Solemnidad. Santísima Trinidad C
SANTISIMA TRINIDAD
Padre Pedrojosé Ynaraja
Hay personas a las que todo les sobra. Viajan con lo puesto, viven en insípidos
apartamentos, comen fuera y se divierten lejos. Trabajan lo suficiente y gastan de
inmediato lo que ganan. Más que ordenar, si algo hay en su domicilio, se limitan a
suprimir, ya que cualquier cosa les estorba. Sus comunicaciones personales, se
limitan a entrecortadas frases que colocan en Facebook. Los tales, dicen que
quieren una vida simple y, en realidad, lo que les ocurre es que subsisten
pobremente, ignorantes de la inmensa felicidad de la que podrían gozar y se la
pierden.
Yo no creo que sea este vuestro caso, mis queridos jóvenes lectores, pero algo hay
en algunos de los que se creen jóvenes de hoy, que en realidad muchos son
simplemente inmaduros, que en terreno mental-espiritual les ocurre algo
semejante. En el terreno cristiano, cualquier dogma les resulta inútil y molesto.
Piensa y dicen, que es suficiente, como máximo, creer en Dios, lo demás les enoja.
De aquí que les resulten atractivas las situaciones religiosas que reducen sus
contenidos a aceptar a un Dios, más o menos omnipotente, en algunos casos
tiranamente prepotente, y tres o cuatro preceptos más. Esta simplicidad facilita su
indolencia intelectual y les permite escurrirse en las situaciones que les molestan.
No se trata de que vuestro espíritu sea un armario repleto de verdades.
Hablar de la Santísima Trinidad es tener la posibilidad de enriquecer nuestra
amistad con Dios. El Padre es poderoso, mucho más que el anuncio aquel del primo
grandullón. El Hijo es amigo, no simple compañero o colega. Es maestro amable. El
Paráclito, como su nombre indica, es defensor, es cariño, es sonrisa. La carcajada a
veces incomoda, la mirada sonriente de una chiquilla, sin picardía de lolita, siempre
alegra el corazón. Pese a haber separado con un punto ortográfico los conceptos,
no existe ninguna inconexión, ya que se trata de un solo Ser, a quien podemos
acudir, considerándolo poderoso, hermano o u objeto de cariño, según necesitemos
en cada momento.
Nadie hubiera podido deducirlo o intuirlo. Creer en un Ser supremo sí, saber algo de
su “interioridad”, de ninguna manera. Pese a que se pueda leer o escuchar la
expresión Santísima Trinidad, entender su significado y lo que para cada uno
implica, es labor espiritual.
Fue confidencia de Jesús. Él mencionó en diversas ocasiones a su Padre, en otras
también dijo que lo era nuestro. Él, ilusionado, anunció que su Espíritu nos visitaría,
permaneciendo con nosotros. Pese a esta aparente pluralidad, proclamó que eran
uno y deseó que nosotros los hombres, formáramos una unidad que se asemejase a
la que había en su única y misteriosa entidad. Os vuelvo a repetir que todo esto es
confidencia, por tanto que gozamos de su confianza. Aunque vosotros, mis queridos
jóvenes lectores, hayáis sido amados por vuestros padres con ternura,
desconoceréis muchas cosas de su personalidad. Si sois amigos o amigas de
verdad, pese a ello siempre el otro será algo enigmático, de aquí la gracia de cada
encuentro. Si estáis enamorados de verdad, un gran atractivo de la otra persona a
quien amáis con ternura, será misterio, y su inmenso amor interior un enigma.
Os puede gustar a primera vista la gracia y atractivo de su físico, saber su nombre,
edad y titulaciones, pero conocerlo, conocerlo, nunca se consigue del todo, amarlo
de una manera total, es imposible, pues, cada nuevo encuentro es un
descubrimiento que se estrena, nuevecito, pese a que se haga en la ancianidad.
El amor familiar, el de amistad y el de enamoramiento, juntos, pero no revueltos,
pero sí unidos, son un anticipo de lo que uno puede experimentar en el tiempo,
prenda y anticipo del goce eterno.
Aceptar que Dios está presente en el “big bang” inicial, es fácil y aceptable
hipótesis. Creer en el misterio de la Trinidad Santísima es experiencia de amistad.
De aquí que a los misántropos les resulte difícil, por no decir imposible, reconocerlo.
Para celebrar hoy esta fiesta honradamente, es preciso que nos examinemos, no de
asignaturas académicas, sino de capacidad de amor y aceptación .