EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la segunda semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,27-33.
Los trajeron y los presentaron ante el Consejo. El sumo sacerdote los interrogó
diciendo:
«Les ha bíamos advertido y prohibido enseñar en nombre de ése. Pero ahora en
Jerusalén no se oye más que su predicación y quieren echarnos la culpa por la
muerte de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles respondieron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres.
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte
colgándolo de un madero.
Dios lo exaltó y lo puso a su derecha como Jefe y Salvador, para dar a Israel la
conversión y el perdón de los pecados.
Nosotros somos testigos de esto y lo es también el Espíritu Santo, que Dios ha dado
a los que le obedecen.»
Ellos escuchaban rechinando los dientes de rabia y querían matarlos.
Salmo 34(33),2.9.17-18.19-20.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, no cesará mi boca de alabarlo.
Gusten y vean cuán bueno es el Señor ¡dichoso aquel que busca en él asilo!
El Señor aparta su cara de los malos y borra de la tierra su recuerdo.
En cuanto gritan, el Señor escucha, y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del corazón deshecho y salva a los de espíritu abatido.
Aunque el justo padezca muchos males, de todos los librará el Señor.
Evangelio según San Juan 3,31-36:
El que viene de arriba está por encima de todos. El que viene de la tierra pertenece
a la tierra y sus pa la bras son terrenales. El que viene del Cielo,
por más que dé testimonio de lo que allí ha visto y oído, nadie acepta su
testimonio.
Pero aceptar su testimonio es como reconocer que Dios es veraz.
Aquel que Dios ha enviado hab la las palabras de Dios, y da el Es píritu sin medida,
porque el Pa dre ama al Hijo y ha puesto to das las cosas en sus manos.
El que cree en el Hijo vive de vida eter na; en cambio, el que no cree en el Hijo
tendrá que enfrentar un juicio de Dios; nunca conocerá la vida.»
Comentario del Evangelio por:
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la
Iglesia
Las Confesiones IX, 10
“El que ha venido del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído.” (Jn
3,32)
Si hubiese alguno para quien callase el tumulto de la carne; y callasen los
fantasmas de la tierra y de las aguas y del aire; y callase el cielo, y hasta su propia
alma callase y saliese fuera de sí, no pensando en sí; y callasen los sueños y las
imaginarias revelaciones; y callase toda lengua y todo signo y todo cuanto nace
para desaparecer; si hubiese alguno para quien todo esto callase --porque para
quien tiene oídos, todas estas cosas dicen “no nos hicimos nosotros, sino que nos
hizo El, que permanece para siempre.” (cf Sal 99,3-5) Y si dicho esto todas las
cosas enmudeciesen porque elevaron su oído hacia Aquel que las creó. Y si luego
hablase El solo, no por ellas, sino por Sí mismo, para que oyésemos su palabra, no
ya por lengua de carne, ni por voz de ángel, ni por tronido de nube (Ex 19,16) ni
por enigma de parábola, sino directamente a El mismo, a quien amamos en estas
cosas...a El mismo, a quien sin estas cosas oímos, a la manera que ahora
extendemos las alas de nuestro pensamiento y en su vuelo nos elevamos hasta
tocar la sabiduría eterna...Por ventura, todo este cúmulo de cosas, ¿no es
realizaci￳n de aquellas palabras evangélicas que dicen: “Entra en el gozo de tu
Se￱or.” (Mt 25,21)
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”