Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
Nos quedamos dormidos
Para los que contamos de 45 años para arriba, nos resultará grato saborear algunos
recuerdos que arroparon nuestra infancia comenzando por el rock and roll, el
inolvidable Elvis Presley o los Beatles en vivo y a todo color. Los hombres usaban las
patillas anchas y las mujeres los peinados con copete alto. En los países católicos era
muy difícil encontrar a alguno que no lo fuera y el catolicismo era la atmósfera que
oxigenaba nuestra cultura. Esto nos mal acostumbró a vivir una fe cómoda, sin
compromiso social ya que todo se delegaba al sacerdote y los seglares no tenían mayor
participación en la tarea de la evangelización.
El tiempo cambió, la secularización llegó y se propagó como una pandemia. Afectó el
ámbito familiar, educativo, sexual, económico, político y no supimos reaccionar a
tiempo. Nos quedamos dormidos y, aún ahora, no es que hayamos despertado, porque
los países así llamados católicos lo son de tradición, pero hay una ignorancia religiosa
profunda, una falta de coherencia en la vivencia de la moral cristiana y un miedo a
asumir el menor compromiso religioso.
Valiosísimos documentos siguen invernando en las bibliotecas. ¿A alguien le suena
conocido el decreto Apostolicam actuositatem , del Vaticano II, sobre el apostolado de
los seglares, o el decreto Ad gentes sobre la actividad misionera de la Iglesia? Cierto que
el Espíritu Santo no ha dejado de suscitar nuevos Movimientos apostólicos, pero no se
ve que logremos un cambio global en la forma de vivir la fe. Las sectas, la santería, y
los grupos pseudo-religiosos se propagan y los católicos seguimos por los cerros de
Úbeda. Juan Pablo II fue un maestro y un modelo para la Iglesia universal, se podría
decir que su programa catequético lo extendía Urbi e Orbi . Nos comenzó a desperezar,
pero la somnolencia, la modorra, la comodidad de saber que estamos en la verdad, nos
tiene aletargados. No por nada el Papa Benedicto XVI creó un nuevo Dicasterio
dedicado a la nueva evangelización de los países cristianos, hoy secularizados.
Este domingo Jesús envía a setenta y dos discípulos a predicar el evangelio, los mandó
de dos en dos a los pueblos y aldeas vecinas. “Pónganse en camino”. Lo dio como una
indicación y lo recordó antes de su ascensión a los cielos: “Id por todo el mundo y
proclamad el evangelio a toda criatura” (Mc 16,15).
La dimensión misionera es connatural con la fe. Lo más penoso está en que la
experiencia de Dios se hace en la medida en lo transmitimos, ¿Cómo podemos creer en
Cristo si jamás lo hemos comunicado? La fe se fortalece anunciándola.
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