Comentario al evangelio del Jueves 04 de Julio del 2013
Queridos amigos y amigas:
Hay algunas historias de la literatura y del cine que nos acercan a los entresijos de la existencia
humana, contándonos algo de lo que todos vivimos en el camino de la vida, de una u otra manera. La
Biblia, Palabra de Dios en palabra humana, está llena de esas historias. Por eso, al leer sus páginas,
podemos decir: “esta historia es nuestra historia”, “esta historia es mi historia”.
La primera lectura de estos días nos está recordando la historia de Abraham. Todo un relato en el que
vernos también reflejados: estar en tierra extraña; ser llamado por Dios para salir de esa tierra hacia
una tierra nueva; hacer camino con otros; las dificultades y divisiones por el camino; la dificultad de
engendra vida más allá de uno mismo, y lograrlo al fin, como don de Dios…
Hoy se nos cuenta el pasaje en el que Abraham llega al límite de la fe, al extremo de la confianza:
cuando se le pide que vaya a hacer un sacrificio, sin llevar otro ser vivo que a su propio hijo (aquél que
tanto le había costado, la gran ilusión de su vida)… se vuelve a poner en camino. Y cuando su hijo le
pregunta, dice “Dios proveerá…”.
Grande es la fe de Abraham. Hace vida lo que después dirá el Evangelio: “gratis lo recibisteis, dadlo
gratis”. Por eso, aunque no entiende, ni comprende… confía. Y no se ahorra a su propio hijo.
La historia de María -la mujer que confía- y la del mismo Jesús, tiene sus raíces en el Padre de Israel:
Abraham. Él es el padre de los creyentes, el ascendiente común de judíos, cristianos y musulmanes. Su
historia también puede ser nuestra historia…
Hoy puede ser un buen día para chequear qué tal andamos de confianza. Y ante todas las oscuridades
de nuestra vida, abrir nuestro corazón al Señor para decir, en pura fe: “Dios proveerá…”.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez, cmf (luismanuel@claretianos.es)
Luis Manuel Suarez, cmf