo muerto y resucitado por la redención de los
hombres, tiene el derecho y el poder de concedérselo. La bajada del Espíritu en el día
de Pentecostés renueva y completamente este don, y se realiza no de una manera
íntima y privada, como en la tarde de Pascua, sino en forma solemne, con
manifestaciones exteriores y públicas indicando con ello que el don del Espíritu no
está reservado a unos pocos privilegiados sino que está destinado a todos los hombres
como por todos los hombres murió, resucitó y subió a los cielos Cristo. El misterio
pascual culmina por lo tanto no sólo en la Resurrección y en la Ascensión, sino
también en el día de Pentecostés que es su acto conclusivo.
5.5 “LOS PECADOS SERÁN PERDONADOS A LOS QUE
USTEDES SE LOS PERDONEN, Y SERÁN RETENIDOS A LOS
QUE USTEDES SE LOS RETENGAN”.
Al decir esto, “sopl￳” sobre ellos. Es símbolo con el que se comunica la vida que Dios
concede (Gen 2:7; Ez 37:9-14; Sab 15:11). Por la penitencia, Dios va a comunicar su
perd￳n, que es el dar a los hombres el “ser hijos de Dios” (Jn 1:12): el poder de
perdonar, que es dar vida divina. Precisamente en Génesis, Dios “sopla” sobre Adán el
hombre de “arcilla,” y le “inspir￳ aliento de vida” (Gen 2:7) Por eso, con esta
simb￳lica sopladura explica su sentido, que es el que “reciban el Espíritu Santo.” Dios
les comunica su poder y su virtud para una finalidad muy concreta: “Los pecados
serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que
ustedes se los retengan”.
Aquí el regalo del Espíritu Santo a los apóstoles tiene una misión de “perd￳n.” Los
apóstoles se encuentran en adelante investidos del poder de perdonar los pecados. Este
poder exige para su ejercicio un juicio. Si han de perdonar o retener todos los pecados,
necesitan saber si pueden perdonar o han de retener. Evidentemente es éste el poder
sacramental de la confesión.
Por otra parte, para no confundirse, esta no es la promesa del Espíritu Santo que les
hace en el evangelio de Juan, en el Sermón de la Cena (Jn 14:16.17.26; 16:7-15), ya
que en esos fragmentos se les promete al Espíritu Santo, que se les comunicará en
Pentecostés, una finalidad “defensora” de ellos e “iluminadora” y “docente.” En este
relato san Juan trata sólo del poder que se confiere del perdón de los pecados. “Los
pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los
que ustedes se los retengan”.
5.6 “¡HEMOS VISTO AL SEÑOR!”
En esta aparición del Señor a los apóstoles no estaba el apóstol Tomás, de
sobrenombre el mellizo. Si aparece, por una parte, el hombre de corazón y de arranque
que relata san Juan 11:16. En el capítulo 14:5 san Juan lo muestra un tanto escéptico.
Entonces se diría que es lo que va a reflejarse aquí. No solamente no creyó en la
resurrección del Señor por el testimonio de los otros diez apóstoles, y no sólo exigió
para ello el verle él mismo, sino el comprobarlo. Es así como el necesitaba ver las
llagas de los clavos en las manos del Señor, y aún más, meter su dedo en ellas, lo
mismo que su mano en la llaga del costado de Cristo, la que había sido abierta por el
golpe de lanza del centurión. Entonces, sólo a este precio creerá.
5.7 “TRAE AQUÍ TU DEDO: AQUÍ ESTÁN MIS MANOS.”
Pero a los ocho días se realizó otra vez la visita del Señor. Estaban los apóstoles
juntos, probablemente en el mismo lugar, y Tomás con ellos. Y vino el Señor otra vez,
cerradas las puertas. San Juan relata esta escena muy sobriamente. Y después de
desearles la paz "¡La paz esté con ustedes!", se dirigió a Tomás y le dijo: Trae aquí
tu dedo: aquí están mis manos y le mandó que cumpliese en su cuerpo la experiencia
que él exigía diciéndole: Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no seas
incrédulo, sino hombre de fe.
