IV Domingo de Pascua, Ciclo C
Jesús, espléndido y buen pastor
Este cuarto domingo pascua es el día del Buen Pastor y está dedicado en la Iglesia
Católica a la oración por las vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada. Con este
motivo se quiere sensibilizar al pueblo de Dios de la gran importancia que en la
marcha de la iglesia tienen las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa puesto
que los que responden a ese tipo de vocación tienen una misión fundamental como
pastores del rebaño de Dios que siguen las huellas del único Pastor. Seguir las
huellas de Jesucristo en su camino hacia la cruz es dar la vida por amor para que
todos los seres humanos puedan obtener la vida eterna, la cual se concibe no sólo
como una vida que trasciende el tiempo y las coordenadas históricas, sino como
una nueva forma de vivir y de comportarse, con la dignidad de los hijos e hijas de
Dios, en la libertad, la justicia, la paz y el amor que el Resucitado comunica a todos
los suyos.
Para celebrar el día del Buen Pastor he empezado rezando el Salmo 23, en cuyo
comienzo cualquier ser humano puede encontrar, a través de esa imagen, una paz
profunda y serena, como la de un niño recién nacido en brazos de su padre o de su
madre: “El Señor es mi Pastor: nada me falta; en verdes praderas me hace
recostar”. La hermosura del Salmo, que inspira tranquilidad, seguridad, confianza,
sosiego y paz contrasta sobremanera con la vivencia habitual de la inmensa
mayoría de personas que vive en la inseguridad de un entorno de violencia. Los
robos y asesinatos, que siguen proliferando en Bolivia, en nuestros barrios, parques
y plazas, son un exponente de esa inseguridad ciudadana y me han evocado una de
sus causas más importantes en nuestra sociedad boliviana: el narcotráfico y la
drogadicción. La imagen bucólica de las verdes praderas de sosiego de aquel Salmo
me ha recordado, por su contraste, las enormes extensiones de verdes plantaciones
dedicadas al cultivo ilegal de la coca en Bolivia. Según los datos de la ONU, unas
quince mil hectáreas están dedicadas a eso. No creo que se puedan esconder en
ningún sitio áreas de terreno cuya extensión es un tercio de España. Nos podemos
preguntar varias cosas: ¿Quién tendrá la responsabilidad de su cultivo, elaboración
y comercialización? ¿Quién lo permitirá si es ilegal? ¿Qué repercusiones tiene todo
ese negocio sucio en la inseguridad ciudadana y en la violencia mortal que gana
terreno día a día en Bolivia? El profeta Jeremías también llama pastores a los
dirigentes sociales, sobre todo, cuando estos hacen estragos en el rebaño a ellos
confiado (cf. Jer 23,1-2).
Sin embargo en el Evangelio de Juan se presenta la figura maravillosa del Buen
Pastor (Jn 10,1-30). Es una alegoría dedicada a Jesús como Buen Pastor que, a
diferencia del asalariado y de los dirigentes a los que éste representa, es el que da
la vida por las ovejas, el que las defiende, las guía y las acompaña. De este modo
el Señor Jesús aparece como modelo de Pastor frente a los dirigentes religiosos y
políticos del pueblo y muestra una rotunda contraposición a las funciones,
comportamientos y actitudes de todos ellos. Pero si nos concentramos en
la alegoría podemos percibir que a Jesús como Pastor se le podría denominar no
s￳lo “bueno” sino “espléndido” (Jn 10,11.14), recogiendo así los dos matices de
“bueno” y “hermoso” que contiene el término griego originario, kalos . De esa
forma el Señor Jesús aparece espléndido por su generosidad, bondad y
desprendimiento, y al mismo tiempo, espléndido por ser admirable en su
ejemplaridad como modelo de Pastor. Al autodenominarse así, Jesús reivindica la
propiedad de las ovejas (vv. 28-29), la dedicación inaudita a ellas hasta exponer su
vida y un conocimiento profundo de cada una (vv. 11.14), así como la búsqueda y
reconducción de las ovejas perdidas para formar un único rebaño con un solo
Pastor (Jn 10,16; cf. 1P 5,4).
