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Domingo 10C TO
“Levántate” (Lc 9, 11-17)
(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Viuda de Naín)
José Martínez de Toda, S.J. ( martodaj@gmail.com )
¿Cómo resucitó Jesús al hijo de la viuda?
Jesús iba llegando rodeado de gentío a Naín, ciudad a nueve kilómetros de Nazaret y
cerca de Cafarnaún. De pronto ve que sale de la ciudad un cortejo fúnebre. Se acerca y se
entera que llevan a enterrar al hijo de una viuda.
Se conmueve de lástima: pobre madre, sin su hijo. Y dentro de unos años, ¿quién
cuidará de ella en aquella sociedad patriarcal y machista?
Jesús no espera a que ella le hable. Le dice: “¡ No llores !” Y al muerto: “ Levántate ”.
De esta forma Jesús restituye a la mujer el sentido de su vida: su único hijo.
¿Qué lecciones se desprenden de este milagro?
Jesús actúa por compasión . Se pone de manifiesto la delicadeza de Jesús con las
mujeres, con sus penas y sufrimientos, con sus situaciones de desamparo y con la desigualdad
en que vivían, entonces más que ahora. Una vez más queda patente la sensibilidad de Jesús,
su bondad y su respeto hacia los débiles y los peor tratados por la vida.
Jesús quería otro modelo de sociedad, una sociedad, en la que las mujeres sean
tratadas en igualdad con los hombres, y donde todo fuera distinto en la familia, economía,
derecho, cultura, en todo… A esto es a lo que apunta el evangelio. No trata meramente de
hacernos más piadosos y espirituales. Eso es bueno. Pero si la espiritualidad no nos lleva a
modificar el modelo de sociedad en que vivimos, esa espiritualidad no sirve sino para
engañarnos o tranquilizar inútilmente nuestras conciencias. (José Mª Castillo).
Este milagro se parece al de la 1ª Lectura de hoy. ¿Hay alguna relación
real?
Los paralelos entre la historia de Sarepta (1ª Lectura) y la de la viuda de Naín son
impresionantes. Ambos, Elías y Jesús, llegan a una ciudad (1 Reyes 17:10, 17; Lucas 7:12).
Ambos tratan a una viuda cuyo único hijo ha muerto (1 Reyes 17:17-18; Lucas 7:12).
Elías clama al Señor, y Jesús tiene compasión (1 Reyes 17:20-21; Lucas 7:13).
Elías se pone sobre el niño, y Jesús toca el féretro (1 Reyes 17:21; Lucas 7:14).
Gracias a Elías “el alma del niño volvió a sus entra￱as, y revivi￳”. Gracias a Jesús “el
joven que había muerto se incorporó y comenzó a hablar” (1 Reyes 17:22, Lucas 7:15).
Cada uno, Elías y Jesús, “se lo dió a su madre” – las palabras en la versión griega
septuagésima del Antiguo Testamento son exactamente iguales (1 Reyes 17:23; Lucas 7:15).
La madre le dijo a Elías: “ Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra
de Jehová es verdad en tu boca ”; y la multitud dijo de Jesús: “ un gran profeta ha surgido
entre nosotros ” (1 Reyes 17:24 y Lucas 7:16).
¿No hay ninguna diferencia?
La diferencia más grande entre las dos historias está en la facilidad con que Jesús
resucita al hombre muerto. Mientras que Elías se puso sobre el niño tres veces y oró a Dios
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que restaurase la vida del niño (1 Reyes 17:20-22), Jesús simplemente tocó el féretro y le
mandó al joven que se levantara (Lucas 7:14). Paulo Coelho, el escritor brasileño más
vendido en nuestros días, escribió en 1996 su novela “ La Quinta Montaña ”, que cuenta la
relación de Elías con la mujer de Sarepta.
El profeta Eliseo también resucitó al único hijo de una mujer sunamita (2 Reyes 4:18-
37). Sunem estaba ubicada a 11 kilómetros al sur de Nazaret. Como se ve, geográficamente,
el lugar donde Jesús resucita al hijo de la viuda se encuentra bastante cerca de donde Eliseo
resucitó al hijo de la mujer sunamita.
¿Por qué relacionan a Jesús con los profetas Elías y Eliseo?
Dios había prometido a Moisés, “ Les suscitaré un profeta de en medio de sus
hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le
mandare” (Deuteronomio 18:18) – promesa que señalaba hacia la venida del Cristo (Hechos
3:22-23; 7:35-37). La multitud conocía este texto de Moisés y, aunque quizá no comprendiera
exactamente el significado de sus palabras, proclama que la promesa ha sido cumplida en
Jesús.
Para Lucas, Jesús es un profeta que cumple y supera a Elías. En la Transfiguración lo
coloca acompañado de Moisés y Elías, pero superándolos. Jesús es un profeta de acción, que
no solo tiene ojos para ver el presente y discernir el futuro, sino que también tiene poder de
sanar a los más menospreciados y expuestos de la sociedad, al igual que los profestas Elías y
Eliseo.
El pueblo añade: “y que Dios ha visitado a su pueblo” (Lc 7, 16). Estas palabras
recogen un tema del “Benedictus”, donde Zacarías habló proféticamente de Dios que había
‘visitado’ a su pueblo, trayendo la redención (Lc 1, 68). Esa profecía ahora se realiza en
Jesús. Sin embargo, aunque mucha gente lo ve así, las autoridades religiosas de Jerusalén, no
reconocen tal ‘visita.’ Por eso Jesús llora por Jerusalén ‘ por cuanto no conociste el tiempo de
tu visita’ (Lucas 19:44).
El relato de Lucas pretende destacar que, al igual que Elías y Eliseo, Jesús es el gran
profeta que Dios ha enviado a su pueblo. La multitud funciona como un coro griego. Está ahí
para presenciar, interpretar, y relatar este milagro de restauración.
¿Es importante la relación de Jesús con Elías y Eliseo?
Efectivamente, por dos razones:
1)El Dios de Jesús, al igual que el de Elías, no es un Dios nacionalista y, por tanto,
excluyente. Dios quiere por igual a todos los seres humanos de todos los pueblos, culturas y
religiones. Sarepta no era una ciudad judía de Israel, sino de paganos. Esto había irritado a los
habitantes del judío Nazaret, que reclamaban a Jesús que hiciera allí los Milagros que hacía
en Cafarnaún y pueblos paganos vecinos (Lc 4, 24-30).
2) El Dios de Jesús es el Dios de la vida , que vence a la muerte, da vida a todos, sea
cual sea su religión, cultura o forma de vivir. Esto nos desconcieta. Pero así es Dios de grande
y genial. (José Mª Castillo).
Por fin Jesús aprovecha el milagro para responder a los mensajeros enviados por Juan,
que le preguntaban si Él era el Mesías o debían esperar a otro. Jesús les dice “ Vayan, den las
nuevas a Juan de lo que han visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos
son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres es anunciado el
evangelio” (Lc 7, 22).