No dice explícitamente el relato si Tomas llegó a introducir el dedo en las llagas para
cerciorarse, al contrario lo exceptúa al decirle Cristo: Ahora crees, porque me has
visto. La evidencia de la presencia de Cristo había de deshacer la obstinación de
Tomás.
5.8 ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!
Tomas exclamo: “¡Se￱or mío y Dios mío!” Esta exclamación encierra una riqueza
teológica grandiosa y hermosísima. Esta es un reconocimiento de Cristo, es un
afirmación de quién es El. Es, además, esta enunciación, uno de los pasajes del
evangelio de san Juan junto con el prólogo, en donde explícitamente se proclama la
divinidad de Cristo. Dado el lento proceso de los apóstoles en ir valorando en Cristo
su divinidad hasta la gran clarificación de Pentecostés, sin duda la frase es una
explicitación de san Juan a la hora de la composición de su evangelio. Pero supone el
acto de fe de Tomás.
5.9 “AHORA CREES, PORQUE ME HAS VISTO.”
Tomás fue reprochado, no porque el ver para creer sea malo, sino por haber rechazado
el testimonio de los otros apóstoles que vieron. Para creer hay que verlo directamente,
como los apóstoles, o indirectamente, como nosotros, que nos apoyamos en el ver y en
la predicación solemne y pública de los apóstoles.
La fe es un don de Dios, pero tiene también sus bases humanas, como es el estudio y
el testimonio de los testigos.
Este Evangelio nos enseña una lección de fe y, nos invita a no esperar signos visibles
para creer. Pero también es comprensible que Tomás quisiera experimentar por sí
mismo, del mismo modo como nos gusta a nosotros experimentar por nosotros
mismos, porque a Cristo se le debe experimentar en primera persona. Es cierto que la
ayuda de los amigos como los consejos de nuestro director espiritual son válidos, pero
al final solo depende de nosotros mismos dar ese gran paso a la fe, y entregarnos con
toda confianza a los brazos del Señor.
El Señor permite a Tomás esta experiencia, se aparece a los apóstoles e
inmediatamente le habla, me imagino la emoción de Tomás al verle, tal vez
entristecido por haber dudado, pero al mismo tiempo agradecido por este actitud de
Cristo y, así, el hace ese hermoso reconocimiento a la divinidad de Jesús con esta
hermosa oraci￳n de alabanza: “Se￱or mío y Dios mío.”
5.10 ¡FELICES LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO!
Dice el Señor: “¡Felices los que creen sin haber visto!” La respuesta de Cristo a esta
confesión de Tomás acusa el contraste, se diría un poco irónico, entre la fe de Tomás y
la visión de Cristo resucitado, para proclamar bienaventurados a los que creen sin ver.
No es censura a los motivos racionales de la fe y la credibilidad, como tampoco lo es a
los otros diez apóstoles, que ocho días antes le vieron y creyeron, pero que no
plantearon exigencias ni condiciones para su fe, ya que ellos no tuvieron la actitud de
Tomás, que se negó a creer a los testigos para admitir la fe si él mismo no veía lo que
no sería posible verlo a todos, ni por razón de la lejanía en el tiempo, ni por haber sido
de los elegidos por Dios para ser testigos de su resurrección (Hech 2:32; 10:40-42). Es
la bienaventuranza de Cristo a los fieles futuros, que aceptan, por tradición
ininterrumpida, la fe de los que fueron elegidos por Dios para ser testigos oficiales de
su resurrección y para transmitirla a los demás. Es lo que Cristo pidió en la Oración
Sacerdotal: No ruego sólo por éstos (por los apóstoles), sino por cuantos crean en mí
por su palabra” (Jn 17:20).
Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14), la Paz de Cristo Resucitado para todos
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
II DOMINGO DE PASCUA C
Publicado en este link: PALABRA DE DIOS
Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén
Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.
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