Solemnidad. Santísima Teridad, Ciclo C
La Iglesia de Jesús y los pobres
El ser humano se acostumbra fácilmente, aún, a las mayores catástrofes sino
cultiva su interioridad. Acontece la catástrofe y la reacción generalizada es la de
una admirable aparente solidaridad. Digo aparente porque la solidaridad de la
mayoría ha terminado con el dar objetos y de inmediato se sigue con sus
preocupaciones personales o familiares. Pero la dimensión social y política de
semejante catástrofe a lo sumo se la cargan al Estado…, hasta olvidarse de las
consecuencias que siguen sufriendo los damnificados y menos aún preguntarse por
las causas de la catástrofe. Esto acontece-hasta en bautizados-, cuando no hay
compromiso con la dimensión social–política.
Así acontece en el caso de la hambruna argentina. Más de uno pensará que
la hambruna argentina fue calamidad de fines del siglo pasado y ya pasó. Porque la
radio y la T.V. no la mencionan. La realidad es otra. Con ciertas ayudas de medida
gubernamentales y algunos movimientos de solidaridad coyuntural ya no es noticia
- tampoco es solución como lo demuestra la realidad social de millones de
argentinos.
Para quienes creemos en Jesucristo y su Evangelio no tenemos que olvidar la
advertencia que nos hizo Juan Pablo II: “Si hay un niño, un joven, un anciano
necesitado un cristiano no puede quedar tranquilo ”. Y en la Argentina la hambruna
no solo no se ha ido sino que se ha instalado y con una diferencia a la que padecen
pueblos que habitan regiones inhóspitas y desfavorables. No es el caso argentino.
La Argentina es un país riquísimo con capacidad de alimentar a más de 300
millones de personas.
Entonces la causa de la hambruna argentina está en los mismos habitantes de este
riquísimo país. Es una situación social que pesa sobre la conciencia de toda la
sociedad argentina. Pero de modo especial a los que optemos por ser discípulas/os
de Jesús. Tenemos que escuchar su enseñanza social-política y ponerla en práctica.
Releamos el cap. 8 de la carta de Pablo a los Romanos en la que insta a los
cristianos a que salgan de la indiferencia e inoperancia . Porque deben dejarse guiar
por el Espíritu Santo que, transformándolos en hijos de Dios, los une en comunidad
humana, tan fraterna, que los dispone a compartir en forma eficaz los sufrimientos
de los que han caído en una sociedad en decadencia… Los que se reúnen en
comunidades cristianas…, parroquias, colegios, universidades, ¿se preguntan si
comen lo suficiente sus vecinos y hasta quiénes participan, incluso, de las
ceremonias religiosas? En nuestras comunidades cristianas ¿ hay la preocupación
que tenía Jesús por los demás, sus necesidades básicas para vivir en dignidad ?
Siempre se ha de recordar la lección que recibió S. Pablo de Pedro y demás
apóstoles, al chequearse con ellos para estar seguro de enseñar lo que Jesús les
había enseñado. Sus enseñanzas fueron aprobadas pero le recomendaron como
primordial en el anuncio que hacía de Jesús, el cuidado de los pobres . ¿Esta
dimensión social del Evangelio de Jesús, está comprendida y practicada en nuestras
comunidades de Iglesia? La atención real a los pobres comporta medidas políticas
que reformen estructuras actuales de políticas que nos han llevado a vivir un país
rico con millones de habitantes pobres. Por eso, desde un comienzo la Iglesia ha ido
desarrollando la Doctrina Social como eco fiel del Evangelio proyectado a las
estructuras de la Sociedad Humana. Más aún, ¿se cree que nuestra Fe en Dios uno
y trino, da origen a un programa social-político para configurar una sociedad justa
y solidaria, en que toda persona humana pueda vivir en dignidad? ¿Se vive la FE
Cristiana con la responsabilidad y misión de llevar la luz del Evangelio a la
vida pública, cultural, económica y política como leemos en el Documento
episcopal de Aparecida?
Miguel Esteban Hesayne – Obispo
mehm@fibertel.com.ar