IX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Tob. 11, 5-18: Dios devuelve la vista a Tobit, padre de Tobías.
b.- Mc. 12, 35-37: La multitud lo escuchaba con gusto. El Mesías, hijo de
David.
Si bien Jesús acepta las preguntas capciosas de los fariseos y saduceos, es ahora
ÉL, el que pregunta a los escribas del templo: “¿C￳mo dicen los escribas que el
Cristo es hijo de David? David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de
tus pies. El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?»
(vv. 35-37). Los fariseos enseñaban que el Mesías sería hijo de David, basados en
la promesa de Dios de darle un dinastía eterna (cfr. 2Sam.7, 8). El mismo David
decía que Yahvé había dicho al Mesías: “siéntate a mi derecha y haré de tus
enemigos estrado de tus pies” (Sal. 110, 1). Si David, lo llama Se￱or, ¿c￳mo
puede ser hijo suyo? La respuesta es que siendo en lo humano descendiente de
David, su origen divino lo hacen superior a David. La clave está en la resurrección
de Jesús. El uso litúrgico del Sal.110 hizo comprender a los cristianos que Jesús
podía ser hijo de David e hijo de Dios. Críticamente les dice a los escribas, que si no
son capaces de resolver una disputa de la Escritura, mucho menos podrán juzgar la
identidad del Mesías, puesto que no reconocen en ese Salmo un texto mesiánico. A
Jesús le interesa develar la imagen del Mesías, despojarla del excesivo sentido
político, con que lo esperaban las autoridades y pueblo judío. La profecía de Natán,
después del destierro babilónico, despertó la esperanza del Mesías que restablecería
el reino de David. Jesús, escuchó muchas veces ser identificado como el hijo de
David, aclamaciones que venían del pueblo, aunque más bien, se identificó con el
“Hijo del hombre” más acorde con el Siervo sufriente de Isaías. La mentalidad judía
no comprendía un Mesías sufriente, sino más bien triunfante en lo político, social y
espiritual. Habrá que esperar hasta la resurrección para comprender esta realidad
de la que el AT ya había anunciado. Será la comunidad cristiana, que a la luz de la
experiencia pascual comprenderán el sentido de las antiguas profecías, la espera
mesiánica y el itinerario para verlas cumplidas en Cristo Jesús. El Hijo de David,
cambió toda su gloria divina, por el servicio y la cruz para ser Señor y Cristo para
siempre (cfr. Flp. 2, 6ss). Si los cristianos debieron comprender este itinerario del
Hijo de David, de optar por la kénosis para adquirir la gloria eterna, también
nosotros debemos hacerlo meditando el misterio de Jesucristo en su pasión, que
como enseña San Pablo, en Él están todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento (cfr. Col. 2, 2-3).