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HOMILÍA
CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
Lecturas Bíblicas:
Génesis 14, 18-20
1ª Carta de san Pablo a los cristianos de Corinto 11, 23-26
Evangelio según san Lucas 9, 11-17
DE LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES A LA EUCARISTÍA
Este domingo está todo él dedicado a la Eucaristía. Al encarar esta homilía,
me pregunto ¿cómo hablar hoy del Cuerpo y la Sangre de Cristo en un
contexto misionero de una Iglesia lanzada hacia la nueva evangelización?
Hoy como en el relato evangélico de san Lucas, hay una multitud que busca y
sigue a Jesús. Y Jesús, a través de su Iglesia debe hacer lo que hizo entonces.
1º) recibir, acoger a la gente; 2º) hablarle del reino de Dios; 3) sanarle; 4)
darles de comer.
El aspecto social, el de nuestros deberes de caridad, solidaridad, servicio, aún
en lo material, no puede ser separado del relato del milagro de la
multiplicación de los panes. Precisamente este testimonio de compromiso y
servicio a los más necesitados es la clave para responder a la pregunta
“﾿cómo hablar hoy de la Eucaristía?”. La caridad de la Iglesia brota del
sacramento eucarístico.
En las otras lecturas bíblicas que la liturgia eclesial establece para este ciclo
vemos la relación con la Eucaristía. La figura de Melquisedec, rey y sacerdote
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de la antigua Jerusalén, alimentando y bendiciendo a un Abraham cansado y
debilitado después de la batalla, es una profecía de Jesús multiplicando la
comida para saciar el hambre de esa multitud cansada, al caer la tarde
después de un largo camino siguiendo al señor. Con sus ofrendas de pan y
vino, Melquisedec ha sido entendido en el nuevo testamento como profecía
del sacerdocio eterno de Cristo y las ofrendas eucarísticas de su Cuerpo y su
Sangre.
El trozo de la 1ª carta de san Pablo a los cristianos de Corinto, escrita antes
de los evangelios, constituye el texto de inspiración divina más antiguo sobre
la institución del sacramento de la Eucaristía en la última cena. Junto a la
primera lectura, la página paulina nos ofrece la clave para leer la historia del
milagro de Jesús de la multiplicación de los panes.
No parece éste el lugar para entrar en las cuestiones exegéticas sobre los
relatos que de la multiplicación de los panes nos traen los cuatro
evangelistas, ni en pretender dirimir si además de esta primera hubo una
otra multiplicación de los panes obrada por Jesús.
Parece importante señalar el contexto inmediatamente posterior en el que
el evangelista san Lucas el milagro. Y es el de la pregunta que hace Jesús a sus
discípulos “﾿quién dice la gente que soy yo? ...y ustedes ¿quién dicen que soy
yo?”, y culmina en la confesión de fe de Pedro . “Tú eres el Cristo de Dios” (Lc.
9, 18-21). Los discípulos son invitados a reflexionar sobre lo que motivó a esa
multitud, y motiva a ellos mismos, a buscar y seguir a Jesús. Por otra parte,
quiere llamarles la atención sobre este hecho: El milagro de la multiplicación
de los panes y los peces es un claro signo de que los tiempos mesiánicos ya
han llegado y de que él es el Mesías, está actuando en medio de ellos, y que el
reino de Dios ya está presente en medio del pueblo. Jesús hace esa pregunta
“﾿Quién soy yo?” y la clave para la respuesta es ese gesto suyo de dar de
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comer a una multitud con cinco panes y dos peces. A la multitud, Jesús no
sólo le habla del reino de Dios, sino que, actuando, acogiendo, sanando,
dando de comer, sirviendo y compartiendo, manifiesta y hace presente el
reino de Dios. No deja de ser relevante este contexto en el marco del año de
la fe y de las cuestiones: ¿quién es Cristo? ¿Cómo hablar hoy de la Iglesia y de
la Eucaristía? ¿Es posible confesar la fe en Cristo sin tener comunión con la
Iglesia, excluyendo de la fe a la Iglesia, a los ministros que recibieron de Jesús
el mandato de darles de comer, de servir y distribuir el alimento, los
sacramentos?
El Papa Francisco nos ha mostrado dos signos concretos para presentar la
Eucaristía y esta solemnidad. El primero es la invitación a una simultaneidad
horaria en todo la Iglesia para una hora de adoración eucarística que se
realizará este domingo. La propuesta, que manifiesta la universalidad y
contemporaneidad del actuar de Cristo y su reino que es la Iglesia, invita a
redescubrir la dimensión contemplativa y adoradora del misterio de la
presencia real del Señor en medio de su Pueblo. En el contexto secularizado
de hoy, que no entiende qué significa orar, la Iglesia presenta un signo de
una nueva multitud, más grande que aquella del relato evangélico, que busca
a Jesús, es recibida por Él, y se pone a la escucha. Es un llamado de atención
sobre la dimensión religiosa de la vida, sobre los valores trascendentes, sobre
este Dios, que a la vez que está más allá de la realidad que tocamos con
nuestras manos, ha querido en “la Palabra hecha hombre” estar cercano, en
medio de los hombres, y es sensible de sus necesidades, y camina con ellos,
les dar de comer.
El otro signo del Papa Francisco fue el modo en que presidió en Roma la
celebración de la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. En su homilía,
muy simple, entendible, catequística, llamó la atención sobre tres ideas:
seguimiento, comunión, compartir . Creo que vale la pena meditar su
reflexión y responder a las preguntas que nos plantea:
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1. Seguimiento. “Preguntémonos: ¿cómo sigo a Jesús? Seguirlo quiere
decir salir de nosotros mismos y hacer de nuestra vida no una posesión
nuestra, sino un don de Él y a los otros.”
2. Comunión. “Deberemos preguntarnos todos ante el Señor: ¿cómo vivo
yo la Eucaristía? ¿La vivo en modo anónimo o como momento de
verdadera comunión con el Señor, pero también con tantos hermanos
y hermanas que comparten esta misma misa? ¿Cómo son nuestras
celebraciones eucarísticas?”.
3. Compartir. “Preguntémonos, adorando a Cristo realmente presente en
la eucaristía: ¿Me dejo transformar por Él? ¿Dejo que el Señor, que se
dona a mí, me guíe para hacerme salir de mi pequeño recinto, para
salir y no tener miedo de donarme, de compartir, de amarle y de amar
a los otros? .”
El Papa acompañó la procesión caminando por las calles de Roma, detrás de
Jesús Eucaristía, caminando en medio del pueblo. Me parece que éste es uno
de esos signos eclesiales que él gusta de llamar paradigmáticos, es decir que
hablan por sí mismos mejor que muchas palabras.
Pbro. Hernán Quijano Guesalaga
Capilla Policial San Sebastián,
Paraná, Argentina
Domingo 1º de junio de 2013