DOMINGO VIGÉSIMO PRIMERO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Ciclo C)
Padre Jorge López Teulón
Sister Nirmala es la Superiora General de las Misioneras de la Caridad, la
sucesora de Madre Teresa de Calcuta . Ella misma narra algo que le sucedió:
Un día estaba yo mirando cómo un rayo de luz entraba por un agujero de
la pared y me permitía ver con claridad las motas de polvo. La habitación
estaba llena de polvo, pero sólo se podía ver gracias a aquel rayito de luz.
Entonces comprendí por qué la Madre había llegado a ser conocida en el
mundo. La luz de Dios brillaba en ella. La Madre entregó su vida
completamente a Dios 1 .
Madre Teresa de Calcuta lo decía todavía con más claridad: No sé si soy santa o
no. Ni siquiera me preocupa. Lo único que puedo decirle es que la santidad no es el
privilegio de unos pocos, sino una obligación para todos: para usted y para mí.
Había nacido un día como hoy, un 26 de agosto de 1910. Siempre repetía lo
mismo: Todo por Jesús a través de María. Y hoy podemos repetirnos: la puerta
es estrecha, sí; pero... todo por Jesús, a través de María.
El conocimiento de Jesús es el que rompe la soledad, supera las tristezas y las
incertidumbres, da el significado auténtico a la vida, frena las pasiones, sublima los
ideales, expande las energías en la caridad, ilumina en las opciones decisivas. Así
se lee en la Imitación de Cristo :
Cuando está presente Jesús, todo es bueno y nada parece difícil; cuando
Jesús está ausente, todo resulta gravoso. Cuando Jesús no habla
interiormente, el consuelo no vale nada; en cambio, si Jesús dice una
palabra tan sólo, se siente un gran consuelo...
¿Qué puede darte el mundo sin Jesús? Estar sin Jesús - afirma Tomás de
Kempis- es un infierno insoportable, y estar con Jesús es un dulce paraíso. Si
Jesús está contigo, no hay enemigo alguno que te pueda hacer daño 2 .
Por eso, ante la pregunta espontánea que da lugar a Jesús a tratar sobre cuál
será el número de los que se salven, su respuesta no es satisfacer nuestra
curiosidad, sino recordarnos que, ciertamente, Dios quiere que todos los hombres
se salven y lleguen al conocimiento de la verdad; pero hay que esforzarse por
1 CRISTINA ANSORENA, Sor Nirmala, a la sombra de la Madre Teresa, p. 59 (Barcelona 2000).
2 JUAN PABLO II, Orar, su pensamiento espiritual, p. 22 (Barcelona 1998).
hacer el bien, sacrificando lo que haga falta, pues la puerta es estrecha. Es lo
mismo que si nos dijera: Dejaos de preguntar qué va a ser de vosotros y de los
demás en el futuro y preguntaos más bien por el presente: qué tipo de vida lleváis;
pues el futuro será lo que sea la vida presente. Entrar por la puerta estrecha es
igual a negarse a sí mismo, mortificarse, hacer penitencia, no dejarse llevar por los
criterios o el egoísmo personal. Con estas palabras se nos pone de manifiesto que
el cristianismo no es tan fácil como a veces pensamos o decimos, sino que lleva
consigo entrar por la puerta estrecha, por senderos complicados que normalmente
cuesta tomar. La senda difícil para llegar a Dios es el Evangelio.
El Papa Juan Pablo II afirma:
Nadie es capaz de lograr que lo pasado no haya ocurrido; ni el mejor
psicólogo puede liberar a la persona del peso del pasado. Sólo lo puede
lograr Dios, quien, con amor creador, marca en nosotros un nuevo comienzo:
esto es lo grande del sacramento del perdón: que nos colocamos cara a cara
ante Dios, y cada uno es escuchado personalmente para ser renovado por Él.
No nos debemos mirar tanto a nosotros mismos cuanto a Dios, y en Él
debemos encontrar ese suplemento de energía que nos falta. ¿Acaso no es
ésta la invitación que hemos escuchado de labios de Cristo: “Venid a Mí
todos los que estáis fatigados y oprimidos, que Yo os aliviaré”? Él es la luz
capaz de iluminar las tinieblas en que se debate nuestra inteligencia
limitada; Él es la fuerza que puede dar vigor a nuestras flacas voluntades; Él
es el calor capaz de derretir el hielo de nuestros egoísmos y devolver el ardor
a nuestros corazones cansados 3 .
Conocer a Jesús, amar a Jesús, vivir su Evangelio, reconocer nuestra debilidad y
lo que Él hace en nosotros y, finalmente, participar de su Cuerpo divino, dejarnos
alimentar por la Eucaristía. Así nos esforzamos en entrar por la puerta estrecha.
Recibir la Eucaristía significa transformarse en Cristo, permanecer en Él,
vivir para Él. El cristiano, en el fondo, debe tener una sola preocupación y
una sola ambición: vivir para Cristo, tratando de imitarlo en la obediencia
suprema al Padre, en la aceptación de la vida y de la historia, en la total
dedicación a la caridad, en la bondad comprensiva y sin embargo austera.
