Ciclo C: XIV Domingo del Tiempo Ordinario
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos y amigas
Siempre que leo el Evangelio de Lucas sobre el envío de 72 discípulos a
evangelizar (Lc 10, 1-12, 17-20), me entra una santa envidia. ¡Cuánto quisiera yo
que mi parroquia contase con 72 misioneros listos para ir y anunciar al Señor! ¿¡Y
cómo hacía Jesús para encontrar tanta gente dispuesta a ser sus discípulos y
misioneros? En la parroquia con las justas tenemos 26 misioneros de campo , y
uno invita e invita, llama y llama a los fieles a ser misioneros, pero pareciera que
no se escucha. ¡No se oye, Padre…!
En honor a la verdad, tengo que decirles que los 26 misioneros de campo de la
parroquia son un tesoro y que quizá valen por 72. Forman un Equipo Misionero a
toda prueba: entusiastas, fraternos, puntuales, constantes. Y da gusto trabajar con
ellos. Claro que si hubiera unos pocos más, la cosa sería mejor, pues cubriríamos
más campo en cada salida misionera y daríamos más rápido la vuelta a los once
(11) sectores pastorales de la parroquia.
En honor también a la verdad debo añadir que la parroquia cuenta con otros 86
misioneros , -¡doce más que los discípulos de Jesús!- , que integran lo que
llamamos Movimiento de Discípulos Misioneros. Es decir, cuantos,
comprometidos con su bautismo, quieren hacer más por la comunidad
cristiana de la parroquia y de la iglesia, pero no pueden integrar un Grupo
Pastoral ni estar en reuniones .
Que ¿ qué hacen los misioneros del Movimiento DM? Pues sencillamente asumir
un compromiso, que subscriben por uno o más años y por el que se comprometen
a orar , dar testimonio de su vida cristiana allí donde estén, hacer bien las
cosas de cada día (el trabajo que tengan), iluminar con el evangelio las
situaciones difíciles que aprobleman a familiares y amigos y anunciar a Jesús a
través de las redes de comunicación (Internet y sociales). Para ello su
formación es virtual con temas, mensajes, etc., que deben reenviar a sus
contactos. De este modo se proponen ser sal para la tierra y luz en el mundo (Mt 5,
13-14) y levadura que fermenta la masa (Mt 13,33). Empezando por ser ellos
mismos santos, es decir, buenos amigos de Dios, buena sal, buena luz, buena
levadura.
Y ¿ para qué ? ¡Hay tantas cosas, hermanos, que la gente y el mundo necesitan y
los misioneros pueden dar! La paz y la unión de todos, la conversión de los
pecadores, la unión de los cristianos y de las familias, el aumento de las
vocaciones, el incremento en calidad y número de los laicos comprometidos con su
iglesia, la santidad de la parroquia… Y en otro orden de cosas: la vida en todas sus
etapas (incluidas la concepción (no al aborto) y una buena muerte (no a la
eutanasia), la dignidad de la persona, la ética en la medicina, la economía y la
política, la salud de los enfermos, la erradicación de la pobreza. etc., etc.
Hacer un mundo más bello, más digno, más fraterno y feliz, más humano y divino,
es, sin duda, una gran tarea. La tarea de los misioneros, que ustedes pueden hacer
suya. Anímense.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)