EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Quinto Domingo de Pascua C
Libro de los Hechos de los Apóstoles 14,21b-27.
Después de haber evangelizado esa ciudad, donde hicieron muchos discípulos,
regresaron de nuevo a Listra y de allí fueron a Iconio y Antioquía.
A su paso animaban a los discípulos y los invitaban a perseverar en la fe; les
decían: “Es necesario que pasemos por muchas pruebas para entrar en el Reino de
Dios.»
En cada Iglesia les hacían designar presbíteros y, después de orar y ayunar, los
encomendaban al Señor en quien habían creído.
Atravesaron la provincia de Pisidia y llegaron a la de Panfilia.
Predicaron la Palabra en Perge y bajaron después a Atalía.
Allí se embarcaron para volver a Antioquía, de donde habían partido encomendados
a la gracia de Dios para la obra que acababan de realizar.
A su llegada reunieron a la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho por
medio de ellos y cómo había abierto las puertas de la fe a los pueblos paganos.
Salmo 145(144),8-9.10-11.12-13.
El Señor es ternura y compasión,
paciente y lleno de amor.
El Señor es bondad para con todos,
sus ternuras están en todas sus obras.
Te den gracias, Señor, todas tus obras,
te bendigan tus amigos;
que hablen de la gloria de tu reino
y anuncien tus hazañas,
para que vean los hombres tus proezas,
el brillo y la gloria de tu reino.
Tu reino es reino por todos los siglos,
y tu imperio por todas las edades.
Fiel es el Señor en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus obras.
Apocalipsis 21,1-5a.
Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera
tierra habían desaparecido y el mar no existe ya.
Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios,
engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo.
Y oí una voz que clamaba desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los
hombres; él habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y él será Dios-con-
ellos;
él enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni
pena, pues todo lo anterior ha pasado.»
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Ahora todo lo hago nuevo». Luego me
dijo: «Escribe, que estas palabras son ciertas y verdaderas.»
Evangelio según San Juan 13,31-33a.34-35.
Sermón sobre el Evangelio de Juan, nº 65
Cuando Judas salió, Jesús dijo: «Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es
glorificado en él.
Por lo tanto, Dios lo va a introducir en su propia Gloria, y lo glorificará muy pronto.
Hijos míos, yo estaré con ustedes por muy poco tiempo. Me buscarán, y como ya
dije a los ju díos, ahora se lo digo a ustedes: donde yo voy, ustedes no pueden
venir.
Les doy un mandamiento nue vo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben
amarse unos a otros como yo los he amado.
En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros.»
Comentario del Evangelio por:
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la
Iglesia
Sermón sobre el Evangelio de Juan, nº 65
“Tal como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros”
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros”... el que
escucha este mandamiento, o mejor, el que lo obedece, se renueva interiormente
no por un amor cualquiera sino por el mismo amor que el Señor ha precisado,
añadiendo: “Como yo os he amado”... a fin de distinguirlo de un amor puramente
natural. “Todos los miembros del cuerpo se preocupan los unos de los otros. Si un
miembro sufre, todos los miembros sufren con él; si un miembro es glorificado,
todos los miembros se congratulan con él” (1Cor. 12,25-26). En efecto, ellos
comprenden y observan estas palabras: “Os doy un mandamiento nuevo, que os
améis lo unos a lo otros” no como fuente de desenfrenos, ni como se aman los
hombres simplemente porque son hombres, sino como aquellos que se aman
porque todos “son dioses” (Jn 10,35) e “hijos del Altísimo” (Lc 6,35), para llegar así
a ser los hermanos de su Hijo único, amándose unos a otros con el mismo amor
con que él los amó, para conducirlos a todos a aquel fin que los satisfaga, donde
su anhelo de bienes encuentre su saciedad. Porque no quedará ningún anhelo sin
saciar cuando Dios lo sea “todo en todos” (1Cor. 15,28).
El que ama a su prójimo con un amor espiritual ¿qué amará en él sino a Dios?
Este amor es el que el Señor quiere separar del amor puramente natural cuando
añade: “Como yo os he amado”. ¿Qué es lo que él ha amado en nosotros sino a
Dios? No a Dios tal como ya lo poseemos, sino tal como él quiere que le poseamos
cuando dice: "Dios será todo en todos”. El médico ama a sus enfermos por la salud
que les quiere dar, no por su enfermedad. “Como yo os he amado, amaos los unos
a los otros”. Es por eso que nos ha amado: para que nosotros también sepamos
amarnos los unos a los otros.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”