Solemnidad. Domingo de Pentecostés
Coraje y paz contra miedos
La Palabra: “Paz a vosotros. Recibid el Espíritu Santo. Como el Padre me ha
enviado, así también os envío yo” ( Jn 20,19-23).
1. Aunque muchas veces en los relatos pascuales el Resucitado nos dice “¡no
tengáis miedo!”, da la impresión de que el miedo se nos ha metido en la sangre.
Cada vez más, desconfiamos de todos, y procuramos cerrar las puertas por miedo a
que nos asalten. Miedos y desconfianza bien fundados, pues vemos cómo la
desigualdad y el individualismo infectan a las personas y dividen no solo a las
familias, sino también a los pueblos. Hemos avanzado mucho en la técnica, pero al
final no hay diálogo, una y otra vez la torre de Babel se destruye, porque somos
incapaces de dialogar y entendernos.
2. Los cristianos creemos que en la conducta de Jesús de Nazaret, en su vida y en
su muerte, alguien de nuestra raza, Palabra definitiva de Dios, se ha derrumbado el
muro de separación entre las personas, las familias y los pueblos, pero Jesucristo
resucitado sigue hoy viviendo en forma de comunidad que es la Iglesia. En la
medida en que los cristianos recreemos en nuestra historia la conducta de Jesús,
esta Iglesia podrá ser signo creíble y saludable para toda la humanidad.
3. El testimonio es posible gracias al Espíritu, que es Dios mismo. Una fuerza que
no solo anima y sostiene a los cristianos. Alcanza y vivifica también a todos,
religiosos o no, y renueva la faz de la tierra. Pentecostés es la invitación a salir de
nuestros refugios, abrirnos al mundo, mirar a todos desde el corazón de Dios.
Abandono de todos nuestros miedos y confianza de que sí es posible construir un
mundo más humano y más fraterno. Necesitamos una Iglesia que cada día sea más
dócil al Espíritu, salga de sus miedos, y a todos ofrezca una conducta samaritana.
La conducta que observó el Hijo: “como el Padre me envió así os envío yo”.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net