Ciclo C: X Domingo del Tiempo Ordinario
Julio César Villalobos, C.M.
A ti te digo: levántate
Una vez, un joven llamado “Peter” estaba en la biblioteca de su centro de estudios,
como agachado en su escritorio y derramando tantas lágrimas que ya se estaba
mojando su propio escritorio. Su mejor amigo “Cabito” le encontr￳ en esa escena, y
como le quería tanto le pregunt￳ directamente: “﾿por qué estás así?, ﾿qué te pasa?,
por favor cuéntame que ya me estás empezando a preocupar”. Peter atin￳ en
decirle: “mi vida se acab￳, cabito. No tengo sentido por quién y para quién vivir: se
burlan de mí, de mis malas notas, soy el hazmerreír de todos mis compañeros, a mi
mamá le acaba de dejar mi papá, y de remate los médicos le dijeron que tiene un
cáncer al hígado, soy el hermano mayor que me toca ver por mis hermanitos, ya
quiero tirar la toalla. Cabito le animó para que le acompañara porque le iba a
presentar a un amigo que estaba cerca de la biblioteca.
Al llegar ahí, Peter miraba de un lado y de otro, era como una sala muy acogedora,
con mucha luz natural, había silencio, en medio de esa sala varias bancas, Peter
estaba asustado pero seguía llorando. De pronto Cabito, lo hace sentar frente a una
cajita de madera que estaba rodeada de muchas flores perfumadas y bien frescas.
S￳lo le dice: “Peter, por favor espérame que tengo clases y en una hora
aproximadamente vuelvo”. A Peter no le quedaba otra cosa que esperarle ya que le
había prometido ir a una persona que según él le iba a ayudar. Pasó 5 minutos y no
llegaba, pasó 15 y tampoco, pero seguía llorando hasta que se calló por un
momento ya que de aquella cajita de madera sali￳ una voz que decía: “ᄀᄀᄀÁnimo,
levántate!!! ᄀᄀᄀÁnimo, yo estoy contigo!!!” Pas￳ una hora y cabito, su mejor amigo
llegó, y encontró a Peter de rodillas delante de esa cajita. Había entendido que era
la voz de Jesús que le aseguraba que todo estaba bien y que no habría de qué
preocuparse.
Aquella dueña de la casa, que nos habla la 1ra lectura de hoy, estaba triste: su hijo
acababa de morir. Elías, pidiendo permiso a su mamá, se llev￳ a su hijo para “tocar
el coraz￳n de Dios” que le dijo: “Se￱or, Dios mío, que vuelva la vida de este niño a
su cuerpo” (1Rey.17,17-24). Entrar en intimidad con el Señor y tocar su corazón,
hará que la desesperanza se convierta en esperanza, la tristeza en gozo, le miedo
en seguridad y certeza de su presencia en medio de nosotros. Tú que te sientes
como Peter, de la historia, o como aquella señora de esta 1ra lectura te invito para
que sepas confiar y dejar que Dios te hable (“le llevaré al desierto para hablarle al
coraz￳n”, Os.2,16) para que vuelvas su mirada hacia él.
Cuando Dios sale a nuestro encuentro, provoca bendecirle porque él nos ha librado,
como dice el salmo de hoy (“te ensalzaré, Se￱or porque me has librado”, Salmo
29).
Naim es una ciudad visitada por Jesús y muchos le acompañaban, incluyendo a los
discípulos. El cuadro es “desalentador”: “result￳ que sacaban a enterrar a un
muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y mucha gente del pueblo la
acompa￱aba” (Lc.7,11-17). En medio de la desesperanza, del sin sentido, de la
falta de fe, del pensar que nada tiene soluci￳n escuchemos el grito de Jesús: “no
llores”!!!
¿Cuánto confías en Jesús?, ¿de verdad te fías de Él ciegamente?, ¿qué me falta
para aprender a confiar más él?, ¿Qué puedo hacer para que otros también se fíen
de Jesús?
Otro grito “ensordecedor” que aparece en el evangelio y que destruye toda
desesperanza es: “Muchacho, a ti te digo, levántate!!!”
Para los desanimados, para los que piensan que su vida no tiene sentido, para
aquellos que dicen que no tienen fe, para aquellos que se han decepcionado por tal
cual o cual motivo o persona…Jesús les dice: levántate!!!
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)