X Semana del Tiempo Ordinario. (Año Impar)
Lunes
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- 2Cor.1,17: Bendito sea Dios Padre de Jesucristo, Padre compasivo y
Dios de todo consuelo.
b.- Mt. 4,25; 5,1-12: Las bienaventuranzas.
Las bienaventuranzas, son todo un camino de santidad. Camino que recorrió Cristo,
mientras paso haciendo el bien a todos los hombres. No exige a nadie algo que
antes ÉL no viviese, experimentara, y así abre caminos que llevan a Dios, y a lo
más noble del ser humano. Vivir o experimentar estos momentos de felicidad, o de
gracia, son actitudes que se viven todos los días, para convertirlos en una
bienaventuranza, es necesaria la vida teologal. Hay que tener fe, para no quedarse
sólo en la aflicción, la pobreza, la injusticia, el hambre y sed de justicia, etc. Hay
que darse cuenta que son promesas para el futuro, es decir, se hace lo que pide
Cristo, pero el fruto de esa acción, la entrega por medio del Espíritu Santo, cuando
ÉL lo establece, en su mejor tiempo. En cada bienaventuranza hay una promesa
que cumplir sin más, pero además, se cumplen en el presente, porque siempre está
la oportunidad de iniciar este camino de transformación interior, con el deseo de
transformar la realidad que nos toca contemplar día a día. Jesús consoló a los
afligidos, dio pan a los pobres, alabó a quienes ponen su corazón en los bienes
eternos, fue misericordioso con los pecadores, alabó la pureza de corazón de
quienes buscan a Dios sólo porque ÉL es; Príncipe de la paz, sembró la paz con su
sacrificio en la Cruz, fue perseguido por la justicia en su infancia, y luego como
Mesías, predicador, enviado del Padre, como hijo de Dios. ÉL nos dio ejemplo, por
lo tanto, hay que mirarlo e imitar sus actitudes de cara al Reino de Dios en medio
de la sociedad de hoy. Hay que buscar con el prójimo y sus circunstancias, la
puerta y el camino que conduce a la vida verdadera en lo humano y cristiano,
puerta que se abre con dolor, camino que se recorre con esperanza. Puerta que al
traspasarla el cristiano se encuentra con tesoros inimaginables de bondad,
escondidas bajo capaz de soledad, frustraciones pero que al ser bañados por la luz,
dejan trasparentar manantiales de actitudes buenas que estaban ahí, como
dormidas después de años, en la existencia de muchas personas, ahora despiertas
y con nuevos bríos comienzan a caminar de nuevo hacia la luz, pero que ya brilla
en el interior del alma. En el paso de Cristo por nuestra casa y camina con
nosotros. Hay que reconocerlo, como lo mejor de todas las bienaventuranzas.
Bienaventurados los que te conocen, aman y sirven ayer, hoy y siempre.
Si bien Teresa no habla de las bienaventuranzas proclamadas por Jesús, el término
bienaventurado, es común en sus escritos: “Bienaventurada alma que la trae el
Señor a entender verdades” (V 21,1).