XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
+ Contexto del Evangelio: Betania: lugar amado para Jesús, que iba allí a
menudo para “refugiarse”, para descansar un poco, a la casa de sus queridos
amigos: Marta; María; y Lázaro... La dedicación de Marta, sus atenciones y su
preocupación por atender a Jesús y a quienes lo acompañaban son celebradas por
la Iglesia, que la venera como a Santa Marta, el día 29 de julio, proponiéndola
como modelo de quienes se dedican a servir a sus hermanos en las tareas
domésticas (amas de casa; servicio doméstico; etc.)
Pero el Ev. de hoy centra nuestra atención en otra mujer menos digna de
alabanza por su actitud para con el Señor: mientras Marta está atareada con los
quehaceres domésticos, María se ha quedado sentada a los pies de Jesús,
escuchando sus palabras... Sentarse a los pies era la actitud habitual de los
discípulos cuando escuchaban a sus maestros. Ante Jesús, que en este momento de
descanso y diálogo con sus amigos no ha dejado de enseñar, María no pierde la
oportunidad y se coloca entre los oyentes, como una discípula.
+ Esto puede parecernos normal... pero no lo es en absoluto .
En la sociedad de aquel tiempo los maestros tenían discípulos, y los instruían
públicamente. Pero las costumbres de la época no admitían que se pudiera tener
discípulas . Un maestro jamás hablaba públicamente con una mujer, y menos para
enseñarle. La legislación bíblica obligaba a asistir al templo para las festividades
sólo a los varones; y en las sinagogas (casas de oración y estudio) las mujeres
debían estar en un lugar aparte y secundario. Lo mismo sucedía en los atrios del
templo. Por lo tanto, la escena de María sentada a los pies de Jesús es
sencillamente escandalosa ... el lugar de una mujer no era ese, sino la cocina o los
otros quehaceres domésticos.
+ Este hecho, y el deseo de dar a Jesús y a sus acompañantes una buena
atención, es lo que motiva la queja y el reclamo de Marta: si María no puede ser
discípula, está perdiendo el tiempo a los pies del Señor, mientras no se lo sirve
como corresponde...
Pero Jesús defiende la actitud de María . No deja de reconocer el espíritu
servicial de Marta ( “te preocupas por muchas cosas” ) pero enaltece la actitud de
María, “que ha elegido la parte mejor...” . Hay entonces una doble lección: se
valora y se aprueba todo lo que sea servir a Dios; pero al mismo tiempo se
presenta la escucha de la Palabra de Dios, el discipulado , como el primero, más
elemental y mejor servicio.
Este Evangelio nos ayuda a comprender la importante diferencia entre “hacer
apostolados” y ser apóstol , ser discípulo (etm. “ discere ”, aprender). El discípulo
permanece en actitud de escucha, incluso en un tiempo como el nuestro, signado
por una grave hipoacusia espiritual generalizada.
“Dichoso el que escucha la palabra de Dios y la practica”.
“María escuchaba la Palabra y al guardaba en su corazón”.
+ Es importante destacar lo absolutamente revolucionario de la actitud de
Jesús al admitir a María como discípula: es un gesto que rompe las barreras que
desde siglos los hombres han puesto para marginar a la mujer en la sociedad
(también en la sociedad religiosa).
El Evangelio de Lucas muestra muchas escenas en que Jesús obra como amigo
de los “marginados” de aquella época: come con los pecadores; recibe y perdona a
las mujeres de mala vida; se rodea de pobres (despreciados porque al no conocer
la ley, no la cumplían correctamente); trata igual a los judíos y a los extranjeros; y
hoy concretamente concede a las mujeres, igual que a los varones, la gracia de ser
sus discípulas, sin hacer distinciones.
El machismo (que la Biblia presenta como una consecuencia del pecado
original) siempre ha subsistido de muchas maneras, con distintas caretas.
Curiosamente, hoy se ha disfrazado de “Liberación femenina” , que supone y
proclama que si la mujer no hace las mismas cosas que hace el hombre, no hay
igualdad. Así, muchas mujeres pierden su feminidad, desprecian la maternidad y
ridiculizan la virginidad; o bien, en una especie de “versión teológica” del tema, se
reclama a la Iglesia (como si fuese un “derecho”) incluso aquello que el mismísimo
Cristo en persona (que como vemos, no titubeó jamás en romper con los esquemas
que hubiese que romper) cambió: el sacerdocio para las mujeres; o se identifica la
liberación femenina, con un desenfrenado destape moral, que transforma a la
mujer en un simple objeto de placer y consumo para el varón... ¡vaya liberación!
Que termina en una esclavitud más pesada y degradante...
Uno de los aspectos de la novedad del Evangelio, consiste en terminar con la
marginación de la mujer, porque ante Dios mujer y hombre tienen la misma
dignidad y son igualmente hijos de Dios... Pero esa igual dignidad, no significa que
ambos tengan las mismas funciones y papeles: hay diversidad que es necesaria y
es complementaria.
La promoción de la mujer en la sociedad civil y en la Iglesia, no pasa por
reclamar para la mujer, la desvinculación de la familia o el don del sacerdocio...
Toda mujer está esencialmente llamada a ejercer femineidad (con toda su
particular densidad afectiva que el varón no posee), a través del don de sí, en la
maternidad (familia) o en la virginidad consagrada (maternidad espiritual - vida
religiosa). La mujer, allí dónde está, es la que transforma una casa en hogar, cosa
que no puede hacer, ni un lavaplatos, ni un lavarropas...
Finalmente para todos (varones y mujeres): el Señor nos enseña hoy a no
postergar nuestra relación con Él... (El Domingo pasado se nos instaba a no invocar
a Dios para desentenderse del prójimo: hoy se nos pide no descuidar nuestra
relación con el Señor, invocando compromisos sociales. O, en sabias palabras de
Santa Teresa de Ávila: “Ni María sin Marta, ni Marta sin María”...
Contemplemos, como perfecto modelo del Evangelio de hoy, a María
Santísima, síntesis de acción y contemplación; bandera de la dignidad femenina...
Amén.