Solemnidad de la Santísima Trinidad
(Ciclo C)
Padre Jorge López Teulón
La Iglesia ha ido celebrando cada uno de los grandes momentos de la acción
universal de Dios, y también nosotros, los creyentes cristianos, levantamos al final
de este periodo nuestros ojos para resplandecer ante el misterio de la Santísima
Trinidad.
Desde el tiempo del Adviento, con el nacimiento de Cristo en Belén, hasta el
domingo pasado, que rememorábamos la venida del Espíritu Santo en Pentecostés,
hoy descubrimos ante nosotros el misterio de la Santísima Trinidad. La Iglesia
celebra hoy así este misterio central de nuestra fe, fuente de todos los dones y
gracias; el misterio inefable de la vida íntima con Dios.
En 1892, hace ya más de un siglo, una niña francesa llamada Marie Elisabeth
Catez, hija de un oficial del ejército, hizo su Primera Comunión. Ese mismo día
visitó un convento de Carmelitas, en Dijon, en Francia. Y conversando con ella, la
priora le preguntó:
“ ﾿Sabes lo que quiere decir el nombre de Elisabeth en hebreo? Quiere
decir la Casa de Dios. Hoy eres realmente la feliz morada de Dios. Hoy,
que has hecho tu Primera Comunión, eres Casa de Dios”.
Este pensamiento fue creciendo en esta niña hasta convertirse en una especial
devoción y deseo de aposentar a la Santísima Trinidad en su alma, lo mismo que
indica a menudo San Pablo cuando afirma: “Dios en mí y yo en Él” . “ Mi alegría
afirma la Beata Isabel- consiste en estar siempre con mis tres moradores ”. Porque
esa niña, con el paso de los años, entró como religiosa en ese mismo convento de
Carmelitas. Y así se consagró completamente a sus Tres, como ella afirma: al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, tomando el nombre de Sor Isabel de la Santísima
Trinidad.
Cinco años después acogería con conformidad la enfermedad y el sufrimiento,
como signo de que Dios Padre le estaba permitiendo participar en esa obra
redentora de Cristo, que es la salvación para todos los hombres. Moriría a los 26
años.
Hacemos referencia hoy a esta santa porque precisamente es la que el
Catecismo de la Iglesia Católica, del año 92, nos presenta como resumen a través
de una oración preciosa, que nos acerca precisamente a este misterio que a veces
se nos presenta tan indescriptible, tan difícil de entender:
“ᄀOh Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayudadme a olvidarme
enteramente para establecerme en Vos, inmóvil y tranquilo, como si mi
alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz ni
hacerme salir de Vos, sino que cada minuto me haga penetrar más en
la profundidad de vuestro misterio. Pacificad mi alma, haced de ella
vuestro cielo, vuestra morada amada y el lugar de vuestro reposo. Que
no os deje allí jamás solo, sino que esté allí toda entera, completamente
despierta en mi fe, en adoración total, completamente entregada a
vuestra acción creadora” 1 .
Esta religiosa, con el tiempo, descubrió que todo cristiano tiene que ser en
verdad Casa de Dios. La inhabitación -ese término tan difícil de entender para
nosotros- no es más que esto: que Dios Todopoderoso, la Trinidad Santísima,
habita en nosotros.
Precisamente aquí, en España, en un Concilio toledano, será donde los Papas
insistirán -y así lo recoge el Magisterio- en esta afirmación sencilla y clara: “El
Padre es lo mismo que el Hijo; el Hijo, lo mismo que el Padre; y el Padre y el Hijo,
lo mismo que el Espíritu Santo. Es decir, un solo Dios por naturaleza.”
También hemos querido recordar a esta religiosa en esta Jornada que celebra
toda la Iglesia española hoy, la Jornada pro Orantibus; Jornada de Oración y de
reflexión, de acercarnos a la vida contemplativa, a todas esas almas que en sus
monasterios y conventos entregan en lo oculto sus vidas por la Iglesia. Por ellas
rezamos hoy y pedimos de manera especial para que haya muchas y santas
1 CEC. n. 260
vocaciones.