Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo C, Solemnidad de la Ascensión del Señor
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Lo vieron levantarse * Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas. * Cristo ha entrado en el mismo cielo * Mientras los
bendecía, iba subiendo al cielo
Textos para este día:
Hechos de los apóstoles 1, 1-11:
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y
enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había
escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después
de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles
durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: "No os alejéis de Jerusalén; aguardad
que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó
con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo."
Ellos lo rodearon preguntándole: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino
de Israel?"
Jesús contestó: "No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el
Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre
vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria y hasta los confines del mundo."
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres
vestidos de blanco, que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al
cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis
visto marcharse."
Salmo 46:
Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es
sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios,
tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R.
Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.
Hebreos 9, 24-28; 10, 19-23:
Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del
auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por
nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba
en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría
que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De hecho, él se ha
manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el
sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la
muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de
todos.
La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan,
para salvarlos.
Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús,
contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través
de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa
de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado
de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura.
Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo
la promesa.
Lucas 24, 46-53:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Así estaba escrito: el Mesías
padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará
la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por
Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido;
vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto."
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban
siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Homilía
Temas de las lecturas: Lo vieron levantarse * Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas. * Cristo ha entrado en el mismo cielo * Mientras los
bendecía, iba subiendo al cielo
1. Esperando la Promesa
1.1 Las palabras de Jesús en la primera lectura y en el evangelio de hoy son lo
suficientemente enfáticas como para que descubramos en ellas la indicación de algo
importante. Así lo ha entendido Lucas, para el cual Jerusalén es más que una
ciudad. Por decirlo de algún modo es un "lugar teológico." En la visión de Lucas,
todo el acontecer del Evangelio será como un eco de ondas concéntricas que parte
de la Ciudad Santa y que va atravesando el espacio y el tiempo y llenándolo todo
con su mensaje.
1.2 La promesa es el don del Espíritu Santo. La fiesta de hoy, sin embargo, no es
Pentecostés, sino la Ascensión del Señor. Lo primero que aprendemos entonces es
que hay una relación entre estas dos celebraciones: el ascenso de Cristo al Padre
está relacionado de algún modo con el descenso del Espíritu Santo, que es "del
Padre y del Hijo," como decimos en el Credo.
1.3 La Ascensión de Cristo es la manifestación clara de la gloria del Resucitado. La
nube, más que un simple obstáculo visual, alude sensiblemente a tantas
manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento en las que una nube mostró a la
vez la cercanía y la distancia del Dios que obra en la Historia pero trasciende la
Historia humana. Los ojos arrobados de los apóstoles nos dejan casi sentir la
belleza del triunfo del Señor y nos invitan a estar ciertos sobre cuál es el destino de
los que siguen las huellas del Crucificado.
2. ¿Dónde Estaba la Cruz?
2.1 La segunda lectura, de la Carta a los Hebreos, prolonga este tema en una clave
nueva, muy propia de su estilo literario y teológico. Cristo es aquí el Sumo y Eterno
Sacerdote y el punto es: ¿adónde se ofrece su sacrificio?
2.2 Nosotros difícilmente nos haríamos una pregunta así. Para nosotros la geografía
del asunto es clara: el Señor murió a las afueras de Jerusalén, en un montículo que
era conocido como el lugar de la calavera. La Carta a los Hebreos, sin embargo,
descubre en todo ello un simbolismo muy intenso y evocador. Siendo un escrito
dirigido a judíos convertidos que habían amado muy a fondo la liturgia del templo,
esta Carta quiere exponer con sus símbolos y términos litúrgicos de qué manera el
sacrificio de Cristo es superior a todo lo que sucedía en el templo material de
Jerusalén.
2.3 En esa línea de pensamiento, la lectura de hoy nos habla de la Ascensión de
Cristo como su supremo acto sacerdotal. No es el mismo hecho de la misma fecha
de lo que narra Lucas. Se trata más bien del contenido teológico o el sentido
profundo del hecho mismo de morir como Cristo murió.
2.4 El sacrificio de Jesús acontece no sólo en el borde de Jerusalén sino sobre todo
en el borde de la Historia misma, es decir, se corresponde con aquella cortina o
velo que separaba el lugar llamado "santo" del resto del templo. Al morir, Cristo
atraviesa la cortina, porque su cuerpo mismo es traspasado, y así ofrece su sangre,
más que en la Cruz, en el Cielo.
2.5 Este modo de hablar puede costarnos un poco al principio, pero una vez que
nos vamos acostumbrando a su intensidad de significado nos permite asomarnos un
poco a la grandeza del solemne amor que nos abrió las puertas del Cielo, a tan alto
precio.
Fr. Nelson Medina, O.P.