XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
LA AVENTURA DE LA VIDA
Padre Pedrojosé Ynaraja
El fragmento evangélico de la misa de este domingo es encantador. Recuerdo
perfectamente la primera vez que lo comentamos en un campamento. Por
entonces, excepto cambiar alforja por mochila y alguna otra menudencia, el texto
resultaba comprensible al pie de la letra. Hoy en día ni se siembra a mano, ni se
siega con hoces. La encantadora Rut, tatarabuela del Mesías, no sabría a donde
acudir buscando la subsistencia de ella y su suegra, ni encontraría espigas
olvidadas. La moderna maquinaria ha cambiado muchas cosas. Y sería ridículo
pretender traducir segadores por maquinas cosechadoras. Una trabajo en común
que podríais hacer, mis queridos jóvenes lectores, muy propio de vuestra condición,
sería redactar las enseñanzas del Maestro, usando imágenes de hoy. Se pronunció
la doctrina en una cultura agrícola, seguramente muy diferente a la vuestra.
Me parece que la enseñanza fundamental es que el Señor invita a proyectar la vida
sin preocuparse demasiado por las seguridades, que hoy lo son y mañana
desaparecen o las oportunidades profesionales que cualquier crisis pueden desviar
hacia el fracaso. No se trata de ir a la “buena de Dios” o pensando, sin
confesárselo, que uno podrá “vivir del cuento”. Sabéis que estos modales no son
evangélicos, pese a que algunos los defiendan como manera de no ser esclavos del
consumismo, ni prisioneros del sistema capitalista. Se publican estadísticas de los
que no trabajan y no es muy difícil elaborarlas, pero sería muy importante y
oportuno, pese a la dificultad o imposibilidad, hacer el inventario de los holgazanes.
Cuando el Maestro envía, piensa en una labor ardua, no en un viaje de vacaciones.
Deben ir de dos en dos, evitando de esta manera la orgullosa satisfacción de exhibir
su originalidad personal. Logrando con ello también el control de cada día.
Facilitando el sincero examen, que no es puro revisionismo. Analizar al acabar la
jornada, si se ha llenado cada minuto inexorable y rápido, de sesenta segundos de
valor y trabajo… (que diría el Si… de Kipling). Comprobar si se ha sido lo suficiente
humilde como para pedir albergue y consciente de que la hospitalidad del que
acoge exige corresponder con generosidad, procurándole lo mejor de uno mismo.
Nada de lo que vulgarmente se dice “vivir de gorra”.
Marchar acompañado es saber aceptar al otro y a la vez saberse protegido. La
mutua ayuda supone no solo suma de eficacia sino multiplicación de eficiencia. Un
amigo, junto a un amigo, son torre de fortaleza, se dice en un libro sapiencial del
A.T. La convivencia enseña que uno puede exigir al otro en tanto en cuanto se
exige así mismo.
El programa del Maestro parece irrealizable hoy en día. La gente no tiene tiempo.
Nuestros conciudadanos quieren sentirse libres de lazos comprometedores. Si es
cierto que se multiplican los charlatanes, los que con promesas de que conseguirán
lo que otros con anterioridad no han conseguido, engañan sin dejar de medrar
ellos, auparse socialmente y mejorar a expensas de los otros su nivel de vida, no es
excusa legítima para irse de juerga, mis queridos jóvenes lectores. Hacer el bien de
la manera que propone el Señor avergüenza con frecuencia. Al escuchar las
palabras de Jesús uno se siente apocado, sin atreverse ponerlas en práctica. Se
aduce timidez, incapacidad de relacionarse con desconocidos. ¡cuantas razones nos
procuramos para continuar una vida aburguesada, egoísta al fin.
El envío de los 72 fue encargo y ensayo. En la Galilea de entonces se conocían y
relacionaban diariamente los vecinos. Las mismas casas familiares, en realidad se
limitaban a ser dormitorios, la vida cotidiana transcurría en el patio central, que
facilitaba la comunicación entre colindantes y la facilidad de aproximarse y
compartir si se venía de fuera.
En la vida en una gran urbe, habitando en edificios de múltiples plantas y pisos, un
tal programa es irrealizable. Aunque conozco iniciativas singulares. Me han dicho
que las llaman apostolado de aproximación y que consiste en invitar a compartir un
simple aperitivo para conocerse los que suben y bajan por las mismas escaleras o
utilizan idéntico ascensor. Un primer encuentro que puede mejorar la convivencia y
preparar el camino de más altos proyectos. Tal vez otro consista en acercarse a los
demás que han escogido el mismo terreno de camping, acuden a un mismo
establecimiento o se bañan en la misma piscina. Ir a una manifestación
reivindicativa, a un lugar de competición deportiva de aficionados, en el vestíbulo
de una estación o en los grandes y aburridos recintos de espera de los aeropuertos.
Sin olvidar los mochileros, la facilidad de comunicación que se da entre alberguistas
o entre los padres que esperan la salida del colegio de sus hijos… ¡qué se yo,
cuantos ámbitos permiten entregarse a lo que Jesús propone! Es cuestión de
arriesgarse, perder el miedo al ridículo, aceptar que uno puede no ser admitido y
pasar hambre o hasta al llegar la noche, carecer de lugar de descanso y tener que
dormir al raso.
Así como se arriesgaron ellos, os debéis arriesgar vosotros. El final es apoteósico.
No se trata de recibir una medalla olímpica, sino de constatar que se ha triunfado
en un terreno que a uno le sobrepasa. La descripción de satanás, los escorpiones o
las serpientes, deberéis vosotros transcribirlas a vuestra realidad.
Solo entonces escucharéis y os alegraréis de que seáis de los escogidos y os
sentiréis satisfechos de que vuestro nombre esté inscrito en el Cielo. Cosa mucho
más importante que figurar en El libro Guinness de los récords.