DOMINGO DECIMONOVENO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Ciclo C)
Padre Jorge López Teulón
El hombre no es un testigo inerte del ingreso de Dios en la historia. Jesús nos
invita a buscar activamente el reino de Dios y su justicia y a considerar esta
búsqueda como nuestra preocupación principal: encontrar el camino, permanecer
fieles en él y llegar hasta la vida eterna. A los que creían que el reino de Dios
aparecería de un momento a otro ( Lc 19,11), les recomienda una actitud activa en
vez de una espera pasiva... 1
Así pues, la persona humana está llamada a cooperar con sus manos, su mente y
su corazón al establecimiento del reino de Dios en el mundo. Esto es verdad de
manera especial con respecto a los que están llamados al apostolado y que son,
como dice San Pablo, cooperadores del reino de Dios ( Col 4,11), pero también es
verdad con respecto a toda persona humana.
En el Reino entran las personas que han elegido el camino de las
bienaventuranzas evangélicas, viviendo como pobres de espíritu por su desapego
de los bienes materiales, para levantar a los últimos de la tierra del polvo de la
humillación...
En el Reino entran los que soportan con amor los sufrimientos de la vida: Es
necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios
( Hch 14,22; cf. 2 Tes 1,4-5), donde Dios mismo enjugará toda lágrima... y no
habrá ya muerte ni llanto ni gritos ni fatigas ( Ap 21,4).
En el Reino entran los puros de corazón que eligen la senda de la justicia, es
decir, de la adhesión a la voluntad de Dios, como advierte San Pablo: ¿No sabéis
acaso que los injustos no heredarán el reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los
impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros..., ni los avaros, ni los borrachos, ni los
ultrajadores, ni los rapaces heredarán el reino de Dios ( 1 Co 6,9-10; cf. 15,50; Ef
5,5).
Podemos recoger el hermoso testimonio de Santa Clara de Asís , cuya
santidad celebrábamos ayer.
Europa asistía en la primera mitad del siglo XIII al despuntar de la Edad
Moderna, con profundos cambios políticos y sociales, económicos, culturales y
religiosos. En este contexto de cambio y transformación del mundo medieval al
moderno, Santa Clara fue una de las personas que, junto con San Francisco, Santo
Domingo de Guzmán y otros, vivieron el Evangelio de forma radical y así se
convirtieron en factores de renovación en la Iglesia, de la vida consagrada y de la
sociedad de su tiempo 2 .
1 JUAN PABLO II, Catequesis del 6 de diciembre de 2000.
2 Antonio PETEIRO, Las fidelidades de Clara de Asís en Ecclesia nº 2708 (29.0ctubre.1994).
Para Clara, vivir el Evangelio equivale a seguir el estilo de vida de Jesús y de su
Madre y, sobre todo, la pobreza de Belén, la humildad de Nazaret y la inefable
caridad del Calvario. Rasgos que estaban en claro contraste con el ambiente
familiar noble y rico de Clara, con la nueva sociedad de los mercaderes, con el
estilo de vida de la Iglesia y de la misma vida monástica de entonces. Dios se
acercó al hombre por el camino de la pobreza; Santa Clara escogió ese mismo
camino para acercarse a Dios y a los hombres. La pobreza tiene en la vida de Clara
un sentido de identificación y de liberación para entregarse a Dios y a los hombres.
Es su vida, el fiel cumplimiento de lo que hoy Jesús nos pide: Vended vuestros
bienes, y dad limosna..., porque donde está vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón.
Y tengo que preguntarme: ¿Dónde tengo puesto el corazón? ¿Lo tengo puesto
en Dios o lo tengo puesto en el artificio de lo material, en lo que pasa? ¿Lo tengo
puesto en Dios, que permanece para siempre, o lo tengo puesto en lo perecedero?
Santa Clara es la virgen fiel y prudente, el ejemplo vivo del criado que espera a
que llegue su Señor, que no vive atemorizado... No le importa cuándo llegue el
Amo, porque vive esperándole. Esta debe ser la actitud de cada bautizado: la
espera sin nervios, sin pensar que el Señor va a poner sobre nosotros más cargas
de las que podemos llevar.
