Abren buenos modales, las puertas principales
Domingo 14 ordinario 2013 C
“Pónganse en camino” fue la consigna de Cristo a aquellas buenas gentes que
habiendo seguido al Maestro un día se convirtieron en predicadores ambulantes de
la Buena Nueva de Salvación. Las indicaciones fueron precisas, sin lugar a dudas,
había que ponerse en camino, sin llevar provisiones, con ropa ligera y casi sólo la
que llevaban puesta, además, se les pedía prontitud, premura, pues lo que había
que hacer excedía definitivamente las solas fuerzas naturales, y sólo contaban con
la presencia del Espíritu Santo de Jesús para llevar la Buena Nueva. También se les
pedía que no anduvieran de comadreros, sino que hicieran su labor sin entretenerse
en conversaciones banales. Finalmente, se les pedía que a cada casa donde
llegaran, les llevaran como un gran tesoro, el don de la paz. ¡Qué gran don se les
concedía para las familias, los hogares y los esposos! Y es el gran don que se le
puede desear hoy a la familia humana, la paz de Cristo, la paz y el perdón que el
Padre otorga a todos sus hijos, la paz que desea para todos los hermanos, los que
fueron salvados por la cruz y la sangre redentora del Salvador Jesús.
Y hoy como en ese entonces, la voz de Cristo se levanta impetuosa, invitando a
todos los cristianos a redescubrir, a reinventar y reconquistar este mundo para el
corazón de Cristo Jesús. Nadie puede sentirse extraño en esta venturosa aventura a
la que nos lanza Cristo Jesús, la aventura de la salvación. Nos lo puede pedir
porque nos ha incorporado a su gracia desde nuestro propio bautismo y desde
entonces quedamos convertidos en heraldos, en mensajeros, en enviados a este
mundo en el que los cristianos tienen que asentar sus reales, reclamando para
Cristo el lugar que le corresponde como aquél que entregó su vida para la salvación
de todos los hombres.
Bien que necesitan los esposos el don de la paz, para buscar entre los dos un
reparto justo de las obligaciones de la casa, pues si los dos trabajan, las labores no
pueden dejarse sólo en manos de la mujer, que además de los menesteres
hogareños, la comida del día siguiente y la revisión y la convivencia con los hijos,
dejaría exhausto a cualquiera.
La paz es un don inestimable entre los jóvenes, que ahora tienen todas las
oportunidades del mundo para adquirir una buena formación que los capacite para
abrirse paso en la vida pero que les impide darse cuenta de que si algo han logrado
adquirir en la vida, en gran medida lo han logrado gracias al esfuerzo de los
mayores, a los que se tacha de ignorantes y de retrógrados e incomprensibles.
Los novios están urgentemente necesitados de paz, para contemplar en la otra
persona a alguien que con el tiempo puede convertirse en el compañero o la
compañera de camino, una paz indispensable para ver a través de las acciones, los
sentimientos y las ideas que mueven a la otra persona, con el fin de ver sí
efectivamente podrían concordar y compaginar durante toda una vida. Esa paz es
indispensable, pues no se puede concebir una unión estable, durante toda una vida,
simplemente porque un día el calor subió de punto, y se fundieron en un solo
abrazo, del que resultó una criatura que nunca pidió venir a este mundo, pero al
que se vio como necesitado de protección, de ayuda y de seguridad, y que llegó
convertirse entonces en el único objeto de una unión que definitivamente no estaba
planeada.
La paz es urgente e indispensable entre las gentes que se mueven en la vida
política, en la vida pública de nuestro mundo, pues los bienes que manejan y la
honradez hacia las personas que les han encomendado un mandato no merecen los
robos y los saqueos despiadados que descubrimos a nuestro paso. La honradez y
la honestidad tienen que ser fruto de una paz estable y duradera entre todos los
hombres.
Los niños necesitan de la paz, para edificar sus vidas jóvenes, para lograr una
convivencia armónica que les permita una sala convivencia, lejos de toda violencia,
de toda maldad y que les permita ver con tranquilidad y con sosiego el futuro que
no puede verse amenazador, sino augurando una vida de concordia y de solidaridad
entre todos los pueblos y naciones.
¡Pónganse en camino! Todos a luchar por la paz, patrimonio de toda la humanidad.