Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Esquema 1: Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 12, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Circuncidad a todos vuestros varones en señal de mi
pacto. Sara te va a dar un hijo * Ésta es la bendición del hombre que teme al
Señor. * Si quieres, puedes limpiarme
Textos para este día:
Génesis 17,1.9-10.15-22:
Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el señor y le dijo: "Yo soy
el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad." Dios añadió a Abrahán: "Tú
guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el
pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar:
circuncidad a todos vuestros varones." Dios dijo a Abrahán: "Saray, tu mujer, ya no
se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella
nacerán pueblos y reyes de naciones."
Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: "¿Un centenario va a tener un
hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?" Y Abrahán dijo a Dios: "Me contento con
que te guardes vivo a Ismael." Dios replicó: "No; es Sara quien te va a dar un hijo,
a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un
pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré
fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes, y haré de él
un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara
el año que viene por estas fechas." Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se
retiró.
Salmo 127 :
Dichoso el que teme al Señor / y sigue sus caminos. / Comerás del fruto de tu
trabajo, / serás dichoso, te irá bien. &R.
Tu mujer, como parra fecunda, / en medio de tu casa; / tus hijos, como renuevos
de olivo, / alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre / que teme al Señor. / Que el Señor te bendiga
desde Sión, / que veas la prosperidad de Jerusalén / todos los días de tu vida. R.
Mateo 8,1-4:
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le
acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme."
Extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida quedó
limpio de la lepra. Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a
presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés."
Homilía
Temas de las lecturas: Circuncidad a todos vuestros varones en señal de mi
pacto. Sara te va a dar un hijo * Ésta es la bendición del hombre que teme al
Señor. * Si quieres, puedes limpiarme
1. El Dios de los Imposibles
1.1 Ya parecía poco probable, humanamente hablando, que Abraham pudiera ser
padre cuando engendró a Ismael, que nació de la criada Agar. Del todo imposible
que siendo casi centenario, pudiera llegar a ser padre de Isaac, engendrándolo en
su propia esposa, estéril y de muy avanzada edad. Pero Dios lo hizo. Y si
recorremos la Biblia, encontramos que nuestro Dios es el Dios de los imposibles, el
Dios que parece gozarse abriendo caminos donde no los había.
1.2 Contemos esterilidades vencidas: Sara, como estamos viendo, estéril. Rebeca,
esposa de Isaac, estéril (Génesis 25,21); Raquel, la esposa preferida de Jacob,
estéril (Génesis 29,31); la mamá de Sansón, estéril (Jueces 13,2); Ana, madre de
Samuel, estéril (1 Samuel 1,2); Isabel, la mamá de Juan Bautista, estéril (Lucas
1,7). Todo esto indica que Dios se solaza en vencer imposibles y mostrar así que él
y sólo él es creador de todos.
1.3 Bien lo resume en poesía el profeta Isaías: "Grita de júbilo, oh estéril, la que no
ha dado a luz; prorrumpe en gritos de júbilo y clama en alta voz, la que no ha
estado de parto; porque son más los hijos de la desolada que los hijos de la
casada--dice el Señor. Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las cortinas de tus
moradas, no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te
extenderás hacia la derecha y hacia la izquierda; tu descendencia poseerá
naciones, y poblarán ciudades desoladas. No temas, pues no serás avergonzada; ni
te sientas humillada, pues no serás agraviada; sino que te olvidarás de la
vergüenza de tu juventud, y del oprobio de tu viudez no te acordarás más. Porque
tu esposo es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor es
el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la tierra. Porque como a mujer
abandonada y afligida de espíritu, te ha llamado el Señor, y como a esposa de la
juventud que es repudiada --dice tu Dios. Por un breve momento te abandoné, pero
con gran compasión te recogeré. En un acceso de ira escondí mi rostro de ti por un
momento, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti --dice el Señor tu
Redentor." (Isaías 54,1-8)
2. El Puro nos Purifica
2.1 La Ley Mosaica prohibía al leproso tener contacto con sus congéneres; debía
vivir solo, fuera del campamento (Levítico 13,46). No podía acercarse porque podía
contagiar su impureza y sus ropas o cosas debían estar separadas, como él, de
toda influencia o trato con los demás. El papel de los sacerdotes frente a esta
espantosa enfermedad era simplemente el de declarar que sí había lepra o declarar
que se había curado la lepra (Levítico 14,2-7).
2.2 La Ley, pues, conocía que el mal puede extenderse; la impureza puede
avanzar. No contemplaba, en cambio, el caso que nos presenta el evangelio de hoy,
como hermosa epifanía del poder de Cristo: hoy estamos frente a un caso de
pureza contagiosa. El amor de Cristo ha causado que su propia salud se extienda al
que estaba infectado y que su pureza se transmita al que estaba aislado por la
impureza de su enfermedad.
2.3 Y en ese espíritu hemos de leer este evangelio como eco de la solemnidad de la
epifanía: hoy hemos visto que la salud de Cristo es más fuerte que la enfermedad
del mundo, así como su luz es más fuerte que nuestras tinieblas.