VIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Comentario de la Semana
Termina esta semana la serie de textos que nos ofrece, por ahora, el libro del
Eclesiástico, recogiendo aspectos muy variados de su enseñanza sapiencial.
Invita a la conversión –que permite una digna alabanza a Yahvé- mientras
alienta la vida en nosotros, pues, según la convicción del Antiguo Testamento,
en el abismo de la muerte ya nadie puede alabar al Señor. Son los convertidos,
los “justos”, los que experimentan el gozo de estar reconciliados con él y
ensalzar su nombre.
Reconoce este escrito el valor religioso de una conducta recta, fiel a los
mandamientos divinos, pero subraya también el de una ofrenda generosa ante el
altar –en plena sintonía con ese comportamiento-, es decir, el de un sacrificio
acorde con el querer y el obrar de Dios para con nosotros. Quien así se comporta
“verá la salvación de Dios”, experimentará su amor de predilección.
El sabio se preocupa además por la suerte de su pueblo, amenazado por sus
enemigos, y pide para él la compasión de Dios, a fin de que se cumplan las
antiguas profecías en su favor. Reconoce la responsabilidad de ese pueblo en sus
propios males, pero acude confiado a la misericordia y al perdón divinos, de los
que tantas manifestaciones ha habido en el pasado. En efecto, la sabiduría de
Dios no sólo ha mostrado su grandeza y su poder en las maravillas de la
creación, sino que se ha hecho también patente en toda la historia de la
salvación. Tantos hombres de bien como se cuentan en esa historia merecen el
elogio de quien los recuerda, un elogio que se traduce en reconocimiento de la
acción providente de Dios en ellos. No cabe duda, Dios ama a su pueblo desde
siempre y para siempre.
Saber esto y obrar en consecuencia: he ahí la expresión de una auténtica
sabiduría. Desearla, gozar con ella, contemplándola y practicándola sin apartarse
jamás de su camino: tal es el ideal del verdadero sabio israelita, cuyo corazón
rebosa de alegría al experimentar la dulzura que se encuentra en el
cumplimiento de los mandatos del Señor.
Con permiso de dominicos.org