Ciclo C: V Domingo de Pascua
Pedro Guillén Goñi, C.M.
El evangelio del domingo de hoy, V de Pascua, se refiere a los últimos momentos
de Jesús en compañía de sus discípulos antes de su desenlace final. Se sienten
confundidos e inseguros y les produce una sensación de incertidumbre y angustia.
Jesús les anuncia su “partida del mundo” y su vuelta “al Padre”. Este
acontecimiento, la “pérdida” de Jesús, no entra en la comprensión de los discípulos
porque, aunque Jesús les había preparado para esta situación, todavía no entendían
que todo terminara con la muerte del Señor.
En esta atmósfera de recogimiento interior, de nostalgia por los acontecimientos
vividos y de ciertas dudas ante un futuro incierto, El Señor les inculca el
mandamiento del amor: “Les doy un mandato nuevo, que se amen unos a otros
como yo los he amado” (Jn. 14, 34). Esta es la razón de ser al reflexionar en esta
Eucaristía Pascual, tiempo de resurrección , un acontecimiento que hace referencia
a los momentos previos de la muerte del Señor. Jesús, el Señor, en su testamento,
pocas horas antes de morir no deja normas, ni leyes, ni pautas de apostolado sino
que nos ofrece el amor como único fundamento de su Evangelio salvador. Amar
como el Señor nos amó es encontrar en nosotros mismos la misma fuente de amor
que le llevó a entregar su vida por los hombres. La alegría de la pascua se identifica
plenamente con el mandamiento del amor. La seña de identidad plena de nuestro
ser y actuar como cristianos será el fomento de la fraternidad y de la caridad. El
amor convierte a la tierra en la morada de Dios y, si la resurrección del Señor es,
sobre todo, anticipar la vida sobrenatural en nuestro mundo presente, al amor será
la clave de esa manifestación de la presencia de Dios en nuestra propia existencia
como garantía de encuentro definitivo con el Dios-Amor en la eternidad.
Tendremos que hacer de nuestra vida gestos de amor para encarnar y hacer
realidad en el mundo la presencia de Dios-Amor que nos motiva a vivir en estado
permanente de unidad, comprensión, aceptación, tolerancia, fraternidad. El que se
aventure a seguir el camino de Jesús y se decida a seguir el estilo de su vida,
descubrirá que sólo el amor hace que merezca ser vivida a plenitud y también, sólo
desde el amor, es posible experimentar un proyecto optimista y esperanzador que
nos haga sentir, en cada momento, la ilusión y la alegría de vivir.
El amor tiene distintas manifestaciones, todas ellas muy válidas cuando están
orientadas con clave evangélica. La tolerancia, la solidaridad, la aceptación mutua,
la corresponsabilidad, el espíritu de servicio y entrega serán algunas formas de
expresar el amor que, ya desde la fe, se inspira en el ejemplo trinitario y en
descubrir el amor de Cristo que resume todo su testamento evangélico en “amar a
Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” (Mt. 22, 37-38).
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)