EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista
Libro de Isaías 49,1-6.
Escúchenme, islas lejanas, pongan atención, pueblos. Yavé me llamó desde el
vientre de mi madre, conoció mi nombre desde antes que naciera.
Hizo de mi boca una espada cortante y me guardó debajo de su mano. Hizo de mí
una flecha puntiaguda que tenía escondida entre las otras.
El me dijo: «Tú eres mi servidor, Israel, y por ti me daré a conocer.»
Mientras que yo pensaba: «He trabajado en balde, en vano he gastado mis fuerzas,
para nada.» Yavé, sin embargo, protegía mis derechos, mi Dios guardaba mi
salario, pues soy importante para Yavé, y mi Dios se hizo mi fuerza.
Y ahora ha hablado Yavé, que me formó desde el seno materno para que fuera su
servidor, para que le traiga a Jacob y le junte a Israel:
«No vale la pena que seas mi servidor únicamente para restablecer a las tribus de
Jacob, o traer sus sobrevivientes a su patria. Tú serás, además, una luz para las
naciones, para que mi salvación llegue hasta el último extremo de la tierra.»
Salmo 139(138),1b-3.13-14ab.14c-15.
Señor, tú me examinas y conoces,
sabes si me siento o me levanto,
tú conoces de lejos lo que pienso.
Ya esté caminando o en la cama me escudriñas,
eres testigo de todos mis pasos.
Pues eres tú quien formó mis riñones,
quien me tejió en el seno de mi madre.
Te doy gracias por tantas maravillas,
admirables son tus obras
y mi alma bien lo sabe.
Mis huesos no te estaban ocultos
cuando yo era formado en el secreto,
o bordado en lo profundo de la tierra.
Libro de los Hechos de los Apóstoles 13,22-26.
Pero después Dios lo rechazó y les dio a David, de quien dio este testimonio:
Encontré a David, hijo de Jesé, un hombre a mi gusto, que llevará a cabo mis
planes.
Ahora bien, Dios ha cumplido su promesa: ha hecho surgir de la familia de David un
salvador para Israel, ese es Jesús.
Antes de que se manifestara, Juan había predicado a todo el pueblo de Israel un
bautismo de conversión.
Y cuando estaba para terminar su carrera, Juan declaró: «Yo no soy el que ustedes
piensan, pero detrás de mí viene otro al que yo no soy digno de desatarle la
sandalia.»
Hermanos israelitas, hijos y descendientes de Abrahán, y también ustedes los que
temen a Dios, a todos nosotros se nos ha dirigido este mensaje de salvación.
Evangelio según San Lucas 1,57-66.80.
Cuando le llegó a Isabel su día, dio a luz un hijo,
y sus vecinos y parientes se alegraron con ella al enterarse de la misericordia tan
grande que el Señor le había mostrado.
Al octavo día vinieron para cumplir con el niño el rito de la circuncisión,
y querían ponerle por nombre Zacarías, por llamarse así su padre. Pero la madre
dijo: «No, se llamará Juan.»
Los otros dijeron: «Pero si no hay nadie en tu familia que se llame así.»
Preguntaron por señas al padre cómo quería que lo llamasen.
Zacarías pidió una tablilla y escribió: «Su nombre es Juan», por lo que todos se
quedaron extrañados.
En ese mismo instante se le soltó la lengua y comenzó a alabar a Dios.
Un santo temor se apoderó del ve cindario, y estos acontecimientos se comentaban
en toda la región montañosa de Judea.
La gente que lo oía quedaba pensativa y decía: «¿Qué va a ser este niño?» Porque
comprendían que la mano del Señor estaba con él.
A medida que el niño iba creciendo, le vino la fuerza del Espíritu. Vivió en lugares
apartados hasta el día en que se manifestó a Israel.
Comentario del Evangelio por :
San Máximo de Turín (?-c. 420), obispo
Sermón 99 ; PL 57, 535
“Es necesario que él crezca y yo disminuya”
Con razón, Juan Bautista puede decir del Señor nuestro Salvador: "hace falta que él
crezca y que yo disminuya" (Jn 3,30). Esta afirmación se realiza en este mismo
momento: al nacimiento de Cristo, los días aumentan; al de Juan, disminuyen...
Cuando aparece el Salvador, el día, con toda evidencia, aumenta; retrocede en el
momento en el que nace el último profeta, porque está escrito: "la Ley y los
profetas reinaron hasta Juan" (Lc 16,16). Era inevitable que la observancia de la
Ley se ensombrezca, en el momento en el que la gracia del Evangelio empieza a
resplandecer; a la profecía del Antiguo Testamento le sucede la gloria del Nuevo...
El evangelista dice a propósito del Señor Jesucristo: "Él era la luz verdadera que
alumbra a todo hombre" (Jn 1,9)... Es en el momento en el que la oscuridad de la
noche cubría casi el día entero, cuando la súbita llegada del Señor, lo convirtió todo
en claridad. Si su nacimiento hizo desaparecer las tinieblas de los pecados de la
humanidad, su llegada dio fin a la noche y trajo a los hombres la luz y el día... El
Señor dice que Juan es una lámpara: "Él es la lámpara que arde y que alumbra" (Jn
5,35). La luz de la lámpara palidece cuando brillan los rayos del sol; la llama baja,
vencida por el resplandor de una luz más radiante. ¿Qué hombre razonable se sirve
de una lámpara a pleno sol?... ¿Quién vendría todavía para recibir el bautismo de
penitencia de Juan (Mc 1,4), cuando el bautismo de Jesús aporta la salvación?
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”