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DOMINGO 6º DE PASCUA CICLO C
Hechos 15, 1-2.22-29
Apocalipsis 21, 10-14.22-23
Juan 14, 23-29
DIOS HABITA EN SU PUEBLO QUE ES LA IGLESIA
En la primera lectura (Hechos 15, 1-2.22-29) se nos muestra cómo la Iglesia naciente iba llevando
adelante con el Espíritu Santo la primera evangelización, poniendo el acento en la novedad de
Jesús y de la revelación divina del nuevo testamento. Para los cristianos de origen pagano, quien
salva no es la antigua Ley sino Jesús, el Salvador, quien dijo de sí mismo que “su carga no es
pesada y su yugo es suave” (Mt. 11, 30).
La segunda lectura (Apocalipsis 21, 10-14.22-23), en una visión maravillosa que eleva el corazón y
entona el ánimo, nos muestra a la nueva Jerusalén, la Iglesia de la gloria, llena de la presencia de
Dios, presidida por el Cordero, Jesús resucitado. Se trata del misterio de la única Iglesia fundada
por Jesús, la esposa del Cordero inmaculado , cuerpo místico de la Cabeza que es Cristo, peregrina
y a la vez celestial , una y a la vez compuesta por diversos miembros, santa y a la vez integrada por
hombres frágiles expuestos a pecar y necesitados de reconciliación, católica porque universal,
abierta a todos los hombres, y apostólica porque la roca que es Cristo la fundó sobre los doce
apóstoles como piedras fundamentales : “La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce
cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero”. Así nos
presenta a la Iglesia la Constitución Dogmática del Concilio Vaticano II “Luz de las gentes” , del que
en este año de la fe venimos a celebrar el 50º aniversario de su apertura.
Y en el evangelio de este 6º domingo de Pascua (Juan 14, 23-29) continuamos leyendo el largo
discurso de Jesús que como testamento dejó a sus apóstoles aquella noche de la última cena. En
estos versículos el Señor dice que Él y el Padre vendrán a habitar en quienes sean fieles a su
Palabra, Palabra suya que es a la vez Palabra del Padre. Él y el Padre vendrán y residirán en
quienes cumplan, observen, su Palabra por amor a Él. Vendrán, el Hijo y el Padre, y Jesús después
dice que también será enviado el Espíritu Santo , vendrán y harán su morada en los fieles, en los
que son fieles, en los que no sólo aman sino que además, dice Jesús, por eso mismo, serán ellos
objeto del amor del Padre y se harán dignos como de retener la presencia e intimidad del mismo
Dios.
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Dios habita en su Pueblo que es la Iglesia . Dios vive en su Iglesia como en un templo . El texto del
Apocalipsis que proclamamos nos dice que en la Jerusalén celestial no hay templo porque el
Templo es Dios mismo y el Cordero que está en ella presente . La Iglesia, la nueva Jerusalén, no sólo
la de la gloria sino también la del reino iniciado en la tierra, es la morada de Dios vivo. Porque ha
acogido la Palabra de Dios, la ha custodiado y la ha cumplido (eso es lo que se quiere expresar
cuando se dice que se guarda la Palabra).
Hoy algunos afirman que creen en Jesús , acogen su Palabra, pero no creen en la Iglesia , excluyen a
la Iglesia. La fidelidad a la Palabra de Jesús, y del Padre, el amor a Jesús, incluye el amor a la
Iglesia , morada en la que vive y camina Dios entre los hombres rumbo a la eternidad. No es
posible guardar de veras la Palabra de Jesús si excluyo a la Iglesia.
Un asunto muy actual. Vemos que siempre hubo dificultades en la Iglesia en cuanto visible,
compuesta por hombres pecadores, desentendimientos, dudas, caminos que parecen erráticos...
Así la historia de los cristianos de Antioquía y las discusiones que finalmente fueron resueltas por
el Espíritu Santo en el Concilio de Jerusalén y trasmitidas a los paganos convertidos al cristianismo
a los que cristianos provenientes del judaísmo querían imponer la circuncisión (Hechos 15, 1-2.22-
29). “No les imponemos más cargas que las necesarias”.
Un asunto muy actual. Debemos siempre amar a la Iglesia . Ese misterio incomprensible por los
que no que no aman. Incomprensible para quienes no abren el corazón a Jesús y su palabra, como
afirma el Señor en los primeros versos de este pasaje leído hoy. La Iglesia es un misterio que no se
puede traducir fácilmente en estadísticas, reducciones sociológicas, visiones o perspectivas desde
afuera de ella, desde los no creyentes. Algo así ocurre cuando decimos que sólo el que ama y es
amado conoce y comprende al objeto y sujeto del amor que los vincula. Nunca olvidemos que Dios
vive, reside, habita en su Pueblo que es la Iglesia, a pesar de nuestros pecados y miserias.
Un tema muy actual, también, el envío de la Iglesia misionera al mundo, a todos los hombres, sin
exclusión, envío universal, como una prolongación del envío que desde el Padre viene a la Iglesia
en su Hijo y en el Espíritu Santo, continuador el Espíritu de la misión de Jesús (y por ello, el
Paráclito, enseñará y recordará lo que Jesús ha enseñado, su palabra). También hoy, sobre todo
hoy, la Iglesia, como cuerpo de Cristo, como su Cabeza, Luz, está llamada a ser ella luz de las
gentes. Sobre todo hoy, porque donde hay más oscuridad mejor brillará la Luz.
Pbro. Hernán Quijano Guesalaga
Parroquia Sagrado Corazón de Jesús y Capilla San Sebastián,
Paraná (Argentina), 4 y 5 de mayo de 2013