XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Pautas para la homilía
“Los envió por delante a todas las ciudades”
El Reino de Dios: profecía y promesa
En el final del libro de Isaías, culmen del libro de la consolación, la Jerusalén
celestial, que resplandece por la gloria de Dios, será el lugar de la morada definitiva
de la humanidad. Dios promete consolarla en su presencia como una madre a sus
hijos, pero sobre todo promete la paz, como don escatológico de reconciliación de
la humanidad con Dios, consigo misma y con todo lo creado.
Asociados a la obra de salvación
Como cristianos, reconocemos que en Jesús se hace presente el Reino de Dios, pero
al mismo tiempo sabemos que su consumación está en proceso. La invitación de
Dios a la plenitud de su gloria incluye primero la invitación a colaborar en su plan
salvador: Dios nos hace sujetos portadores de su presencia y de su promesa. En la
carta a los Gálatas, Pablo reconoce que su vida misma es expresión de la salvación
ofrecida por Cristo: “llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús”. Ser discípulo es
también ser apóstol (enviado).
Simbolismo del Evangelio
El evangelio narrado por Lucas nos habla del apostolado cristiano: la misión es la
predicación. La misión de los setenta y dos discípulos es un universo simbólico de la
misión cristiana. La cifra 72, que se opone a los 12, hace referencia a que el
mensaje de salvación traspasa las fronteras de las tribus de Israel. Debe ser llevado
a todas la gentes de dos en dos, es decir, de manera dialogada, compartida y
tendente a la comunión. No es un envío para imponer una doctrina, sino para
compartir lo que en Cristo se vive. Por esto, Jesús les envía por delante, para que al
ser sus testigos él se haga presente. La predicación del Reino utiliza de plataforma
toda la realidad humana y su eficacia está en la sencillez de la vida compartida.
Contexto de la predicación
Lucas, además de presentar cómo es la misión del cristiano, explicita los elementos
a tener en cuenta: la oración es indispensable para el diálogo con el que envía, hay
mucha necesidad de Dios (la mies es abundante) y hay pocos que hacen del Reino
su proyecto, muchas veces el mensaje no será acogido, habrá muchas dificultades
(como corderos en medio de lobos), es menester no precisar seguridades (bolsa,
alforja, sandalias) ni distraerse en el camino (no saludéis a nadie), la eficacia
dependerá de la cercanía y la convivencia (permaneced en la misma casa, comed y
bebed lo que tengan), la paz constatará la acogida de la palabra de Dios (de la que
el enviado es portador), y la alegría del enviado es fruto de ya estar gozando de la
cercanía el Reino, realidad que le impulsa a compartirlo con todas las gentes,
siendo el compartir su anuncio.
Fr. Octavio Sánchez O.P.
Convento de S. Esteban (Salamanca)
Con permiso de: dominicos.org