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Día litúrgico: Domingo X (C) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 7,11-17): En aquel tiempo, Jesús se fue a una ciudad
llamada Naím, e iban con Él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se
acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su
madre, que era viuda (…). Al verla el Se￱or, tuvo compasión de ella, y le dijo: «No
llores». Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y Él dijo:
ᆱJoven, a ti te digo: levántateᄏ. El muerto se incorpor￳ y se puso a hablar (…).
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
El dolor en clave cristiana: sufrimiento con esperanza grande
Hoy consideramos que aceptar al otro que sufre significa asumir de alguna manera
su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser también mío. Pero precisamente
porque ahora se ha convertido en sufrimiento compartido, en el cual se da la
presencia de un otro, este sufrimiento queda traspasado por la luz del amor. La
palabra latina “consolatio”, consolaci￳n, lo expresa de manera muy bella,
sugiriendo un “ser-con” en la soledad, que entonces ya no es soledad.
Dios se hizo hombre para poder “com-padecer” con el hombre, de modo muy real,
en carne y sangre. Por eso, en cada pena humana ha entrado “Uno” que comparte
el sufrir y el padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la “con-solatio”, el
consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza.
—Esta capacidad de sufrir depende de la grandeza de la esperanza que llevamos
dentro. Los santos pudieron recorrer el gran camino del “ser hombre” del mismo
modo que Cristo, porque estaban repletos de la gran esperanza.
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