Comentario al evangelio del Sábado 25 de Mayo del 2013
Queridos amigos y amigas:
Empezamos el tercer mes del año. Pronto, en el hemisferio norte, comenzará la primavera tras un
invierno que ha sido duro. Esperemos que nos traiga también una buena dosis de esperanza.
Lo que Ben Sira nos ofrece hoy es –digámoslo con una palabreja muy en boga– una “relectura” de los
relatos de la creación que se nos ofrecen en los dos primeros capítulos del Génesis. El mensaje central
es este: Dios hizo al hombre a su propia imagen . Por eso, como canta el salmo 102, siente ternura por
sus hijos, porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos de barro . En momentos de
plenitud personal cuando nos aupamos sobre la peana de nuestra buena salud, de nuestros éxitos
profesionales, de nuestra creatividad, nuestra condición de “imágenes de Dios” tiene algo de
decorativo, como si fuera la guinda que ponemos sobre un pastel que hemos preparado con nuestras
fuerzas. Pero llega un momento en el que el pastel se va desmoronando. Entonces, lo que parecía
decorativo salta al primer plano. Recuerdo la conversación con un anciano que cuando me explicaba
que se sentía hijo de Dios no podía contener las lágrimas. ¡Como si hubiera tardado toda una vida en
comprender lo que en momentos de plenitud apenas resuena! Esto es sabiduría.
Los discípulos de Jesús aparecen otra vez en el ignominioso papel de guardaespaldas del Maestro. El
miércoles pasado estaban empeñados en prohibir que un espontáneo echara demonios porque no es de
los nuestros . Hoy dificultan el acercamiento de un grupo de niños a Jesús. El texto de Marcos dice
literalmente que los discípulos los regañaban . Ya hemos dicho en varias ocasiones que para la
mentalidad judía un niño no es un símbolo de bondad, inocencia y pureza, sino de desvalimiento. No
era común esa imagen emocionalmente idealizada que tenemos del niño en nuestras sociedades
contemporáneas. Los niños no tenían libre acceso a Jesús porque eran seres que no contaban. Por eso,
como el mismo texto indica, fueron presentados. Jesús aprovecha la circunstancia para aclarar que de
los que son como ellos es el Reino de Dios . Es decir, de los que no cuentan, de los que son regañados,
de los que tienen dificultades de acceso a él, de los que tienen que ser presentados por otros, de los que,
en medio de su impotencia, desean ser tocados.
En el relato de hoy Jesús aparece con una personalidad llena de contrastes. Por una parte, se enfada con
los discípulos, no quiere que se conviertan en barrera los que están llamados a ser servidores. Por otra,
abraza, bendice e impone las manos a los niños. Más allá de las resonancias sacramentales de estos
gestos, descubrimos a un Jesús humano, que sabe reaccionar como conveniente en cada momento.
Hasta otra ocasión. Feliz fin de semana.
Vuestro hermano en la fe,
Fernando
Fernando Gonzalez