XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
¿QUIEN ENTUSIASMA? ¿QUIEN ES TU LIDER?
Padre Pedrojosé Ynaraja
El texto del evangelio de la misa de este domingo no nos dice donde ocurrió lo que
cuenta, pero, por otros pasajes, sabemos que se trata de una de las fuentes del
Jordán, la más importante y conocida. Próximo al lugar se levantaba una ciudad
edificada en honor del emperador, de aquí que se llamase Cesarea de Felipe. Está
en las estribaciones de la cordillera del Líbano, hasta hace muy poco, mientras uno
se iba acercando, veía las nieves perpetuas en la falda del Hermón. Hoy en día
vengo observando que en verano ya han desaparecido, será por aquello del cambio
climático. Lugar de grandes peñascos, una enorme oquedad se hundía de tal
manera en la tierra, que las leyendas decían llegaba hasta el infierno. Lo cierto es
que manaba una abundante corriente de agua. En tiempos posteriores a esta visita
o excursión de Jesús, y probablemente debido a algún pequeño seísmo del que no
se conserva memoria, se sepultó el curso, sin ahogarlo, de manera que a un
centenar de metros más abajo, surge pacífica y transparente, hasta saltar divertida
pocos kilómetros más abajo por pequeñas pero bellas cataratas. El conjunto de este
manantial y el muy próximo de Dan, es un paisaje asombroso, por sus
promontorios en un caso y la exuberancia de la vegetación y de los múltiples
torrentes que lo recorren en el otro. Pero el Señor, como buen judío que era, nunca
iría al segundo, ya que allí se levantaba un antiguo templo cismático, que pretendía
emular al de Jerusalén.
Las primeras veces que visité el lugar se conservaba intacto, tal como lo viera el
Maestro. Hoy en día está cercado, se paga entrada, se levantan muy próximo al
agua diversos edificios dedicados a la venta de recuerdos, cafetería, piscina y el
correspondiente lugar acotado, para aparcar los vehículos del visitante. Estos
cambios no han destruido la montaña, ni estropeado del todo los nichos u
hornacinas, donde se alojaban los ídolos dedicados al dios Pan, protector de los
pastores.
Mis queridos jóvenes lectores, sabéis bien que es característica de la amistad el
aprovechar los momentos de descanso para intercambiar opiniones personales y
confidencias de lo que a uno le intriga o apasiona. En la tranquilidad que gozaba el
paraje, es evidente que el Maestro, más que enseñanzas dogmaticas, se entregara
a comentarios de este género. Quería saber qué pensaba la gente de Él y que
opinaban también ellos, sus amigos.
Las primeras respuestas fueron un tanto evasivas, datos muy propios de aquel
tiempo y de su cultura. Pero cuando les tocó a ellos, la situación resultaba enojosa.
Ni el jovencito e inquieto Juan, ni el “científico” Tomás, sabían replicarle. Fue el
obtuso Pedro, que en aquellos momentos todos le llamaban Simón, nombre que le
habían puesto sus padres, el que se adelantó a decir: Tú eres el Mesías de Dios.
Con esto tenía bastante. Les recomendó que guardasen el secreto de esta
revelación de su Padre, escuchada a través de la voz de aquel pescador rudo y
adulto.
Pensó Jesús que había llegado el momento de que supieran algo de los
acontecimientos futuros y les anunció que le esperaba ser despreciado, torturado y
ejecutado. Por si entendían lo que les estaba diciendo, y para que no se
desanimasen, les adelantó que resucitaría, pero, por el contexto, parece que nada
de nada entendieron, de manera que desvió el tema y les hablo de cómo debían
aceptarse a sí mismos. Ni aspiraciones orgullosas, ni decaimientos depresivos. Cada
uno debía soportarse a sí mismo y aceptar lo que le llegara, evitando el pánico. El
pasajero fracaso, hay que asumirlo. Con ello asegurará su compañía, por el camino
de la humildad, que afrontada la pasajera derrota, llegará al triunfo definitivo,
librándose de paso de lesionadores ataques.
Pero cuando uno está allí y cuando está en cualquier sitio, deberá preguntarse
¿Quién es Jesús para mí? ¿qué importancia le doy en mi vida? Os recomiendo que
no os vayáis por las ramas con especulaciones teóricas. El análisis debéis hacerlo
sencillamente comparando vuestro comportamiento respecto a otras cosas en las
que ocupáis vuestro tiempo. ¿Qué preferencias tenéis los fines de semana? La misa,
el encuentro dominical con el Señor, ocupa el lugar preferente, o se relega a si no
estoy convocado a ninguna reunión de amigos, competición deportiva, excursión o
una fiesta que alguien organiza?. ¿Saludo al Señor de cualquier manera que sea,
más que a amigos o conocidos?. ¿Me interesa más que sea conocido y admirado
por los demás, que lo que pueda serlo mi autor preferido, el cantautor que me
maravilla o el deportista que me asombra por sus cualidades?.
Dejad, mis queridos jóvenes lectores, que el Señor os diga, como entonces a los
apóstoles, para ti ¿Quién soy yo?