Comentario al evangelio del Lunes 20 de Mayo del 2013
Queridos amigos y amigas:
Retomamos el tiempo ordinario después de que ayer cerraramos la celebración del tiempo de Pascua
con la fiesta de Pentecostés. Y para empezar entonados, la Palabra de Dios nos ofrece un chorro de luz.
No olvidemos que es lámpara para nuestros pasos, luz en nuestro sendero . ¿Qué sería de nosotros sin
este faro? Estaríamos permanentemente expuestos a la provisionalidad de nuestras palabras, a nuestros
infinitos y minúsculos combates verbales, al riesgo de no saber en qué dirección caminamos.
El libro del Eclesiástico , cuya lectura comenzamos hoy, arranca con un poema que sirve como pórtico
a todo el libro. En él se subraya el origen divino de la sabiduría: Toda sabiduría viene del Señor y está
con él eternamente .
Para comprender mejor la enseñanza del viejo escriba Jesús Ben Sira, traducida al griego por su nieto,
es conveniente ponerla en relación con alguna experiencia nuestra. Leemos en el texto: La arena de las
playas, las gotas de la lluvia, los días de los siglos, ¿quién los contará? ¿No has tenido nunca una
experiencia semejante? Preguntas de este tipo nos colocan ante el umbral del misterio. No nos separan
de la vida cotidiana sino que nos ayudan a taladrar la capa superficial que la cubre. Nos hacen más
sabios, no por acumulación de conocimientos, sino por sensibilidad ante el misterio.
El evangelio de Marcos nos presenta el relato de la curación de un epiléptico por parte de Jesús. La
descripción del enfermo parece extraída de un manual de patología. Los verbos concatenados
transmiten fuerza y dinamismo: Tiene un espíritu que no le deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al
suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso . ¿Qué os parece esta descripción tan
precisa y somera de los síntomas? ¡Ojalá pudiéramos expresarnos nosotros de un modo parecido! En
torno a este muchacho epiléptico descubrimos varios personajes. Cada uno de ellos representa una
actitud: la gente (curiosidad), el padre del muchacho (fe y duda), los discípulos (impotencia). Y, por
supuesto, Jesús. En este relato ofrece reacciones diversas, que van desde la curiosidad y el interés ( ¿De
qué discutís? ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? ) hasta la energía y la autoridad ( Espíritu mudo y
sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él ) pasando por el enfado ( ¿Hasta cuándo os
tendré que soportar? ). Aunque sólo fuera por esto, nos ayudaría a no tener una imagen de Jesús
demasiado hecha. Pero, además, el relato sirve como marco para hablar del poder de la fe ( Todo es
posible al que tiene fe ) y de la oración ( Esta especie sólo puede salir con oración ).
¿Qué es un creyente? ¡Alguien que posee el poder de la fe! En tiempos de fe devaluada, como a
medias, ¡qué difícil es aceptar que se nos ha concedido una energía capaz de derrotar cualquier mal! Es
verdad que la fe se vive en continua tensión ( Tengo fe, pero dudo, ayúdame ). Es verdad que no
poseemos la fe como si fuera una herramienta a nuestro servicio. Es verdad que la fe nos desborda
siempre. Pero, ¿no os parece que deberíamos profundizar más en la energía que posee para hacernos
vivir? Creo que hoy merecería la pena repetir muchas veces las palabras de Jesús: Todo es posible al
que tiene fe .
Vuestro hermano en la fe,
Fernando
Fernando Gonzalez