La imagen del Pastor es una de las más frecuentes en la Biblia para referirse a Dios
en su relación con el pueblo. Pero Jesús introduce un aspecto inédito en el Antiguo
Testamento respecto a esa figura: El pastor espléndido es el que da la vida. Y es
que no se puede comunicar vida si no es dando la propia vida. Pero él ha amado a
los suyos hasta el fin, exponiendo y entregando su vida. Al entregarla libremente
puede recuperarla porque muestra su amor al Padre y por eso el Padre lo ama (Jn
10,17) y lo resucita de entre los muertos. El Pastor espléndido es el Señor
resucitado que comunica su vida. En el breve fragmento que hoy se lee en la Iglesia
Católica de este evangelio (Jn 10,27-30) destacan los elementos de la estrecha e
íntima relación que el Pastor espléndido del Padre establece con todos los miembros
de su rebaño. En esa relación hay una comunicación viva y profunda, pues hay una
escucha permanente de la voz del Señor por parte de las ovejas, se da también un
conocimiento mutuo entre las ovejas y su Pastor y por eso las ovejas siguen el
ritmo del Pastor. Así pues, la escucha, el conocimiento y el seguimiento
caracterizan la vida del discípulo en relación con su Pastor.
Este Pastor espléndido es Jesús Resucitado que ha dado la vida por sus ovejas para
que nadie se pierda. Su victoria sobre la muerte y sobre el mal comunica una gran
alegría a la humanidad redimida y reconciliada con Dios, porque estando en sus
manos nada ni nadie podrá arrebatar la vida de las ovejas. Esta palabra es la
fuente de la esperanza para los creyentes. Así lo refleja el texto del Apocalipsis que
dibuja otra escena del Cordero y Pastor, Cristo glorioso, en torno al cual hay una
incontable muchedumbre de seguidores de toda la tierra, de gentes de toda nación,
raza, lengua, y pueblo (Apo 7,9-17).
Ese mismo variopinto panorama de multitudes es el que actualmente vemos
también en nuestras calles y plazas en cualquier ciudad del mundo. La hermosa
imagen del pastor que guía hacia manantiales de agua sigue siendo hoy más que
nunca una palabra de esperanza para los que sufren las consecuencias de la
injusticia de este mundo, sumido todavía en grandes tribulaciones. El libro del
Apocalipsis, lejos de ser una película de ficción y de miedo elaborada con efectos
especiales, es más bien el relato simbólico que revela la esperanza incombustible
de los que resisten activamente en este mundo. Las víctimas provocadas por los
poderes de este mundo se cuentan por millones. Son los pobres del mundo,
explotados y oprimidos por los pastores perversos que engordan a costa de sus
víctimas. Aun estando en las cloacas de la historia, para ellos, para los últimos del
mundo, para los que sufren todo tipo de tribulaciones y persecuciones, el Buen
Pastor se presenta vencedor desde el trono de la cruz, donde el Cordero ha sido
degollado. De esta gran tribulación, la de Jesús en la Cruz, ha nacido y sigue
naciendo una nueva humanidad que lleva en sus manos las palmas como señales
del triunfo y sus vestidos de fiesta, pues se abre paso la gran manifestación de una
marcha humana más que internacional. Es la manifestación de los que desde la no
violencia y encabezados por semejante Pastor y Cordero anuncian que ya no habrá
más hambre ni sed y que Dios secará las lágrimas de sus ojos. Es la muchedumbre
de los últimos, pobres y discípulos, que vienen de la gran tribulación del crucificado.
Es el rebaño y el pueblo de Dios.
Pablo y Bernabé son portavoces de esta palabra de alegría y de vida eterna que
abría sus fronteras en el mundo de los gentiles y, llenos de alegría y de Espíritu
Santo, difundían la palabra en medio de las persecuciones y del rechazo de la
primera evangelización (Hch 13,14.43-52). Del mismo modo, nuestra Iglesia
Boliviana es seguidora del Pastor espléndido y consciente de su misión permanente
y evangelizadora en todos sus miembros. Sus pastores siguen testimoniando en su
último mensaje al Pueblo de Dios que “verdaderamente vive el Se￱or” y comunica
su espíritu de vida, de paz, de perdón, de reconciliación y de alegría. De ellos
mismos son aquellas palabras que, pronunciadas en una de sus cartas anteriores,
siguen teniendo gran actualidad, pues piden “a los que tienen autoridad y a todos
los ciudadanos e instituciones, combatir, sin escatimar esfuerzos, el creciente
flagelo del narcotráfico, la producción y consumo de drogas, que tanto daño hacen
a los j￳venes y a la sociedad”.
En el día de la oración por las vocaciones a la vida consagrada roguemos a Dios y a
su espléndido Pastor por todos los que, con entrega generosa y fidelidad
encomiable, quieren dar y siguen dando toda su vida al servicio de Dios y de los
hermanos en la misión evangelizadora.
José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada
Escritura