Lectio Divina: X Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: P. Chuno Chávez Alva , C.M.
LA PALABRA HOY: 1 Reyes 17,17-24; Salmo 29; Gálatas 1,11-19; Lucas 7,11-17
Ambientación: En medio de la sala un corazón grande, símbolo del amor inmenso
de Dios. Cirio. Opcional: Papeles y lapiceros para los participantes.
Cantos sugeridos: Vaso nuevo
Ambientación
El Dios de la vida, cuando habla, genera vida en cualquier situación y para cualquier
persona. El Dios de la Palabra es también el Dios de la escucha, que atiende los
gritos de auxilio de quien acude a Él.
Oración inicial
¿Cómo no agradecerte tu paso por el mundo,
Oh Cristo, vida y resurrección nuestra?
has escuchado nuestros lamentos,
has visto nuestra aflicción,
has obrado en nosotros nuevamente
el milagro de renacer y del gozo.
Continúa visitando nuestra tierra,
cambia en alegría nuestras penas:
las penas de nuestros hermanos
que como Tú, Señor misericordioso
queremos hacer nuestras,
en cercanía, compasión y esperanza.
¡Oh Cristo, a cuya voz volvemos a vivir!
restaura toda humanidad doliente,
y envíanos al mundo
para testimoniar a los hombres
el evangelio que nos da la dicha.
Tú que vives y reinas por los siglos eternos
AMÉN
I. Lectio: ¿Qué dice el texto? – Lucas 7, 11-17
Motivación: El relato de la resurrección del hijo de la viuda de Naím nos presenta
uno de los encuentros más bellos de Jesús con el mundo del dolor y la muerte.
Abrámonos a la misma experiencia de la misericordia de Jesús con los jóvenes, las
madres viudas y todos los sufrientes de nuestros días. Escuchemos:
Forma de leerlo:
Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención
(sentados).
Preguntas para la lectura:
El texto narra que habían dos multitudes. ¿Cuál es la que capta la atención de
Jesús?
¿Qué personajes aparecen en el relato? ¿Qué reacciones se señalan entre los
diversos grupos?
¿Qué afirma el texto acerca de Jesús? ¿Con qué palabras se dirige al muchacho?
¿Cómo reacciona la multitud? ¿Qué empieza a decir sobre Jesús?
Otros textos bíblicos para confrontar: 1 Re 17,23 ; Mt 16,14; Lc 1,68.
II. Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: La palabra de Jesús lleva a cabo una serie de transformaciones: el
joven vuelve a la vida; la madre recupera al hijo y, con él, la esperanza y la
alegría; la gente se une en la alabanza… También esta palabra puede cambiar
nuestra vida si la escuchamos y la meditamos en el corazón.
La compasión mueve a Jesús a resucitar al hijo de la viuda. ¿El dolor de los otros
producen en mí la misma compasión?
¿Qué hago para ayudar a los otros a vencer el dolor y a abrirse a una vida nueva?
Dios visitó a su pueblo. ¿Percibo las numerosas visitas de Dios en mi vida y en la
vida de la gente?
¿Qué aspectos del texto de hoy me conmueven y me exigen a tomar la iniciativa?
¿Soy agradecido y glorifico a Dios por tantas cosas buenas que he recibido de él?
III. Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: También nosotros sabemos que muchas personas miran el mundo con
los ojos de Dios y son capaces de comprometerse. Vamos a pedirle al Señor que
nos dé unos ojos y un corazón como el suyo para poder así cambiar el mundo.
Luego de un tiempo de oración personal, compartimos en grupos nuestra oración (o
todos juntos)
Cada miembro del grupo escribe en un papel un sentimiento que pueda impulsar su
compromiso y pueda ser incluido en el corazón de Dios. Lo pega en el corazón que
está en el centro y hace una pequeña oración.
Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo
(Salmo 29)
IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: San Vicente nos exhorta a cultivar el mismo espíritu compasivo y
misericordioso de Jesús:
«El Hijo de Dios, al no poder tener sentimientos de compasión en el estado glorioso
que posee desde toda la eternidad en el cielo, quiso hacerse hombre y pontífice
nuestro, para compadecer nuestras miserias. Para reinar con él en el cielo, hemos
de compadecer, como él, a sus miembros que están en la tierra.
Los misioneros, más que los demás sacerdotes, deben estar llenos de este espíritu
de compasión, ya que están obligados, por su estado y su vocación, a servir a los
más miserables, a los más abandonados y a los más hundidos en miserias
corporales y espirituales. Y en primer lugar, han de verse tocados en lo más vivo y
afligidos en sus corazones por las miserias del prójimo. Segundo, es menester que
esta compasión y misericordia aparezca en su exterior y en su rostro, a ejemplo de
nuestro Señor, que lloró sobre la ciudad de Jerusalén, por las calamidades que la
amenazaban. Tercero, hay que emplear palabras compasivas que le hagan ver al
prójimo cómo nos interesamos por sus penas y sufrimientos. Finalmente, hemos de
socorrerle y asistirle, en la medida en que podamos, en todas sus necesidades y
miserias, procurando librarle de ellas en todo o en parte, ya que la mano tiene que
hacer todo lo posible por conformarse con el corazón.» (XI,771)
COMPROMISO: ¿Cómo puedo ayudar a mi familia y a mi comunidad a ser
portadora de vida para los demás?
Oración final
Tú eres, Señor, un Dios de Vida,
un Dios de misericordia y bondad.
Reconocemos tu impulso creador
en el origen de todo lo que existe
y en el origen de nuestras vidas.
Y a lo largo de la historia y de nuestra historia,
sigues impulsando todo aquello
que hace a las personas vivir de forma más humana,
más fraterna y más gozosa.
Por eso te damos gracias y te bendecimos.
Que como María, la mujer que se dejó llenar por Ti
para entregarte al mundo,
permanezcamos siempre abiertoss a tu amor
y sepamos hacer de nuestra vida don para los demás
Amén.
Con permiso de somos.vicencianos.org