Santa Clara renunció a todo en este mundo para entregarse al Hijo de Dios; a Él
se ofreció como víctima santa y agradable, con la única preocupación de devolverle,
multiplicado, el talento recibido; cumplió así el consejo que le daba a Inés de
Praga: Ama sin reservas a aquél que se te ha dado totalmente por amor ...
El seguimiento radical de Cristo pobre hizo de Clara de Asís una mujer nueva,
con una personalidad inconfundible, profundamente creyente y consciente de
haber recibido una vocación particular para servir a la Iglesia y al mundo.
¡Qué hermosa es la expresión del Señor! - No temas, pequeño rebaño; porque
vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino. Y esto es lo que debo cuestionarme:
¿Cómo lucho yo para establecer el Reino de Dios en mi vida, en mi pequeño
mundo: en mi casa, en mi ciudad, en mi sociedad? ¿Cómo me preocupo de instalar
el Reino de Dios en medio de nosotros? Jesús lo dice así a los que le escuchan: El
Reino de Dios ya está aquí, en medio de vosotros. ¿Cómo busco yo ese Reino?
¿Cómo vivo sus valores?
Permitidme, antes de terminar, una última reflexión: Santa Clara es una santa
popular a la que se han dedicado calles, plazas, fuentes, ciudades, islas y templos.
Invocan su patronazgo los vidrieros, jueces, modistas en lencería y los que piden
buen tiempo. Desde muy antiguo la invocan los navegantes. Comenzó la tradición
en la Ciudadela de Menorca. Las clarisas encendían cada atardecer una lamparilla,
en el último piso de la torre, que servía de faro a los navegantes. Cuando había
peligro en la mar buscaban la luz y se encomendaban a Santa Clara. Luego iban a
dar gracias.
En 1958, finalmente, fue declarada por Pío XII patrona de la televisión a causa
de un hecho singular. Sucedió en la Navidad del año 1252. Clara estaba muy
enferma y no pudo asistir a la misa del gallo. Llena de añoranza rezó al Señor: Aquí
me han dejado sola y contigo... Entonces comenzó a oír cantos, vio el pesebre, y
pudo seguir la misa celebrada en la basílica de San Francisco. Fue una gracia
mística singular.
La aplicación para nosotros, y de manera especial en este tiempo, tiene que ir
por el buen uso que demos a este medio de comunicación tan importante. Las
pautas deben marcarse, en primer lugar, por educar a los más pequeños en aquello
que sea beneficioso, e impidiéndoles ver aquellos programas que degeneran los
valores de la persona. Como adultos es preciso que tengamos criterios firmes y no
dejarnos llevar por el hastío de ver por ver la televisión, por el sólo motivo de no
tener que hacer nada más. Hay tantos programas que deberíamos dejar de ver
porque no sirven ni para entretener... El criterio será en numerosas ocasiones el
rechazo. No valen los criterios de: los ve todo el mundo, ya soy adulto para ver
estas cosas… Hace unos días la asociación civil Morality in Media publicó el
testimonio desgarrador de una mujer cuyo matrimonio se destruyó por la influencia
de la pornografía en su esposo. Esta mujer deseó compartir su triste historia para
demostrar que sí existen víctimas de la pornografía y que le erotización de la
sociedad es un problema grave. Cadenas públicas como Telemadrid o TV3 se
dedican a promocionar auténticos programas basura y luego no son capaces de
ceder espacios para programación religiosa. Nos engañan con la mayoría de las
encuestas de programación y no hacen sino destrozar el buen uso de la televisión.
De nosotros depende que, como con todo, hagamos uso recto y sepamos
deshacernos de tantas horas inútiles ante el televisor, para promocionar nuestra
vida personal de otras maneras, aunque sólo sea conviviendo con los que están en
nuestra propia casa.
Que sepamos dar gracias a Dios en este encuentro dominical. La Eucaristía es
para nosotros luz, alimento y fortaleza en nuestro caminar por la vida. Repetimos
en nuestra celebración de la Santa Misa: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu
resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! Que este sea nuestro grito cada día: ¡Ven, Señor
Jesús! Nosotros, a pesar de nuestra pobreza, encendemos nuestra lámpara para
esperarte, para vivir en Ti.