Ciclo C: XII Domingo del Tiempo Ordinario
Julio César Villalobos, C.M.
Dar la cara por Jesús
En una conferencia “magistral” un personaje llamado Batito hablaba de que el
mundo no sabe qué hacer con su vida, de que todo anda mal en los jóvenes de
hoy, de hay mucha gente soberbia que hace lo que quiera sin mirar las
consecuencias, de que no se respetan los valores, que sigue habiendo guerras y
hambre en el mundo, y de que nadie hace nada por ellos…un jovencito tímido
llamado Pachico: escuchaba, anotaba, miraba y movía su cabeza. Cuando terminó
la conferencia, Batito dijo a los demás: “¿tienen alguna pregunta qué hacer?”…hubo
silencio, Pachico sudaba, hasta que levantó su mano. Le costó abrir sus labios,
tartamudeaba, pero lanz￳ la pregunta: “Dr.Batito, ¿sabe quién da sentido a la vida
en este mundo?, ¿sabe quién puede hacer que el mundo cambie?, ¿sabe que hay
alguien que sí puede hacer mucho?, aunque usted lo vea todo malo, pero quien da
sentido a todo es JESÚS!!! He dicho!!!!” Toda la asamblea se par￳ a aplaudir a
Pachico más que al conferencista, ya que había dado la cara por Jesús.
Zacarías, en la primera lectura, habla de un derramamiento de bendición para la
dinastía de David y los que habitan Jerusalén: “Derramaré sobre la dinastía de
David y sobre los habitantes de Jesursalén un espíritu de gracia y de oraci￳n”
(Zac.12,10-11; 13,1). Una promesa que llena de sentido la vida. Surge la
esperanza, renace la vida, se puede vivir siempre con el gozo de sabernos que no
estamos solos. Esta promesa tiene un prop￳sito: “lavar los pecados y las
impurezas” de toda la humanidad. Es cierto que el mundo está cada día alejándose
de Dios y haciendo cosas que no están en el plan de Dios, pero también es cierto
que no se puede nada sin él (cf.Jn.15,5; Filp.1,21; Apoc.21,5).
¿Queremos que nuestra vida tenga siempre un nuevo y renovado sentido?,
acerquémonos “al trono de la gracia” (Hb.4,16); y como el salmo de hoy poder,
desde nuestra libertad gritarle a Dios: “mi alma está sedienta de ti, Se￱or, Dios
mío” (Salmo 62).
¿Cómo es que nuestra vida tiene sentido en Cristo?, la respuesta la tenemos en el
ap￳stol San Pablo, que dejándose seducir por Jesús dijo: “habiendo sido bautizados
EN CRISTO, han quedado REVESTIDOS DE CRISTO” (Gal.3,26-29).
Apertura, docilidad, fe, sencillez, humildad, libertad para llamar a Dios…son algunas
de las condiciones o requisitos para estar en Cristo, para que nuestra vida tenga
esa renovación que necesita, y que el mundo también.
Una pregunta que cambió todo el discurso de los apóstoles fue la que directamente
se la hizo Jesús para provocar en ellos fidelidad: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy
yo?” (Lc.9,18-24). Cuánto se ha dicho de Jesús, cuánto se ha dejado de decir
acerca de él. ¿Cómo va nuestra experiencia de cercanía con el maestro? Hablamos
muy bonito de Dios y de su amor, pero ¿estamos realmente unidos a él? La
pregunta no espera una respuesta ya concebida: “Dios es mi Padre,”, “Jesús es
todo para mí”, “Él es mi salvador”. La respuesta que yo dé acerca de Jesús será el
reflejo de cómo estoy viviendo mi vida de relación con él y de qué ha hecho y hace
Jesús por mí, por ti y por todos.
Qué bueno que él mismo Jesús haga recordar cuán grande tiene que ser nuestra
apertura hacia él para que todo camine como él quiere: “el que quiera salvar su
vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la salvará”.
¿Nos avergonzamos de hablar de Jesús? ¿Cuántas veces hasta en nuestras propias
comunidades no hacemos eso?: no hablamos de Jesús desde nuestra experiencia
de él y si lo hacen algunos, son se￱alados o marcados como “gente rara”. Debe ser
un compromiso permanente y grande: “no podemos dejar de hablar de lo que
hemos visto y oído” (Hch.4,20).
¿Podemos dar la cara por Jesús?, ¿tú qué dices? Pedro lo confes￳: “Tú eres el
Mesías de Dios”. Pedro dio la cara por Jesús. ¿Qué esperas?