Por esto, la Eucaristía se convierte en programa de vida. Sólo mediante la
Eucaristía es posible vivir las virtudes heroicas del cristianismo: la caridad
hasta el perdón de los enemigos, hasta el amor a quien nos hace sufrir,
hasta el don de la propia vida por el prójimo; la castidad en cualquier edad y
situación de la vida; la paciencia, especialmente en el dolor y cuando se está
desconcertado 4 .
3 Ibídem, págs. 53-55.
4 Ibídem, p. 67.
La imagen de la puerta estrecha nos habla de la exigencia y dificultad de seguir
a Jesús. Ya hemos aclarado las vías: el Evangelio, el sacramento de la
Reconciliación y la Eucaristía son las posibilidades para recorrer sin pérdida el
camino. Pero insistamos como hace Jesús mismo: porque muchos intentarán entrar
en su Reino y no podrán. La advertencia de Jesús, en efecto, se dirige a los judíos,
que creen tener asegurada la salvación por el hecho de pertenecer al pueblo de
Dios. Pero la lectura es también para nosotros. No basta, por consiguiente, ser
cristiano o estar bautizado o ser sacerdote o venir a Misa o rezar algo, para ser
reconocido por Cristo el día de nuestra muerte. ¡No! Porque Él dice: ¡Alejaos de Mí,
malvados! ¡No sé quiénes sois!
Hace falta algo más: vivir como Él, vivir su Evangelio, parecernos a Él en
nuestras palabras, en nuestros deseos y pensamientos... Hace falta amar.
Sin duda, este es el ejemplo que la Iglesia nos propone en este día en que
celebramos la santidad de Teresa de Jesús Jornet e Ibars , canonizada por el
Papa Pablo VI y que fundó la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos
Desamparados. Fue Superiora General desde los primeros días hasta su muerte,
ocurrida el 26 de agosto de 1897, después de una vida de sacrificios heroicos al
servicio de los ancianos desamparados. Con todo derecho la Iglesia la honra con el
título de patrona de la ancianidad . En una de sus cartas afirma:
Yo no lo sé, pero si he de juzgar por mis obras y las de algunas otras
como yo, está nuestro amor muy resfriado. Por Dios, que pongamos en ello
remedio, y ofrezcamos con verdad al Niño que, de hoy en adelante, al
cumplir con nuestros deberes, hemos de imitar las virtudes de que, en su
nacimiento, se nos presenta como modelo...
Pero todas estas virtudes suponen otra más principal que les da realce, la
de su ardentísima caridad. Es tan grande, que dice: “He venido a prender
fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!”. Por eso, su Corazón
arde en llamas de purísimo amor; con ese purísimo amor es menester que
amemos y tratemos a nuestros pobres, interesándonos muchísimo por su
bienestar temporal y eterno 5 .
Así lo recoge el Catecismo en palabras de Santa Rosa de Lima : Cuando
servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos
de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús (CEC n. 2449).
El camino señalado por los mandamientos para llegar al cielo, para alcanzar la
felicidad, pasa por el amor, por el servicio al hermano. Enseña San Juan de la Cruz:
Pues que en la hora de la cuenta te ha de pesar de no haber empleado este tiempo
5 Santa TERESA DE JESÚS JORNET E IBARS, De las Cartas, en Liturgia de las Horas, Tomo IV, págs. 1873-1874.
en servicio de Dios, ¿por qué no le ordenas y empleas ahora como lo querrías
haber hecho cuando te estés muriendo? (Dichos, 77).
Ahora es cuando el Señor espera que confirmemos la autenticidad de nuestro
amor a Dios con obras de caridad hacia el prójimo. Que las dificultades que nos
toca vivir no sean obstáculo para nuestro amor y generosidad. Que no nos
cansemos de servir, y siendo conscientes de nuestros límites personales superemos
el temor y vivamos siempre en la Verdad.
No sin razón, el Concilio nos dice en la Constitución sobre la Iglesia: “La
Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario
que estén animados todos aquellos que, en la Iglesia, cooperen a la
regeneración de los hombres”. María está a la cabeza de todos los santos por
ser modelo de correspondencia a la gracia de Dios. A Ella confió Dios la
misión más grande que pudo confiar a una criatura: ser la Madre de su Hijo y
Madre de la Iglesia. ¡Cuántas gracias de Dios recibió para cumplir esta misión
y qué fielmente correspondió!
Al meditar su vida santa, a la luz de la vida de su Hijo, podemos entrar
más a fondo en el soberano misterio de la santificación de los hombres,
porque María refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe, atrae a
los creyentes a Jesús y al amor del Padre 6 .
Con María todo será muchísimo más sencillo, como afirmaba el padre
Maximiliano Mª Kolbe : ¡Cuántas veces en la vida, pero especialmente en los
momentos más importantes, he experimentado la protección especial de la
Inmaculada...! ¡Pongo en Ella toda mi confianza para el futuro!
Oh María, condúcenos a todos al Reino de santidad, de verdad y de vida del
Señor.
6 Eduardo FUENTES, Editorial de “Vida cristiana”, nº 283, noviembre 1987.