EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la octava semana del tiempo ordinario
Libro de Eclesiástico 36,1.4.5.10-17.
Ten piedad de nosotros, Señor, Dios de todas las cosas y míranos, y derrama tu
temor en todas las naciones.
¡Haz que te reconozcan como nosotros te reconocimos: porque no hay otro Dios
sino tú, Señor!
Danos nuevos signos, renueva tus maravillas, manifiesta tu gloria actuando y
castigando.
Reúne a todas las tribus de Jacob y entrégales como al comienzo su heredad.
¡Ten piedad, Señor, de este pueblo que lleva tu nombre! ¡Piedad para Israel al que
consideraste como tu primogénito!
Ten compasión de la ciudad santa, Jerusalén, del lugar de tu descanso.
Repleta a Sión con el relato de tus maravillas, y a tu pueblo con tu gloria.
Confirma las promesas que hiciste al principio, y haz que reaparezcan las profecías
en tu nombre.
Dales su recompensa a los que en ti esperaron, y demuestra que tus profetas
decían la verdad.
Escucha, Señor, la oración de tus servidores, escucha a tus sacerdotes cuando dan
a tu pueblo la bendición de Aarón.
¡Y que todos en la tierra reconozcan que tú eres el Señor, el Dios eterno!
Salmo 79(78),8.9.11.13.
No nos tengas rencor por faltas de nuestros padres, que tu misericordia corra a
nuestro encuentro, pues ya no podemos más.
Ayúdanos, oh Dios, salvador nuestro, en atención a la gloria de tu nombre; líbranos
y perdona nuestros pecados en honor a tu nombre.
Que hasta ti llegue la queja del prisionero; con tu potente brazo salva a los
condenados a muerte.
Y nosotros, tu pueblo, el rebaño de tu redil, te daremos gracias para siempre; de
edad en edad diremos tu alabanza.
Evangelio según San Marcos 10,32-45:.
Continuaron el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos.
Los discípulos estaban desconcertados, y los demás que lo seguían tenían miedo.
Otra vez Jesús reunió a los Doce para decirles lo que le iba a pasar:
«Estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes
de los sacerdotes y a los maestros de la Ley: lo condenarán a muerte y lo
entregarán a los extranjeros,
que se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero tres días
después resucitará.»
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro,
queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.»
El les dijo: «¿Qué quieren de mí?»
Respondieron: «Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu
izquierda cuando estés en tu gloria.»
Jesús les dijo: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo estoy
bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado?»
Ellos contestaron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «Pues bien, la copa que voy a
beber yo, la beberán también ustedes, y serán bautizados con el mismo bautismo
que voy a recibir yo;
pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí el
concederlo; eso ha sido preparado para otros.»
Cuando los otros diez oyeron esto, se enojaron con Santiago y Juan.
Jesús los llamó y les dijo: «Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las
naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad.
Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante
entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos,
y el que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos.
Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar
su vida como rescate por una muchedumbre.»
Comentario del Evangelio por:
San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia
Novena de Navidad, discurso 6º
El hijo del hombre vino para dar su vida
El Señor eterno se ha dignado presentarse ante nosotros, primero como un
pequeño niño en un establo, después como un simple obrero en un taller, más
tarde como un criminal muriendo en la horca, y finalmente como pan en una
ofrenda. Aspectos numerosos, aspectos intencionales de Jesús, aspectos que no
tienen más que un efecto: el de mostrar el amor que tiene por nosotros.
Oh, Se￱or, ¿puedes inventar alguna cosa más para que te amemos? “Aquel día
diréis: Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso” (Isaías 12,4). Almas redimidas, dad a
conocer por todas partes las obras de amor de este Dios lleno de amor. Él las
concibió y realizó para que todos los hombres se amaran, Él que, tras haberlos
colmado de sus favores, se donó a sí mismo, ¡y de tantas maneras!
“Enfermo o herido, ¿deseas curarte? Jesús es la medicina”: Él te sana con su
sangre. ¿La fiebre te quema? Él es la fuente refrescante. ¿Te atormentan las
pasiones y problemas de este mundo? Él es la fuente de los consuelos espirituales y
del verdadero bienestar. “¿Temes a la muerte? Él es la vida. ¿Aspiras a llegar al
cielo? Él es el camino (Juan, 14,6)”: palabra de San Ambrosio. Jesucristo no solo se
dio a todos los hombres en general; él se da también a cada uno en particular. Por
eso San Pablo dijo: “Él me am￳ y se entreg￳ a sí mismo por mí” (Gálatas 2,20). Y
San Juan Cris￳stomo afirma que “Dios nos ama tanto a cada uno de nosotros como
a toda la humanidad”. Así, mi querido hermano, si hubieras estado solo en el
mundo, el divino Redentor habría venido, habría dado su sangre y su vida solo por
ti.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”