Ciclo C: III Domingo de Pascua
Rosalino Dizon Reyes.
La escena que nos presenta este III domingo de Pascua transcurre en el lago de
Galilea. Jesús, en ese mismo lugar, tres años antes, invitó a unos pescadores a que
le acompañaran en la instauración del Reino. Ellos, dejándolo todo, le siguieron.
Ahora, en el mismo lago de Galilea, y después de la experiencia de la resurrección,
Jesús se volvió a acercar a esos pescadores-discípulos, les quitó el miedo, las
dudas, el desamparo que los atenazaba, los colmó de paz y serenidad, les
emocion￳ con otra “pesca milagrosa” y les volvi￳ a recordar que serán “pescadores
de hombres”.
La “pesca” es la imagen y el símbolo de la misi￳n, de la urgente necesidad de todo
cristiano bautizado de ser testigo de la verdad y de la vida de Cristo resucitado.
Todos los discípulos sienten necesidad de anunciar el Reino, de no quedarse en la
orilla sino llevar la palabra del Señor a todos los hombres. La misión hay que
realizarla según los criterios de Jesús, guiarse por su Espíritu, estar abiertos a sus
inspiraciones desde la unidad, los signos de los tiempos y las disposiciones
eclesiales.
En este ambiente de intimidad y de diálogo sincero, Jesús pregunta a Pedro, hasta
tres veces, si lo ama. Pedro responde afirmativamente con humildad y
reconocimiento y así repara las negaciones de la pasión y el Señor le confía el
cuidado de sus seguidores en la tierra. Esta misma pregunta nos la hace hoy el
Se￱or a cada uno de nosotros. No podemos responderle con un evasivo “sí” de
rutina y de comodidad, sin exigencia ninguna. La fidelidad, la disponibilidad en la
misión, la aplicación en nuestra vida de los valores del evangelio serán criterios,
entre otros, que garanticen la firmeza de nuestra convicción en el amor al Señor al
responder a su pregunta y llamada.
El Papa Francisco, en el inicio de su Pontificado, nos urge a impulsar con fe
ardiente, la tarea evangelizadora especialmente entre los más alejados y pobres. La
narraci￳n de “la pesca milagrosa”, el entorno que la envuelve y el fin exhortativo
que Jesús inculca a sus discípulos, nos debe motivar a anunciar el Reino de Dios
con mayor convicción y firmeza.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)