Solemnidad. El Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo, C
Pautas para la homilía
Haced esto en memoria mía
Conviene recordar la gran tradición del Corpus Christie. Hace bien a los fieles y nos
trae a la vista símbolos, catequesis, creencias populares, tan dignas de respeto y
que facilitan expresar nuestra fe en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, entregados por
nosotros.
Hoy, sin embargo, permitidme que vaya directamente a lo esencial. A lo más
sencillo.
¿Qué vivo, qué celebro? Es la Cena del Señor. Es esta comunidad cristiana, reunida,
hoy, aquí, que recuerda, que revive, la entrega entera de la vida de Jesús, el
Señor. La entrega de Su vida por cada ser humano que viene a este mundo. Desde
luego, no le engañaron ni con las preferentes ni con las contabilidades.
¿Qué vivo? ¿Qué celebro? Comparto el pan. Comparto la copa. Vivo, vivimos la
muerte de Cristo. La celebramos, la hacemos nuestra, es nuestra muerte. Su
muerte, su ofrenda, es también nuestro ir muriendo y nuestro ir entregándonos…
Hasta que vuelva. Pero, por favor, vuelve. Vuelve. ¿Sabes cuánto te necesitamos?
Entre tanto, vamos a hacer que hayas vuelto un trocito, aunque sólo sea un trocito,
este día que pasa. Jesús, mi hermano, mi Dios, estás presente en este mismo
instante que vivimos.
¿Qué vivo? ¿Qué celebro? Este Jesús, Señor, Salvador, vuelve. Volverá. Enjugará
cada lágrima, recreará una humanidad desfigurada, la hará nueva. Cada rostro
doliente y roto, será un rostro glorioso. Si no, ¿qué sería de nosotros?
¿Qué vivo? ¿Qué celebro? Estoy diciendo a Jesús: Señor, en comunidad, estamos
juntos, Le digo, le decimos: ven, Ven…, y me paro un momento: cuando le digo,
cuando le decimos, ven, aquí, decir es hacer, puro dar. Sin más. Lo decisivo es dar,
sin más, compartir sin guardar nada. Dar aquello que Él me está dando en este
instante mismo. Lo decisivo es hacer, en el nombre del Señor. Haz. Punto.
La Eucaristía es palabra, celebración, es recuerdo, es presencia. Es hacer. Este es
mi cuerpo… lo doy. Sin ahorro y sin reserva. Celebramos la Eucaristía, identificados
con Cristo. ¿Quiénes somos? ¿Quién soy? También trozos de pan que se comparten.
También te busco en la soledad. Ya lo sé: hay tantos y tantos momentos de soledad
desabrida y seca. Cuantas veces sentimos el vacío y la deriva de la vida y de las
cosas. Pero también es verdad que hay una soledad serena, tan llena por dentro.
¿El Cuerpo de Cristo? También te necesito, guardado en el silencio. Necesito vivir
hacia adentro. Delante del Sagrario. O en un encuentro con hermanos. O viendo
pasar y pasar a tanta gente apresurada: ¿qué sentirán?, ¿qué amor les sostiene?,
¿cómo llevan su familia adelante?, ¿están sufriendo?
Necesito encontrar esa mirada de dentro que se deja acariciar en la fuente de
donde nace la vida. Necesito encontrar esa mirada que, sin palabras, sólo deja
abrazarse por la Cruz de Cristo. Necesito encontrar en mí, una mirada mía
verdadera, que abrace a todos, dándoles lo que Jesús, único, mi Salvador, me da
ahora mismo.
Bendito Cuerpo de Cristo. Apodérate de mí, Tú, desnudo, pobre y crucificado.
Viviente.
Fr. Juan Antonio Tudela Bort O.P.
Real Convento de Predicadores (Valencia)
Con permiso de: dominicos.org