IV Domingo de Pascua , Ciclo C
PASTOR
Padre Pedrojosé Ynaraja
Mis queridos jóvenes lectores, una de las riquezas de nuestra Fe, es que la
poseemos no como consecuencia de las enseñanzas de alguna eminente persona
que nos las legó. La Fe cristiana es iniciativa de Dios. Os lo he dicho en otras
ocasiones y lo entenderéis y os gustará la comparación, aquellos que tengáis
estudios semejantes a los míos, que, en este campo, no pasan del bachillerato. Las
religiones son vectores de dirección vertical, intensidad más o menos grande,
dependiendo de la calidad del fundador, y sentido de abajo hacia arriba. La Fe
cristiana es un vector, también de de dirección vertical, pero de intensidad máxima,
ya que es iniciativa divina y, aquí radica su singularidad y grandeza, y de de sentido
de arriba abajo, cosa que nunca debéis olvidar.
Ahora bien, está Fe nos llega por la Revelación, que fue iniciada y dirigida como
una comunicación de Dios al Pueblo Escogido, en un tiempo determinado y en una
geografía concreta. Y de aquí surgirán algunas dificultades. Los primeros receptores
eran semitas, ya han pasado 2000 años de ello y Tierra Santa es una porción de la
cuenca mediterránea, muy diferente, por ejemplo, de la meseta castellana, del
macizo central francés o de los Alpes ( y que cada uno se aplique el ejemplo de su
tierra). Muchas cosas han cambiado desde entonces y los paisajes donde uno
reside, con frecuencia son diversos. Si la Revelación es un lenguaje humano, no
todos los hombres hablan idéntico idioma.
Un ejemplo típico de esta cuestión es el texto del evangelio del presente domingo,
que presenta la misma dificultad en otros pasajes. Se habla del pastor y de los
rebaños. En mi caso, la imagen es elocuente. Desde pequeño veía rebaños en mi
Castilla natal y tuve contacto próximo con pastores, ovejas y corderos, de las
majadas de un tío mío. Siempre digo que Tierra Santa entra por los ojos y por los
pies, de aquí lo interesante que es peregrinar por ella. Durante mis andanzas por
aquellos lugares, he tenido ocasión de ver grandes rebaños por el desierto de Judá
o por el del Sinaí y entrar en contacto con beduinos. Estas experiencias me sirven
para conocer que la relación que se establece entre el pastor y su ganado lanar, es
muy diferente a la que tiene el criador de cerdos con sus cochinos, por citar un
ejemplo. Pero, para la mayoría de vosotros, seguramente, estos vínculos os serán
desconocidos. Quisiera que pudierais imaginarlos.
Son tan peculiares las comunicaciones entre el pastor con sus ovejas, que no sólo
el lenguaje del texto, sino que las primitivas representaciones plásticas de Jesús,
fueron, precisamente, como de un buen pastor que acarrea en sus hombros al
cordero. Evolucionan los tiempos y para expresar este amor, este cariño personal e
individual, es conveniente que aparezca, consecuencia de revelaciones particulares
o privadas, la imagen del Sagrado Corazón. Es un símbolo muy expresivo para la
cultura occidental, que tradicionalmente atribuye a este órgano la generación del
amor, pese a que sepamos que la realidad emocional conecta mejor con ciertos
lugares del cerebro o próximos a él. En mi familia se entronizó solemnemente la
imagen del sagrado Corazón y las últimas palabras que pronunció mi madre antes
de morir fueron la invocación: Sagrado corazón de Jesús, en Vos confío. Para mí,
pues, esta figura me es muy querida y expresiva. Actualmente, seguramente ya
sabréis, que es muy significativa la pintura de la Divina Misericordia y me parece
muy bien.
Pero a vosotros, mis queridos jóvenes lectores, tales expresiones plásticas, es
posible que no os satisfagan o que sean insuficientes. Me atreveré a traducir el
lenguaje evangélico, diciéndoos que Jesús nos llama amigos íntimos, que nos dice
que nos ama a cada uno con ternura, que su cariño es total y nunca nos olvida, ni
traiciona. Vosotros, que seguramente más de una vez os ha dolido que os
marginen, que habéis descubierto la falsedad de ciertas relaciones que creíais eran
de total confianza, que más que amigos confesáis que son simples compañeros o
colegas, y que vuestro interior aspira a algo de más calidad, de confianza total, de
segura ayuda en momentos de crisis, pena o dolor, sabréis lo que el Señor confesó
cuando nos dijo que nos consideraba amigos, y esta palabra en boca de Él no es
vana, y con ello encontraremos consuelo y esperanza, para los momentos de apuro,
depresión y angustia.
La oración os introducirá en la interioridad del Maestro, conoceréis un poco su gran
sensibilidad. Os daréis cuenta de que a veces, uno piensa que nos abandona y lo
que ocurre es que está muy próximo a nosotros, pero a nuestra espalda, que quiere
probarnos, que parece que juega al escondite, pero que nunca traiciona.
Progresar por estos senderos y llegar a grandes altitudes, superar cimas sublimes,
es don a algunos concedido, son los que llamamos místicos. Pero no os inquiete si
no llegáis a tales alturas, caminar en su compañía por parajes vírgenes, aunque
sean de suaves trazados, es experiencia que rebosa felicidad. La unión suprema si
en esta vida tratamos de estar próximos a Él, la disfrutaremos después de la
muerte.
Que no os preocupe hoy no saberle llamar Pastor mío, si le consideráis íntimo
amigo vuestro.