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Día litúrgico: Lunes III de Pascua
Texto del Evangelio ( Jn 6,22-29): Al día siguiente (…), cuando la gente vio que
Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a
Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí,
¿cuándo has llegado aquí?ᄏ (…). Jesús les respondió: ᆱ(…) Obrad, no por el
alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el
que os dará el Hijo del hombreᄏ (…).
Comentario: Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera (Corró d'Avall, Barcelona, España)
La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado
Hoy contemplamos los resultados de la multiplicación de los panes, resultados que
sorprendieron a toda aquella multitud. Ellos bajan de la montaña, al día siguiente,
hasta la orilla del lago, y se quedan allí mirando Cafarnaúm. Se quedan allí porque
no hay ninguna barca. De hecho, sólo había habido una: aquella que en la tarde
anterior había marchado sin Jesús.
La pregunta es: ¿Dónde se encuentra Jesús? Los discípulos han marchado sin
Jesús, y, sin duda, Jesús allá no está. ¿Dónde está, pues? Afortunadamente, la
gente puede subir a unas barcas que han ido llegando, y zarpan en busca del Señor
a Cafarnaúm.
Y, efectivamente, al llegar a la otra orilla del lago, le encuentran. Se sorprenden de
su presencia allí, y le preguntan: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» (Jn 6,25). La
realidad es que la gente no sabía que Jesús había caminado por encima de las
aguas de manera milagrosa, y Jesús tampoco da respuesta directa a las preguntas
que le hacen.
¿Qué dirección y qué esfuerzo llevan a encontrar a Jesús verdaderamente? Nos lo
dice el mismo Señor: «Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento
que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste
es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello» (Jn 6,27).
Detrás de todo esto continúa estando la multiplicación de los panes, signo de la
generosidad divina. La gente insiste y continúa preguntando: «¿Qué hemos de
hacer para realizar las obras de Dios?» (Jn 6,28). Jesús responde claramente: «La
obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado» (Jn 6,29).
Jesús no pide una multiplicación de obras buenas, sino que uno tenga fe en aquel
que Dios Padre ha enviado. Porque con fe, el hombre realiza la obra de Dios. Por
esto designó la fe misma como obra. En María tenemos el mejor modelo de amor
manifestado en obras de fe.
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