EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la tercera semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,8-15.
Esteban, hombre lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y señales
milagrosas en medio del pueblo.
Se le echaron encima algunos de la sinagoga llamada de los libertos y otros
llegados de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia. Se pusieron a discutir con Esteban,
pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.
Al no poder resistir a la verdad, sobornaron a unos hombres para que afirmaran:
«Hemos oído hablar a este hombre contra Moisés y contra Dios.»
Con esto alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la Ley, llegaron
de improviso, lo arrestaron y lo llevaron ante el Sanedrín.
Allí se presentaron testigos falsos que declararon: «Este hombre no cesa de hablar
contra nuestro Lugar Santo y contra la Ley.
Le hemos oído decir que Jesús el Nazareno destruirá este Lugar Santo y cambiará
las costumbres que nos dejó Moisés.»
En ese momento todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron los ojos en
Esteban, y su rostro les pareció como el de un ángel.
Salmo 119(118),23-24.26-27.29-30.
Aunque príncipes sesionen en mi contra, tu servidor meditará en tus maravillas.
Tus testimonios son también mis delicias, tus preceptos son mis consejeros.
Te expuse mis proyectos y me respondiste: enséñame tus preceptos.
Haz que tome el camino de tus ordenanzas para que medite tus maravillas.
Aleja de mí el camino engañador, y dame la gracia de tu Ley.
He elegido el camino de la verdad, y tus juicios he deseado.
Evangelio según San Juan 6,22-29.
Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago se dio cuenta
que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había subido con sus
discípulos en la barca, sino que éstos se habían ido solos.
Mientras tanto algunas lanchas de Tiberíades habían atracado muy cerca del lugar
donde todos habían comido el pan.
Al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la gente subió a las lanchas y se
dirigieron a Cafarnaúm en busca de Jesús.
Al encontrarlo al otro lado del lago, le preguntaron: «Rabbí (Maestro), ¿cómo has
venido aquí?»
Jesús les contestó: «En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a
través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da
vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del
Padre.»
Entonces le preguntaron: «¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de
Dios?»
Jesús respondió: «La obra de Dios es ésta: creer en aquel que Dios ha enviado.»
Comentario del Evangelio por:
San Juan Crisóstomo (345-407), sacerdote en Antioquía, después obispo
de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilías sobre el evangelio de Mateo, n° 82, 5; PG 58, 743
“El alimento que permanece para la vida eterna, es el que os dará el Hijo
del hombre”
Los judíos en Pascua, comían de pie, con las sandalias puestas y los bastones en
las manos, con prisa (Éxodo 12,11). ¡Qué razón más fuerte puede mantenerte
despierto! Ellos estaban alistándose para partir hacia la Tierra Prometida y se
comportaban como viajeros; y tú, tú vas camino al cielo. Es por eso que siempre
debemos permanecer en guardia... Los enemigos de Cristo han golpeado su
santísimo cuerpo sin saber lo que hacían (Lucas 23,34); y tú, ¡tú lo recibirás en tu
alma impura después de tanta generosidad! Porque Él no se conformó con hacerse
hombre, ser flagelado y condenado a muerte: en su amor, quiso unirse aún más a
nosotros, identificarse con nosotros no solamente por medio de la fe, sino
realmente por la participación de su propio cuerpo...
Considera el gran honor que recibes, y a qué mesa estás siendo invitado. Aquel
al que los ángeles miran y a la vez tiemblan, aquel al que no se atreven a mirar sin
miedo, a causa del resplandor de la gloria que irradia su rostro, nosotros lo
convertimos en nuestro alimento y nos unimos en comunión a Él, un solo cuerpo,
una sola carne. “¿Quién hablará de las proezas del Señor, quién proclamará todas
sus alabanzas?” (Salmo 105,2). ¿Qué pastor nunca ha alimentado a sus ovejas con
su propia carne?... A menudo sucede que las madres les confían a nodrizas sus
hijos. Cristo no es así: Él nos alimenta con su propia sangre, nos convierte con Él
en un solo cuerpo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”