Dios es Justicia
El Apóstol Juan dice que Dios es Amor. El Papa Benedicto XVI retoma este título para
su primera Encíclica. Pero Dios también es Justicia. Ya lo había anunciado Jeremías:
“Yahveh, nuestra Justicia” (Jer 23, 6). Para la fe cristiana este es un tema
profundamente teológico. Los dos Testamentos lo amplían generosamente. Es la
revelación de Dios que camina con su pueblo y es sensible a su situación real.
Pablo nos revela el rostro de Jesús. Y con Él, el rostro del Padre. No sólo el secreto
misterioso del amor, sino también la centralidad de todos los dolores de humanidad en
su Cristo. Un rostro en el cual podemos leer toda la angustia existencial, todas las
frustraciones humanas, todo el anteproyecto humano que hoy deambula a gritos en el
hambre de cada día, en las torturas denigrantes, en las exclusiones y segregaciones.
El Deuteronomio nos “aproxima” la palabra. La podemos proclamar y llevarla al
corazón. Esta aproximación de la Palabra se hace carne, se hace prójimo. Es cercanía, es
parecido, es apropiación. Dios se hace humanidad. Toda reivindicación, toda
proclamación de los derechos es Palabra de Dios en Justicia y santidad: Una nueva
creación.
Para Lucas, Jesús es el Samaritano de todos los caminos, de todos los tiempos, de todos
los empobrecidos. Para Él no hay disculpas de horarios, de rituales, de purificaciones.
Él ha ampliado el abanico de solidaridad enseñándonos que no existe dolor en el mundo
que no nos afecte, al unísono, a todos y todas. Es el hombre universal con el cual
podemos sintonizar dentro de sus entrañas, en una comensalidad plural, nuestra pasión
por la vida.
Cochabamba 14.07.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com